Capítulo 18.

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A la noche se confirmó.

El alfa mayor de los Hwang había entrado en celo junto a la omega Yeh.

La comida no te bajaba por la garganta, pero te obligaste a comer, contando las veces que masticabas pequeños bocados para poder tragarlos. Pensar en llevar la cuenta te sirvió para ignorar la charla en la mesa, al menos por algunos momentos. Para cuando todos se fueron de comedor, incluido el beta menor, tu aun conservabas más de 3/4 de la comida en tu plato.

- No te escondas en tu caparazón de nuevo humano- dijo el beta sentándose a un lado tuyo mientras picaba tu mejilla con su dedo índice.

Lo miraste de reojo, y una idea absurda vino a tu mente.

Tal vez el problema era que te habías acostumbrado a no estar solo.

- ¿Puedo dormir contigo? - le preguntas entonces, y las mejillas del beta toman un pequeño color rosado.

- Mi cama es demasiado pequeña para dos personas, sobre todo de nuestras contexturas - explico rascándose la nuca - si lo hacemos, terminaremos durmiendo abrazados - dijo mirando hacia otra dirección con sus mejillas ahora más enrojecidas. El beta te volvió a mirar y asentiste, estando de acuerdo.

Cuando terminaron de limpiar Christopher te dijo que lo siguieras. Caminaron por el pasillo donde estaban la mayoría de los cuartos de los esclavos. Tu alguna vez supiste estar en una de esas habitaciones donde todas las puertas eran iguales, al igual que su interior.

Entraron a una habitación, y quisiste sonreír al ver que era como la recordabas, aunque se veía un poco más espaciosa. Ahora hasta tenía una ventana un poco más grande que permitía circulará el aire y la cama ya no era una cartón sobre una tabla, sino que tenía un colchón cómodo. En la habitaciones también había un pequeño ropero de una puerta y una mesa de luz.

- Te aviso Min que duermo sin ropa, pero por hoy y por ser tú, me dejare el calzoncillo - dijo riéndose a la par que se quitaba la camisa y la colgaba.

Miraste el cuerpo del beta cuando te dio la espalda, y te sorprendió ver lo bien tallado que estaba cada músculo. Al girarse, tus ojos fuerib a su abdomen el cual era impresionante.

El beta se acostó en la cama. Te quitaste el pantalón pero dejaste puesta tu remera y te metiste entre sus brazos, dándole la espalda. En ese momento el beta te abrazo en cuchara.

La cama era pequeña, más para ustedes dos. El beta había tenido razón.

- Buenas noches Min - susurro en tu nuca, el brazo del beta sobre tu cintura y su mano en tu estómago.

Las manos que estaba en tú estómago, marcadas por las venas, llamaron tu atención. De repente te preguntaste que tan diferente sería el sabor del semen del beta al del alfa.

Te sentaste en la cama, apoyando ambas palmas de tu mano en el colchón y miraste al beta quien te devolvió la mirada confundido.

- ¿Te la puedo chupar? - preguntas y el rostro del beta se vuelve rojo.

- ¿Qué? - pregunta, su voz saliendo ahogada.

- Qué si te la puedo chupar - le respondes sin dejar de mirarlo a los ojos.

- ¿Por qué? - pregunto el beta, su boca levemente abierta.

- Porque quiero hacerlo - le respondes con honestidad.

El beta duda, pero luego de unos segundos termina asintiendo con la cabeza. Se recuesta boca arriba para luego sentarse, su espalda contra el respaldo de la cama, y te metes entre sus piernas, bajando la única tela que cubría su cuerpo. El pene prácticamente salta y te saluda, y es grande, no tanto como el del alfa pero estas seguro no tiene nada que envidiarle.

El Alfa que se Enamoro de un Humano - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora