Capítulo O1.

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"Una niña juega con dos muñecas y las regaña para que se queden quietas. Ella también parece una muñeca, por lo linda y buena que es y porque a nadie molesta
Eduardo Galeano.

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Hubo pequeñas cosas que aprendiste desde muy pequeño, y quizás sean la razón de tu falta de expresividad.

Lo primero que aprendiste: la vida es injusta, sobre todo para los de tu especie.

Ser humanos era similar a ser ganado, y quizás estaban más abajo que un ganado porque al menos este último servía de alimento. En fin, ser un simple humano no tenía ningún valor. Su trabajo –si tenías la suerte de heredar un oficio o ser reclutado- se reducía a trabajar largas jornadas en alguna casa de hogar con una familia de renombre donde les dieran algún alimento al día, o, en la gran mayoría de los casos de las mujeres, en las calles, reducidas a sobrevivir a base de la prostitución.

En tu caso, eras resultado de un abuso. Nunca conociste a tu progenitora, y puede que siquiera este viva. Al menos tuviste la suerte de que diferentes personas se dedicarán a tu cuidado y no te dejaran morir en la oscuridad de un callejón al nacer. Aunque tal vez hubiera sido un acto de piedad haberte dejado morir cuando solo eras un bebé sin conciencia de lo cruel que era la vida real.

Lo segundo que aprendiste: los humanos no pueden soportar los celos de los alfas.

Esto lo aprendiste a los 5 años. La comunidad de humanos a pesar de todo se cuidaban entre ellos, como podían, y vivían en barrios muy bajos y precarios. Una chica de 14 años se había hecho cargo de ti durante varios meses en aquel tiempo. Ella era dulce, te sonreía hasta con los ojos y tarareaba agradables melodías para que durmieras a la noche. Lo que más recuerdas de ella era su sonrisa, su voz y lo extremadamente delgada que era, al punto que lucía como una rama de un durazno en flor por la malnutrición.

Una tarde un alfa entró en celos en aquella zona. Nunca supiste que hacía aquel hombre allí, pero cuando la niña de 14 años lo vio irrumpir en la habitación de enfrente te pidió te escondas dentro del armario.

- No salgas Minho, por nada del mundo salgas - te pidió temblando.

Cerró la puerta, pero esta al ser vieja y estar rota, te dejo ver todo lo que sucedía por las pequeñas grietas.

El alfa rompió la puerta de la habitación al entrar, agarro a aquella niña por los tobillos y la violo. Tienes tatuado en tu mente los gritos de ella, como suplicaba por qué parara, como lloraba, como luchaba, hasta que aquella bestia, luego de horas de abuso le rompió el cuello para que se "callara", y a pesar de que su cuerpo cayó sin vida siguió montándola y corriéndose dentro suyo.

Recuerdas tu vejiga doler por aguantas tu orina, pero a pesar de ello ni saliste de adentro del armario como ella te había ordenado. Pero para cuando la bestia se había ido, ya estabas completamente empapado de tu propia orina.

Aun recuerdas como la bestia miró hacia dónde estabas, sonriendo de lado, como sabiendo que estuviste allí todo ese tiempo, y se fue.

Luego de eso terminaste en un orfanato. No sabes ni como llegaste, solo sabes que un día tenías 8 años y estabas rodeado de algunos omegas, un par de betas y dos humanos que no tenían más de 3 y 4 años.

Una mañana llego un hombre vestido de traje, alto y delgado.

- Me llevo al humano - dijo luego de verlos a todos y cada uno.

Seguiste al hombre y este te informo lo que sería tu nueva vida.

- Te entrenare para que seas mayordomo, cocinero, jardinero, lo que se necesite - dijo mientras iban caminando - aprenderás el oficio, y si no lo logras te tirare a la calle y si mueres será solo tu culpa – te explico con calma.

El Alfa que se Enamoro de un Humano - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora