~Tenía los ojos café, su típica sonrisa y un carácter de mierda. Pero cuando estabamos juntos, esos ojos brillaban por mí, esa sonrisa me pertenecía, su carácter se iba a la mierda y para mí era lo más tierno que podía existir.~
• Lenguaje explicito...
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Jaemin estaba en la cocina haciendo la cena para su esposo y para él, ese día cumplían un año más juntos y estaba tan feliz de poder vivir tantas experiencias bonitas con Jeno.
Estaba picando las verduras cuando escuchó un fuerte grito en el segundo piso y segundos después sintió a alguien entrar a la cocina.
—Papi, Jun dañó mi muñeca, la que me regaló papá por mi cumpleaños, era mi favorita— dijo la pequeña con lágrimas en los ojos.
Jaemin dejó lo que estaba haciendo y miró a su pequeña hija, se agachó frente a ella y limpió sus lágrimas— Ay mi vida, no llores, seguro tu hermano no lo hizo para molestarte, no te preocupes, te compraremos otra, pero ya no te pongas así— dijo de forma muy dulce.
La pequeña siguió llorando mientras ponía su cabecita en el hombro de su padre. En eso Jun, su hijo mayor, entró a la cocina.
—No lo hice con intención hermanita, lo siento— dijo el pequeño que era unos años mayor que la niña.
Karina no quería levantarse de su hombro, lo abrazó más fuerte y Jaemin acarició su cabello largo.
—Mi amor, escucha a tu hermano, se está disculpando, sabes que no pueden pelearse, eso no está bien.
—Pero es que él dañó mi muñeca favorita ¿Cómo le diré a papá? Él me dijo que la cuidara— dijo sollozando.
—No te preocupes mi amor, papá no se va a enojar por eso, fue un accidente.
—Lo siento— dijo Jun bajando su cabeza.
—Tranquilo cariño, ven aquí— dijo extendiendo si brazo para que su hijo se uniera al abrazo.
El pequeño se acercó lentamente y luego abrazó a su padre.
—No se peleen, ustedes se quieren mucho, deben cuidarse entre ustedes.
—Lo siento papi, no quería hacerlo solo estábamos jugando.
—Lo sé cariño, tranquilo— Jaemin se apartó del abrazo y los dos pequeños quedaron frente a él— Ya no pueden pelear más ¿Okey?
Los dos niños asintieron.
—Perdón hermanita, ya no estés enojada conmigo, si quieres te presto mis juguetes y jugamos juntos.
Karina lo miró y luego sonrió— Está bien— se acercó a Jun para darle un abrazo pero se separaron cuando la puerta principal fue abierta.
Los dos pequeños corrieron a la sala, Jaemin los siguió y se puso junto a la mesa del comedor viendo a sus hijos abrazando a su padre.
—Hola mis amores ¿Cómo están? ¿Se portaron bien hoy?— dijo Jeno tomándolos a los dos en sus brazos para darles un beso en la mejilla a cada uno.