~Tenía los ojos café, su típica sonrisa y un carácter de mierda. Pero cuando estabamos juntos, esos ojos brillaban por mí, esa sonrisa me pertenecía, su carácter se iba a la mierda y para mí era lo más tierno que podía existir.~
• Lenguaje explicito...
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Abrió sus ojos al sentir besos en sus labios, mejillas y hombros, amaba despertarse con su esposo a su lado. Aún no podía creer que ya estaban casados, era como un sueño.
Sonrió al ver al mayor frente a él, se acercó un poco y le dio un beso corto en los labios.
—Buenos días, mi amor— dijo el pelirosa abrazándolo por el cuello.
—Buenos días, querido esposo.
El menor soltó una risita y le dio otro beso, luego miró por la ventana y vio el día soleado, el cielo se veía hermoso, deseaba despertar así por el resto de su vida.
—¿Dormiste bien?— preguntó el mayor.
—Fue la mejor noche de mi vida, en menos de 48 horas han pasado tantas cosas, estoy tan feliz.
—Yo también estoy muy feliz y como mi bebé se merece que lo consienta pedí que hicieran un rico desayuno para que desayunemos en la terraza, te va a encantar la vista.
—Ay amor, no debiste hacer eso.
—Claro que si, bebé, te mereces lo mejor, vamos, hay que desayunar, tenemos que disfrutar estos días al máximo.
—¿No podemos quedarnos un ratito más abrazaditos?— preguntó el menor con un puchero que fue besado segundos después por el pelinegro.
—De poder si podemos ¿Pero de verdad quieres quedarte aquí en vez de ir a la playa? El día está hermoso.
—Quiero quedarme todo el día aquí contigo.
El mayor soltó una risita— ¿Quieres que pida que traigan nuestro desayuno a la habitación? Contraté a algunos empleados para que tú y yo no tengamos que hacer nada más que estar juntos y disfrutar de nuestra luna de miel.
Jaemin lo pensó por unos segundos y luego habló— Mejor vamos a desayunar a la terraza, luego podemos volver a la cama y hacernos mimitos.
El mayor asintió y le dio un beso, luego Jaemin se levantó de la cama, fue al baño y a los minutos salió con los dientes limpios y la cara limpia.
Caminaron fuera de la habitación, bajaron las escaleras y fueron hacia afuera de la casa. Habían unos sillones muy bonitos, eran azules y blancos, también había una mesa donde estaba su desayuno y a unos cuantos metros se podía ver la hermosa playa.
Jaemin sonrió y miró a su novio antes de sentarse juntos en el sillón para luego empezar a comer.
—¿Te gusta? Se ve todo muy lindo en el día.
—Es hermoso, mi amor, gracias por todo.
—No tienes que agradecer mi vida, te lo mereces— dijo el pelinegro acercándose para darle un beso corto y luego siguieron comiendo su desayuno.