7. Jared's blood.

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Capitulo 7: La sangre de Jared.

Darya Olsen

   Me siento perdida, siento que caigo a un vacío infinito donde no hay vuelta atrás, solo vacío en todas partes. Tal vez se deba a que nunca había perdido a nadie tan cercano. Pese a que vi a mi padre arder delante de mí, el sentimiento de perdida es diferente. No quiero perder a nadie más, no después de lo de Ben. La culpa duele, me hace pensar en las cosas que no debí de hacer. Porque es mi culpa y merezco cargar con eso el resto de mi vida. Merezco que Henry me recuerde como la causante de no tener a su hermano nunca más. Y aunque Ezekiel diga lo contrario, se lo que merezco pero sobre todo, se lo que merece Jared. Las maneras de matarlo han ocupado mí mente durante las horas de entierro. Se que no debería pensar en eso, Benjamín no lo merece pero lo siento inevitable.
   Después de todo lo que ha pasado, Ezekiel ha vuelto a sus deberes con el Reino y yo he vigilado los alrededores en parte para despejar mí mente pero también para cumplir con mí parte. Los límites de la comunidad son tranquilos, el sol está sobre mí cabeza y los sonidos de la naturaleza a mí alrededor producen cierta tranquilidad. Me preguntó cuánto tiempo durarán las buenas cosas, cuánto tiempo durará el infierno de afuera... El sonido de un motor rugiendo me detiene, mí instinto me lleva a cargar mí arma y apuntar en dirección al ruido. Veo caras conocidas, muchas de hecho pero la de Jesús es la más cercana que el resto. Al mismo tiempo el trote de caballos acercándose desvía la atención del grupo. Son Richard y Álvaro.
— ¿Quien osa transgredir en la soberana tierra de...? —Álvaro se detiene— Oh mierda. Jesús, ¿eres tú?
   Jesus levanta su mano para saludar.
— ¿Quiénes son todas estas personas, Paul? —pregunta Richard, no muy contento ante los invitados de Jesús.
—Hola, Richard. Un gusto verte.
—También es un gusto verte. Tus amigos, ¿quiénes son?
—Él es Rick Grimes —señala al líder de Alexandria—. Es el líder de una comunidad que piensa parecido a las nuestras. Ellos son algunos de su gente. Nos gustaría solicitar una audiencia con el Rey Ezekiel.
   Richard baja de su caballo y ve dentro de la camioneta donde llegaron Jesús y sus invitados.
—Bajen del auto —ordena—. Dijiste que son...una comunidad que piensan parecido. ¿Piensan parecido cómo?
—Vivimos, comerciamos, combatimos a los muertos. Algunas veces a otros.
—Fórmense —les pide Richard.
—Esto es una pérdida de tiempo —dice el tipo de cabello largo y mala cara.
   Me acerqué a ellos. Todos se ponen a la defensiva menos Jesús, Richard y Álvaro que me reconocen.
—Si es una pérdida de tiempo, ¿por qué están aquí? —les pregunto—. Los extraños no suelen pasar así como así. Esto no es Alexandria.
— ¿Quién carajos eres tú? —él tipo de cabello largo se pone al frente.
—Por lo visto las celdas de Negan no te han sentado bien —le digo con una sonrisa de lado.
—Es nuestra segunda líder —le responde Richard— ¿Qué hacemos con ellos, D?
—Pueden entrar pero su auto queda afuera y deberán entregar sus armas.
—Solo tenemos dos —Rick le da una y Carl la otra.
—Bien. Síganos —dice Richard.
   Aparte a un lado a Jesús para poder hablar con él en privado. Que haya traído a sus amigos era un riesgo para el Reino, más teniendo presente al tipo de cabello largo cuando probablemente era un prófugo de Los Salvadores.
—Tus nuevos amigos, ¿han sido visitados por Negan? —le pregunto a Jesús.
—Sí, hoy mismo. Y al Hilltop también. Por eso estamos aquí.
   Todos entramos dentro del Reino. Los invitados parecen estar viendo un lugar de otro mundo. Debo de admitir que la vista da muchas esperanzas pero estamos en el mismo borde que ellos. El Reino ha perdido mucho para llegar a dónde está, para lucir como luce. Pero verlos maravillados daba cierta sensación de alivio. Era esperanzador.
—Tienen los números —dice la mujer de rastas con optimismo.
— ¿Pero pueden luchar? —pregunta la mujer con gorro y mal genio.
—Sí, pueden luchar— afirma Jesús.
—Somos más fuertes de lo que parece— añado a lo dicho por Jesús.
   Rick vio a un grupo de hombres trotando. Él, sobre todo, parecía tener más esperanzas que el resto de sus amigos.
— ¿Morgan? —pregunta una de ellas con una sonrisa en su rostro. Todos nos damos vuelta para mirar.
—Hola —Morgan los ve y sonríe.
— ¿Cómo se conocen? —le pregunta Richard a Morgan.
—Morgan es de su grupo, ¿no? —me uno a la conversación sabiendo de antemano la respuesta.
—Sí —afirma.
—Bueno, el Rey está listo para verlod —Richard cambia de tema.
   La mayoría sigue a Richard menos Rick y su amigo de cabello largo, los cuales se quedan atrás para hacerles preguntas a Morgan.
— ¿Encontraste a Carol? —Rick pregunta primero.
—Sí, la encontré.
— ¿Dónde está? ¿Está bien? —el tipo de cabello largo se impacienta.
—Estaba aquí y después se fue. Ya saben, no estaba muy contenta de que la siguiera. Quería alejarse de nosotros, de todos. Pero cuando la encontré, tenía un balazo. Era solo un rasguño. La traje aquí. Tienen médicos. Son buenos.
— ¿Fueron ellos? —le pregunta el de cabello largo.
—Sí —afirma Morgan—. Se topó con algunos de ellos y uno la siguió, intentó matarla, pero lo detuve. Lo maté. Tuve que hacerlo.
   Los observo desde la puerta de entrada al teatro y señaló que pasen. Rick le golpea el hombro y entran a ver a Ezekiel. Noto que todos se quedan quietos en la puerta y me doy espacio para pasar primero. Ezekiel posa sobre su trono arriba del escenario junto a Shiva y Jerry. Camino en su dirección, intercambiando miradas con él, mientras me posiciono a su lado. El rostro familiar de Jesús lo pone de buen humor.
— ¡Jesús! Me complace verte, viejo amigo. Dime, ¿qué novedades traes para mí? ¿Nuevos aliados, tal vez?
—De hecho, lo son, su majestad. Él es... —todos lo miran asustados—. Oh, claro. Olvidé mencionar eso...
—Sí, el tigre —dice Rick.
   Shiva gruñe.
—Él es Rick Grimes, el líder de Alexandria y ellos son algunos de su gente —Jesús los presenta: primero señala al tipo de cabello largo y castaño, Daryl, luego a la mujer de rastas, Michonne, Rosita, la de visera, Tara, la chica de camisa violeta y cabello oscuro y por último a Carl, el hijo de Rick.
—Les doy a todos la bienvenida al Reino. Ahora, ¿que los trae a mis tierras? ¿Para qué solicitan una audiencia con el Rey?
—Ezekiel... Rey Ezekiel. Alexandria, Hilltop y el Reino —Rick lo señala—. Nuestras tres comunidades tienen algo en común. Todos servimos a Los Salvadores.
   Miro a Ezekiel, se supone que no deberían de saberlo.
—Alexandria ya los combatió una vez y ganamos —continúa Rick—. Pensamos que había acabado con la amenaza, pero entonces no sabíamos lo que sabemos ahora. Solo derrotamos un puesto de vigilancia. Nos han dicho que ustedes tienen un trato con ellos,—Ezekiel miro a Jesús y luego a Rick— que los conoce. Entonces sabe que gobiernan a través de la violencia y el miedo.
   Ezekiel mira con seriedad a Jesús nuevamente. Está molesto, puedo notarlo.
—Majestad, solo les dije...
—El trato con Los Salvadores no es del conocimiento de toda mí gente por una buena causa —Ezekiel lo interrumpe. Jesús baja la mirada—. Te hicimos parte de ese secreto porque nos prometiste que no lo dirías, pero no esperábamos que lo compartieras...
—Podemos ayudarnos mutuamente —Jesús le responde.
—No interrumpas al Rey —advierte Jerry.
—Te incluimos en nuestra confianza. ¿Por qué la rompiste? —pregunta Ezekiel.
—Porque quiero que escuches los planes de Rick.
— ¿Y qué planes tienes, Rick Grimes de Alexandria? —se dirige a él.
—Vinimos a pedirle al Reino, a usted, que se unan para combatir a Los Salvadores, luchar por la libertad de todos nosotros.
—Lo qué estás pidiendo es muy serio.
—Muchas de nuestras personas, buenas personas, fueron asesinadas brutalmente por Los Salvadores —habló Michonne.
— ¿Quiénes? —pregunta Morgan.
—Abraham. Glenn. Spencer, Olivia y se llevaron a Eugene —responde Rosita—. Se llevaron a Daryl pero escapó. Cada minuto que él está aquí afuera, es un blanco.
—Lamento que murieran —dice Morgan.
—Negan asesinó a Glenn y a Abraham, los golpeó hasta morir —cuenta Rick.
—Aterrorizo a Hilltop, llevó caminantes solo para dejar claro su punto —añade Sasha.
—Solía pensar que el trato era algo con lo que podíamos vivir —le dice Jesús a Ezekiel—. Muchos de nosotros lo creíamos. Pero eso está cambiando. Así que cambiemos el mundo, majestad.
—Quiero ser honesto sobre lo que estamos pidiendo —habla Rick—. Mi gente es fuerte, pero no somos suficientes. No tenemos armas...no las suficientes, por lo menos. No tenemos muchas armas, punto.
—Nosotros tenemos personas —digo y doy un paso al frente—. Y armas. Nos han quitado a alguien importante también. Vi cuando asesinaron a sus amigos, los conozco y sé de lo que son capaces. Estuve ahí, en el Santuario. La guerra es inevitable a estás alturas, Ezekiel.
   El Rey me mira. Ya habíamos discutido sobre el tema luego de lo de Benjamín. También pensaba en las consecuencias, no iba haber vuelta atrás si no aceptaba pero también no iba a ver vuelta atrás si Los Salvadores seguían matando a los nuestros. A todos los que quedamos con vida.
—Se está haciendo tarde. Rick Grimes de Alexandria me gustaría pensarlo seriamente. Los invito a todos a quedarse el resto del día, les daré mí respuesta antes de que el sol se ponga.
—Tenemos que regresar a casa —dice Rick.
—Les daré mí respuesta antes que el sol se ponga —repite con firmeza y golpea el suelo dos veces con su bastón para dar por finalizada la audiencia.
   Bajo las escaleras en desacuerdo con su tiempo para pensar. El tiempo nos era esencial para estar posponiendo este tipo de cosas. Me acerque a los de Alexandria. Ahora los entendía, entendía su dolor y su deseo de venganza. También lo sentía, ahora.
—Gracias por apoyar a Rick y a todos —se me acerca Jesús— ¿Sigues haciendo tus vigías?
—Sí.
— ¿Nada ha cambiado entonces?
—No. Y por lo visto, tú tampoco.
— ¿Fueron Los Salvadores? —señala mí mano.
—No— la oculto disimuladamente—. Un accidente. Estoy bien. Debería irme, dile a tus amigos que no se preocupen. Ezekiel aceptará unirse a ustedes porque nos han quitado a Benjamin.
—Lo siento. No tenía idea.
—Está bien. Esas cosas pasan, ¿no?
   Me despido de él para irme a mí habitación. La idea recurrente de ir nuevamente al Sanatorio se cruzó por mí cabeza. Debo admitir que mis pensamientos a veces suelen ser descabellados e instantáneos. Muchas veces prefiero ser meticulosa, tener un plan B, organizar mis pasos a seguir pero como dije anteriormente, el tiempo nos es esencial. Y no se me ocurría nada más que obedecer mis instintos. Miré la habitación de Benjamín antes de entrar a la mía, su arma estaba sobre sus cosas. La tomé en mis manos y sonreí. No quería llevar mucho conmigo, sabía que no iba a ser necesario. Solo necesitaba una bala, una sola oportunidad. El rostro repugnante de Jared invadió mí mente, su sonrisa desdeñosa, el sonido de su risa burlona. Salí de la habitación y entré a la mía para poner almohadas debajo de las sábanas como distracción para Ezekiel. Me cambié de ropa, y guardé el arma de Ben debajo de mí cinturón. Estaba lista para despedirme de Ezekiel. Lo busqué hasta dar con él en la habitación de Henry.
"Y cuando esto pase y cuando permitamos que la libertad suene... cuando la dejamos sonar en cada pueblo y cada aldea, de cada estado y cada ciudad, seremos capaces de acelerar el día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y blancos, judíos y paganos, protestantes y católicos, seamos capaces de unir las manos y cantar en las palabras del viejo negro espiritual... ¡Libres por fin, libres por fin! Gracias a Dios todopoderoso, que somos...libres por fin."
   Me recuesto sobre el umbral de la puerta hasta que las líneas de Ezekiel se terminan y logra percatarse de mí presencia.
—No quise interrumpir —digo.
—No, no. Yo solo pase a leerle a Henry y se quedó dormido. ¿A dónde fuiste después de la audiencia?
—A hablar con Jesús. No quiero presionarte pero deberías aceptar.
— ¿A qué te refieres, D?
—Primero fue el golpe de Richard, luego el...disparo de Ben. ¿Qué sigue? ¿Acaso no lo ves? No es un maldito juego, Ezekiel. Si le damos la espalda a Rick y su gente, ellos no ganarán, no ganaremos. ¿Cuáles serán los próximos? ¿Henry? ¿Tú? ¿Yo?
—Solo quiero hacer las cosas bien. Muchas personas dependen de mis decisiones.
—Debo irme a dormir. Estoy segura de que decidieras lo que sea correcto para todos. Es lo que hacen los líderes, ¿cierto? —lo abrazó con fuerza y él me corresponde. La posibilidad de no volverlo a ver era una opción posible. Lo solté despacio y me fui de la sala.
   Aún tenía luz de día para llegar hasta mí destino. Salí del Reino y tomé el camino corto para que ningún escolta me vea. Camine a través de las partes traseras de las casas y tiendas abandonadas. Los caminos estaban limpios de caminantes a lo largo de varias calles lo cual me facilitaba llegar más rápido. El sol se estaba ocultando lentamente en el horizonte. No podía volver al mismo edificio, tenía que pensar en otro lugar cercano al Santuario. Me escabullí a una de las tiendas cercanas al edificio en donde hacía mis vigías. El lugar quedaba de paso para llegar al Santuario y tenía una terraza en lo alto para ver mejor a la distancia. Encendí la radio que traía en el bolsillo de mí camisa y busqué en las frecuencias que conocía de Los Salvadores: buscaban a Daryl a como dé lugar.
   La posibilidad de que Gavin y sus hombres estén en la base principal podría ser incierta. No podía esperar tanto tiempo, debía llamar la atención de Negan. Miré la radio y pensé en hablar a través de ella.
— ¿Negan? —hablé a través de la radio. Solo esperaba que mí improvisación no fuera una mierda. No hubo respuesta.
— ¿Quién mierda habla? Arat, si eres tú, juro que te haré vigilar la carretera toda la semana. Sabes que te asarás el culo allí afuera.
—No se si me recuerdes.
   Apague la radio inmediatamente. Un grupo de Salvadores llegó al Santuario. Mire con cuidado pero los autos abandonados y los caminantes no me dejaban ver con claridad. No parecía ningún vehículo que Gavin o sus hombres hubieran tenido en su poder que recuerde. Solo la camioneta de los intercambios con el Reino. Decidí ir más cerca a pesar de lo riesgoso de hacerlo. No tenía otra opción. Bajé por la calle y me fui escondiendo a través de los autos, la poca luz ayudaba, y llegué más rápido a un punto cercano para ver. Estaban trayendo cosas de adentro y cargando las en el camión. Los rostros no me eran familiares.
   Di un paso al frente. Amplíe mis ojos para estar segura de lo que estaba viendo. Otro paso más, estaba cerca, podía notarlo. Miré el mismo rostro repulsivo de antes, el mismo que había disparado por diversión a Ben. Mí mano derecha sacó el arma de mí cinturón y apunté en su dirección. Él me ve. Sonríe, claro que lo hace y me reconoce. Quitó el seguro y le disparó a una de sus piernas sin pensarlo.
— ¡Hija de puta! ¿Qué mierda haces? —cae al suelo.
— ¿Recuerdas al chico que le disparaste en la pierna? Su nombre era Benjamín.
— ¿Te refieres...al idiota que lloraba como niña cuando le disparé?
—Púdrete.
   Me acercó para ponerle el arma en la cara y aprieto el gatillo una, dos y tres veces mientras los casquillos caen al suelo. Siento que en mí cara chorrea algo y paso mí mano izquierda por mí mejilla. Miro mí mano y está roja por la sangre de Jared. Oigo a varios hombres correr hacia mí, me rodean con armas grandes, son muchos y doy por sentado que no tengo la más mínima oportunidad de salir viva de eso. Pero no me importa, cumplí con mí propósito y por alguna razón haberlo matado me hace sentir tan jodidamente bien. Suelto mi arma y levanto mis manos en alto. El sonido del silbido entre Los Salvadores me hace levantar la mirada hacia arriba. Vuelvo a mirar al suelo, específicamente a la sangre que brota del rostro de Jared. Momentáneamente vuelvo a incorporarme y recuerdo que ante los ojos de Negan, soy un caminante, o lo era, la última vez que me vio.
— ¡Mierda! ¿Qué tenemos aquí? —mueve el cuerpo de Jared con su bate. —Algo me dice que este idiota te cabrío enserio —Negan mueve su bate sobre mí barbilla y la sube despacio hacia arriba. Se aleja un paso hacia atrás y me dice:—¿Cómo carajo es posible?
   Sonrió.
—Realmente tenía algo que mostrarte.

The Walkers And The Cure(TWD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora