4. [La mudanza]

952 27 0
                                    

4. [La mudanza]

Adeline:

Los días habían pasado desde la cena con Hernán, mis abuelos estaban más tranquilos pero aún se sentían desconfiados con el contrato.

Llegó el día que tenía que mudarme con él y después de renunciar a mi trabajo en la cafetería, había recibido mi pago y se lo entregué a mis abuelos.

Aún no sabía que me iba a llevar, pues estaba hablando con Hernán y me dijo que lo único que necesitaba era mi ropa.

« Todas mis pertenencias quedarían en la casa de mis abuelos »

Ya tenía mi maleta lista, Hernán llegaría en cualquier momento y me sentía nerviosa.

Eran otros aires lo que conocería, era la ciudad y nunca antes estaba acostumbrada a vivir en un entorno tan lleno de autos y ruido.

Tendría que cuidar al hijo de Hernán, no sabía si estaba en la escuela o la preparatoria y lo peor tal vez era un adolescente en su etapa más complicada.

Pero estaba dispuesta a cumplir mi papel de esposa, lo haría por la granja y por mí.

« Tenía que cumplir mi palabra »

—  Hija, llegó Hernán. — Mi abuelo me llamó y tomé mi maleta para bajar a la entrada.

« No podía creerlo »

« Todo se estaba volviendo realidad »

— Buenas noches — Saludó este cuando entró, besó mis labios rápido y me ayudó con el equipaje.

— Los voy a extrañar mucho, pero nos veremos en una semana para la boda.

— Te amamos hija, cuídate mucho — Mis abuelos me abrazaron y fue imposible que no llorara.

— Los veré muy pronto y los llamaré todos los días — Dije.

— Los trabajadores llegarán mañana, el contador vendrá a hablar con ustedes y el personal del campo empezará mañana con los pastos. — Dijo mi futuro marido.

— Necesitamos poner cercas en la propiedad, si no nuestras vacas se saldrán. — Declaró mi abuelo.

— No se preocupe señor Riggs, de eso se encargarán los trabajadores.

— Cuida mucho a mi nieta — Habló la abuela y me dió pena, amaba mucho a mi pequeña familia; no quería dejarlos.

— Lo haré, de hoy en más será mi tesoro. — Afirmó Hernán y sonreí, sabía que estaba fingiendo pero no pude evitar que mi corazón se alegrara, nos estaba ayudando de verdad.

«La propiedad volvería a ser la misma de antes»

— Tenemos que irnos, pero espero verlos pronto.

— Los quiero, cuídense mucho.

— Te queremos Adeline — Nos abrazamos una última vez y salí detrás de Hernán camino a su auto.

— Te quieren mucho tus abuelos — Dije este cuando ya estábamos subidos en el auto.

— Sí, con ellos crecí; son como mis padres.

— Lo sé, mi di cuenta cuando se despidieron de ti. Eres afortunada de crecer en un ambiente lleno de amor.

— Nunca me faltó nada a su lado.

— Me alegra que tu infancia estuviera tan llena de amor y felicidad — Asentí y el resto del camino continuamos sin hablar, hasta que en un momento me miró y me dijo:

Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora