27. What we lose, what we have.

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 3.5. Capítulo 27: Lo que perdemos, lo que hayamos.

   El polvo comenzaba a disiparse. El gemido y el chapoteo de los cuerpos sobre el río se mezclaba con el llanto de Michonne. Sus rodillas entumecidas seguían sobre el suelo, intentando, de alguna manera, entender lo que había sucedido. Maggie y Daryl estaban a su lado pero se sentía sola, desarmada, pérdida en pensamientos borrosos y sin sentido. El dolor se sentía como un fuerte golpe en el pecho, el cual le recordaba lo que acababa de perder. No estaba preparada para perder lo, no tan pronto.
   Con las lágrimas secas y las rodillas más entumecidas que antes, Michonne se puso de pie finalmente. Caminó hacia el puente, o lo que quedaba de él y observó a su alrededor. Daryl le había sugerido volver a Alexandria, estar con Judith pero ella se negó. Necesitaba ver con sus propios ojos el cuerpo de Rick. Necesitaba hallar cualquier prueba que le demostrará que había muerto.
   La exhaustiva búsqueda comenzó. Michonne siguió la corriente del río hasta el final de la desembocadura. Revisó los pedazos que habían quedado esparcidos con la explosión pero fue inútil. No había ninguna prueba que demostrará que Rick estaba muerto, ningún trozo de ropa, solo sangre oscura y partes putrefactas de los caminantes. Al cabo de unas horas se detuvo: una parte de ella se sintió esperanzada de no hallar nada, era lo único a lo que podía aferrarse.
   Antes de que oscureciera, regresó a Alexandria para ver a Judith. Pasó la noche con ella, recostada junto a su hija hasta que se quedó dormida. Tanto ella como Judith, con el tiempo, debían de poder superarlo. Seguir con sus vidas. Pero la ausencia de Rick se volvió un anhelo, una desesperante obsesión. Michonne comenzó a soñar con él. Lo veía en su hija, en los pasillos de la casa, en el bosque y en cada caminante que mataba. Había días en los que podía jurar que se estaba volviendo loca, que no podía reconocerse en el espejo o en el brillo de los ojos de su hija. Otras noches, miles de noches, en las que no dormía divagando en la esperanza de volverlo a ver. Noches en las que dejaba simplemente de pensar. Darya la encontró muchas veces hablando consigo misma, delirando que se trataba de Rick, como si estuviera con ella en todo momento. Le reprochaba todo el trabajo que ahora debía hacer sola, como los problemas se acumulaban uno sobre otro.
   El primer mes pasó ante toda probabilidad de superación. Y con él, noticias inesperadas. La nueva líder estaba embarazada.
   Ante todo el dolor y la incertidumbre, Michonne tenía un motivo para mantenerse fuerte como lo había hecho antes.
   Inconscientemente, Darya se estaba acercando a Michonne más que antes. Disfrutaban de largas charlas con más frecuencia, por lo que era inevitable conocer sus historias , sus pasados. Las anécdotas eran una pequeña ventana al placer de olvidarse de los problemas.
—Ten— le alcanza una taza de café a Darya y vuelve a la cocina para llevar una segunda taza. Una toalla blanca cubría su cabello húmedo, haciéndola lucir relajada.
—No podría imaginar mi vida sin ellos— comentó Darya con cierta melancolía en sus palabras—. Ezekiel me ha dicho que tengo dotes maternales pero siento que muchas veces no estoy a la altura de siquiera permitirme que Henry piense en mí como una "mamá". Por eso siempre preferí ser "D". Mi mama era la más cercana a mi, agradezco poder compartir ese amor con Henry.
—Soy madre y veo en ti el amor de una.
   Darya sujeto la taza con ambas manos dejando salir un pequeño suspiro de alivio. Escuchar eso la hizo muy feliz.
   Al terminar las bebidas, ambas se despidieron con un abrazo. Michonne subió a su habitación para irse a dormir y Darya se escabullo a la celda donde Negan estaba durmiendo. Sus ojos se habían adaptado a la perfección en la oscuridad. De modo automático, su mano introducía la llave en la puerta de la celda y luego daba unos pasos hasta llegar al borde la cama. Se inclinaba un poco y allí lo tenía. Dormido como un bebé.
   Sin quitarse el calzado se acomodo a su lado de la cama. Lo más cerca posible para caber ambos. Haciéndose espacio entre el pecho de Negan y el borde de la cama, Darya se aferró a su cuello, moviendo el brazo izquierdo de Negan sobre su cadera para que la rodeara apegadamente. Una vez que estuvo cómoda y casi acoplada a la perfección, se quedó dormida.
   La noche estaba en el punto exacto de fresco. Ni muy fría, ni muy calurosa. Por lo que pasó un largo tiempo hasta que uno de ellos se movió para acomodarse de lugar. Negan fue el primero en reacomodarse, moviendo su cabeza para incorporarse de un sueño pesado. Quiso mover una de sus manos para refregarse los ojos pero estas estaban ocupadas como sostén sobre su invitada nocturna. Su brazo izquierdo se abstrajo lentamente de la cadera de Darya, movió el otro brazo, que a medio entumecer estaba atrapado debajo suyo. Maniobrando ambos brazos, los acomodo primero el derecho de manera arqueada, por encima de la cabeza de Darya y con el izquierdo se ocupó de mover un mechón de cabello detrás de su oreja.
   En silencio, él la observó por un rato largo. De vez en cuando, las yemas de sus dedos acariciaban su mejilla y labios. De vez en cuando, sus labios se tentaban a dejar sobre los suyos pequeños besos. Volvía a acariciar su rostro, volvía a besar sus labios cuidadosamente.
—Cariño, despierta— susurró Negan, acariciándole el cabello.
   Darya abre los ojos y ve a Negan. Sus ojos nuevamente se vuelven a cerrar.
— ¿Hace cuánto me observas?— preguntó sin abrir sus ojos.
—Lo suficiente— se acerca a sus labios— para no querer dejarte ir.

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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