Prólogo:

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Prólogo:

Atlas Bradford:

Mi vida no era nada fácil, la muerte de mi madre me había dejado muchos traumas en el camino, ya no tenía con quién hablar ni con quién desahogarme.

« Mamá lo era todo para mí »

Mi padre siempre decía que un hombre nunca debía entregar su corazón, un hombre no tenía que tener a una sola mujer en su vida, por eso este siempre le era infiel a mi madre, no solo con una prostituta si no con muchas.

« Todas se las restregaba en su cara »

« Era una escoria »

Yo no crecí con esas costumbres, a pesar de que mamá murió cuando tenía doce años, mi adolescencia fue tranquila; tenía una vida normal con chicas normales, hasta que llegó ella.

« Mi martirio »

« No la conocía, pero la odiaba »

Mi futura madrastra estaba en camino, mi padre se había comprometido con una chica menor  que él por treinta y cinco años, el tenía sesenta y cinco y ella era una joven a su lado.

« Una aprovechada »

« Una mujer ambiciosa que solo amaba el dinero de mi padre »

Este decía que hizo una buena obra con la chica, la única familia que tenía estaba en graves circunstancias económicas y él la ayudó.

Se suponía que sería una relación por conveniencia, ellos tenían que estar casados por un año mientras mi padre le pagaba la deuda de la granja de su abuela.

« Puras mentiras »

« Sabía que ella era un mentirosa y la odiaba por eso »

Papá tenía que consumir su matrimonio y al igual que lo hizo con mi madre; engañaría a esa chica también.

Solo esperaba que no se suicidara como lo hizo mamá al no aguantar más los desplantes de mi progenitor.

— Ella está aquí — Dijo papá de pronto, ambos estábamos sentados en la sala, tomando una copa de whisky para relajar el ambiente.

— No me interesa conocer a tu gatita interesada, llámame cuando se haya ido.

— Aún no lo entiendes, necesito que se lleven bien porque ella vivirá con nosotros; será solo mientras mi fama de mujeriego se termina, solo así tendré el control de la empresa de tu abuelo.

— Pensé que solo era una prostituta más. — demandé.

— Ya no, seguiré con mis aventuras a escondidas pero al frente de todos; estoy enamorada de esa chica granjera.

— No puede ser, debe de verse como una loca llena de plumas de gallina y con olor a caca de vaca...

— No te estoy pidiendo que la critiques, solo que le sonríes de lado, necesito este trato, acomodaré mi vida y ella luego se irá.

—  Promete que la echarás a la calle cuando pase el contrato — Hice una pausa y recordé algo que estaba en mi cabeza — ¿Y si se embaraza? Lo hará para atrapar tu fortuna.

— ¿Quién dice qué tendré sexo con ella? — Respondió papá — No me interesa en lo físico, solo necesito que delante de los demás se muestra cariñosa, que crean nuestra mentira.

— Así será entonces, no le pondré fácil la vida a mi querida madrastra.

— Solo no te metas con ella ¿De acuerdo? — Negué sonriendo, papá ya no tenía poder sobre mí, lo único que esperaba era poder terminar mi carrera de medicina y marcharme pronto, a mis veinticinco años ya había logrado todo lo que quería, solo faltaba mi diploma.

Mi progenitor salió de la casa, recibió a su prometida y esperé que entrara con la granjera, no sabía si tenía el cuerpo como una morza o si era una chica mitad gallina, así que caminé por la sala para controlar mis nervios.

« ¿Por qué estaba nervioso? »

« Solo era una mujer más de papá »

« Otra ambiciosa del montón »

— Altas.... Te presento a Adeline Riggs, mi futura esposa y tu futura madrastra. — Me volteé esperando encontrar a la chica mitad gallina pero estaba muy equivocado, frente a mí estaba una hermosa mujer de cabellos negros.

Su piel se veía tan suave y blanca que parecía la copia de blanca nieves, sus mejillas estaban rojas, su larga cabellera color negro le llegaba un poco más abajo de la cintura y su cuerpo... No podía describirlo.

Tenía los senos grandes, su piel blanca sobresalía por el escote de la blusa, un abdomen plano digno de una belleza, piernas largas y sensuales, con un trasero en pompa, un deleite para cualquier hombre.

« Yo también me incluía »

Su rostro era angelical; una belleza exótica. Casi la vi con compasión pues sabía el infierno que le esperaba al lado de mi padre, pero recordé que se casó por interés y que no era nada más que una mujer caza fortunas.

Así que endurecí mi rostro y la miré con desprecio.

— Hola madrastra, será un placer compartir mi casa contigo.

— Gracias, mucho gusto y el placer es mío. Pensé que tu hijo era un niño — Lo último lo dijo a mi padre.

— Lo sé, nunca te expliqué que mi hijo ya era lo suficientemente mayor.

— ¿Cuántos años tienes? — Le pregunté a la chica de labios rojos.

— Treinta.

— ¿Te das cuenta de la diferencia de edad que hay? — Inquirí, papá me miró con odio, él odiaba que yo me metiera en sus negocios, porque eso era ella para él, otro contrato más.

— Lo sé, pero estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para que esto funcione.

— ¿Dónde dejaste a las gallinas, granjera?  Papá dijo que tienes una granja.

— No es mi granja, es de mis abuelos y me siento orgullosa de haber trabajado allí.

— ¿Trajiste lo necesario? ¿Las plumas y las botas de hule? Todo eso se necesita en invierno.

— ¡Basta ya! ¡No te burles más de su condición pasada! Eso es pasado, ahora ella será mi esposa y debes respetarla.

— Tú nunca respetaste a mamá, no esperes que la respete a ella. — Me dirigí a la mujer que me veía con cautela y terminé de ser cruel con ella: — Aquí no encontrarás un gallinero para dormir, aprovecha este año porque nunca verás tantos lujos como en esta casa. — La miré por última vez llenádome de satisfacción al saber que la lastimé con mis palabras, dejé la copa en la mesa y subí a mi habitación.

« Le esperaba un infierno conmigo »

« Era guapa pero la detestaba por ambiciosa »











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Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora