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| 𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒𝕤 𝕠𝕡𝕠𝕣𝕥𝕦𝕟𝕚𝕕𝕒𝕕𝕖𝕤 |

CUANDO GAIA DESPERTÓ YA SE ENCONTRABA EN SU habitación, estaba recostada en la cama e incluso estaba tapada

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CUANDO GAIA DESPERTÓ YA SE ENCONTRABA EN SU habitación, estaba recostada en la cama e incluso estaba tapada. No recordaba lo que había pasado en sus últimos momentos antes de desmayarse,  aunque cerrara los ojos intentando recordar solo podía ver la oscuridad.

Como todas las mañanas se arreglo para ir a la escuela solo que esta vez tenía el dolor en el pecho por lo ocurrido  con Scott la noche anterior. Suspiró al ver la curita en su frente, eso no lo pensó mucho, era claro; se desmayo y se golpeó, no le dió muchas vueltas.

En la escuela no pudo poner atención, su mente estaba divagando en los momentos en el bosque, intentaba recordar y al no lograr nada solo la frustraba.  Cuando las clases terminaron fue en buseta de su hermano, en la entrada pudo ver a Scott junto a Allison, ambos hablaban y sonreían.

Bajo la cabeza con tristeza. Scott, su novio desde los catorce ahora parecía tener ojos para otra chica, no hablando de forma amistosa, si no de forma romántica. No entendía cómo el chico se había olvidado del amor que sentía por ella de la noche a la mañana.

La rubia no era tonta, sabía lo que significaba ese brillo en los ojos del moreno.  Vio a Scott masajear su pecho con extrañeza, parecía dolerle. Gaia parpadeo varias veces al notar que estaba a punto de llorar, volvió a mirar por última vez a Scott y se dio cuanta de que él también la miraba, Allison también la miraba.

—Gaia, escucha, puedo explicarlo— se acercó a ella con rapidez al verla darle la espalda dispuesta a irse.

—Adelante— el chico balbuceó, en realidad no esperaba que la chica lo dejara explicar por lo que no preparo sus palabras con anticipación.—Te gusta la nueva—miró a su alrededor con incomodidad. Allison pudo escuchar eso por lo que mejor decidió irse.

—No, claro que no. Tú eres la única que me gusta, por favor nunca dudes del amor que siento por ti, linda.—

—Entonces no me hagas hacerlo.— no le creía.

—Lo lamento, lo juro yo.— la rubia quería callarlo.—Gaia, en verdad. Mi amor, nos conocemos desde niños y somos novios desde hace ya dos años.— tomó las manos de la chica— Pero cualquier cosa que yo haga mal, házmelo saber o golpéame, no importa, pero no hay que dejarlo pasar—

—Bien— asintió.—¿Me voy a arrepentir?—pregunto con una pequeña sonrisa inconforme.

—No lo creo—sonrió el moreno mirando con ternura a su novia. Gaia asintió insegura, pasó un mechón de su cabello detrás de su oreja dejando ver su herida ya tapada con un curita

—¿Él te hizo esto?— Scott acarició suave cerca de la herida y frunció las cejas.

—¿Él?¿Quién él?— no sabía la razón pero se empezó a molestar, aquel sentimiento no lo sentía suyo, no tendría porque estar molesta. Ese sentimiento de rabia no era propio de si misma.

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