𝟭𝟯 | Punto de quiebre

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CAPÍTULO 13

𝐓𝐀𝐄𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆 𝐘 𝐍𝐀𝐈𝐀
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Salgo de mi habitación con mi mochila sobre mi espalda. Era sábado y Naia hizo una excepción conmigo para estudiar por última vez el curso que en la semana siguiente tendríamos parcial. De hecho ya nos encontrábamos en parciales, martes finalizábamos con ellos.

Bajo las escaleras hacia mi comedor para desayunar con mis padres. Sin embargo, en la mesa no encuentro a nadie; en la cocina tampoco estaban, y mi papá definitivamente no estaba en su habitación. ¿Entonces adónde se habían ido?

De pronto, escucho unos sollozos por lo bajo que provienen del pequeño patio que está cerca de la cocina. Por una de las ventanas veo a mi mamá de rodillas y con sus manos cubriendo su cara. Estaba casi en posición fetal mientras iba llorando y soltando uno que otro lamento hacia su Dios antes de ponerse a rezar.

No era la primer vez que lo hacía. Desde que tengo uso de razón sé que esto lo hace desde hace mucho, es como si fuese una costumbre de ella. Cada año lo hace, en esta misma fecha, sin excepción alguna.

Y de estas veces he aprendido a no meterme en sus asuntos.

Cuando mi madre llora, manda una señal telepática a mi padre y a mí para estar lejos de ella. Obviamente, demoré mucho en entender la razón por la que ella no nos quería cerca; de hecho, hasta ahora no lo sé; pero aprendí que no debía de consolarla, o sino, mi madre me gritaría y se pondría histérica. Tampoco podía observarla con pena, o sino, ella me lanzaría un sermón de lo empoderada que Dios la hizo para este “mundo de mierda” en el que vivimos.

Cuando mi mamá llora, quiere ser invisible para todos.

Papá aparece detrás de mí para mirar la misma escena que yo. Me da un apretón en el hombro y me pide que salgamos de ese lugar antes de que mi mamá se dé cuenta.

—¿Por qué está llorando? —Intento hacerme el desentendido.

Mi padre niega a la vez que suelta un suspiro.

—No lo comprenderías. Son cosas de ella —el de cabello gris intenta forzar su sonrisa para despreocuparme; pero lo único que me provocaba era cólera—. ¿Irás a ver a Naia? —cambia de tema, como siempre.

—Sí. —Respondo—. Ya soy mayor de edad, no soy un niño —mi padre frunce su ceño sin entender a qué quiero llegar—. Quiero saber porqué mi mamá llora. Todos los años lo hace, y siempre son por estas fechas.

—No está en mí contártelo, Taehyung. Son cosas de ella. —Vuelve a repetir la misma frase.

A pesar de todo lo malo que mi mamá me hace pasar en esta casa, a pesar de lo incomprendido que me siento por ella; yo siempre he querido acercarme como hijo, que se dé cuenta que no está sola. Que me tiene a mí si no quiere estar con mi papá. Pero ella siempre termina rechazándome y guardándose secretos que sé que no le hacen bien.

Papá es el único en acompañarme a desayunar antes de irse de casa. Sabía perfectamente a dónde se iría, pues todos los sábados son lo mismo.

Aprovecho para pedirle que me fuera dejando por la casa de Naia. Él no se niega y me espera para irnos en silencio y sin que mamá se dé cuenta.

A eso de las nueve con cincuenta de la mañana ya me encuentro en la puerta de la casa de Naia. Tocó el timbre y espero a que esa chica se anime a abrirme.

Me imagino cómo irá a tratarme este día, pues hasta ayer su comportamiento era rígido e irritante, no toleraba que yo intentara bromear con ella, y si lo hacía, pues claramente me alzaba la voz y me maldecía. No obstante, al final de cada clase privada se disculpa conmigo y todo volvía a la normalidad.

Bad Boy » Kim Taehyung [BTS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora