Capítulo 23.

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Cuando abres los ojos, tardas varios segundos en procesar donde estabas.

Tu cuerpo duele como nunca antes, tu cuello arde y te sientes demasiado mareado, al punto que hasta mantener los ojos abiertos se te hace un imposible.

Pero a pesar de ello, a pesar del dolor y el extremo agotamiento, sentir el brazo y pierna del alfa sobre tu cuerpo junto a su cálido aliento en tu mejilla hace que el dolor, al menos por unos segundos, desaparezca.

Giras un poco tu cuello,  una acción simple y pequeña pero que manda la señal de ardor y dolor a tu cerebro. Se siente como su estuvieras estirándote la piel y que esta se encuentra a carne viva -lo cual supones no debe estar muy lejos de la realidad-. Pero de todos modos a pesar de todo, lo terminas de girar, soportando el dolor solo para poder encontrarte con el rostro del alfa, y asi poder verlo de frente.

Acaricias la punta de tu nariz con la suya, aspirando su aroma entremezclado con el olor al sudor y la sangre.

Y a pesar de todo, en lo único que piensas es que lo amas.

Lo amas tanto.

- Veo que has despertado - escuchas y en ese momento el tiempo se detiene para ti, acompañado de una desagradable sensación de ansiedad - no te levantes, quédate quieto, es una orden - dice la omega cuando intentas ponerte de pie, fallando miserablemente en solo mover un dedo de tu mano.

Habias intentado sentarte, pero te habías mareado en aquel pequeño movimiento y ahora estabas en la misma posición con el alfa de la misma manera, pero con la diferencia de que ahora tu cuerpo se sentía aún más adolorido y como si tuvieras 100 kilos sobre el mismo.

Miras a la omega Shuhua, quien está al frente de la puerta de la habitación cerrada, brazos cruzados usando un vestido blanco que llega hasta el suelo con un hermoso volado.

Bajas la mirada, sintiéndote avergonzado.

- Lo lamento - te disculpas, tu voz saliendo ronca y a su vez doliendo por el carraspeo.

Miras a la omega y está no demuestra ninguna expresión, ni de sorpresa, ni de enojo.

- ¿Qué lamentas? - pregunta mientras levanta una ceja.

Tu mandíbula comienza a temblar.

- Amarlo - dices con la voz temblorosa - lo amo demasiado - admites frente a la omega, tus lágrimas comenzando a caer de tus ojos mientras tu nariz se comienza a tapar - es mio, Hyunjin es mío - reclamas sin poder dejar de llorar.

Las palabras habían salido solas. No querías decirlas, no querías ser así. No tenías derecho a reclamarlo.

Shuhua soltó una risa nasal y cuando la miraste estaba negando con la cabeza.

- Los dos son unos idiotas - dijo la omega mirándote con una sonrisa comprensiva - mande a llamar al médico de la familia, cuando llegue vendrá a revisarte así que quédate quieto - dijo y salió de la habitación.

Miraste de reojo al alfa y este estaba aun dormido. Sonreíste e ignorando el dolor volviste a girar tu cabeza, apoyando tu nariz sobre la de él.

- Te amo - susurraste bajo, casi inaudible, tu mano sobre la que estaba aún sobre tu estómago.

Hyukjae se burlaria tanto de ti si te viera.

No sabías en que momento habías perdido de nuevo la consciencia, lo único que sabes es que ahora sientes pequeñas gotas caer sobre tu rostro, y que es por esto que despiertas.

Cuando logras abrirlos y enfocar, te encuentras con un primer plano del rostro del alfa cubierto de lágrimas.

Estaba llorando como aquella vez que lo viste hace años atrás, cuando apenas tenía 8 años.

El Alfa que se Enamoro de un Humano - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora