17. [De regreso a la granja]

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17. [De regreso a la granja]

Adeline:

Mi noche había sido tediosa, nunca en mi vida había dormido tan incómoda, Hernán no se apartó ni un segundo de mí, toda la noche mantuvo su mano en mi cadera, asegurando que no me fuera a escondidas, era lo que quería hacer, ya estaba harta de estar lidiando con ellos dos.

Pero pensé antes en mis abuelos, en lo mucho que necesitábamos ese dinero mensual, en los ingresos de la granja.

« Tenía que aguantar »

« Era solo un año »

Cuando desperté la cama estaba vacía, Hernán no se encontraba a mi lado y suspiré de alivio, por fin me había quitado ese peso de encima.

« Podía respirar sin sentir ahogo a su lado »

« Lo odiaba por ser tan cretino »

« Se follaba a su secretaria y quería conquistarme»

Rápido me quité el pijama, tomé un cambio de ropa y entré al baño, lavé mis dientes y entré a la ducha; tenía que prepararme, quería visitar a mis abuelos.

« Los extrañaba »

« Necesitaba un poco de aire fresco »

Al terminar mi rutina diaria, cepillé mi cabello, lo sequé y lo sujeté en una coleta.

Vestí unos jeans con mi camisa roja favorita, una  escotada pero juvenil que me hacía sentir cómoda.

Al salir a la habitación, Hernán estaba sentado en la cama, con el desayuno servido en una bandeja.

— Buenos días amor — Se levantó y besó mi barbilla.

— Buenos días — Saludé.

— Pronto nos iremos, come algo porque el viaje será largo — Asentí, en la bandeja había frutas picados, jugo de naranja, café, tostadas con huevo y una taza con yogurt, no sabía si podía comer todo eso; pero tenía hambre.

Lo único bueno de que me llevara el desayuno, era que no vería a Atlas en el comedor, no estaba lista para lidiar con él otra vez.

— Gracias por esto. — Señalé la comida.

— No es nada, lo hago porque de verdad quiero recuperarte, te quiero a mi lado.

— Hernán, no estoy dispuesta a acostarme contigo por obligación, no quiero ser una clase de prostituta que acepta tu dinero a cambio de favores sexuales.

— Nunca dije eso... — Lo interrumpí.

— Lo sé, pero quiero que lo tomes en cuenta, sigue con tu secretaria o con tus otras amantes, no voy a tener ninguna relación íntima contigo.

— ¿Es por mi edad? ¿No te gusto? ¿No me deseas? — Negué, ninguno de los factores mencionados eran los culpables, simplemente no lo quería como mi hombre.

« Me gustaba alguien más »

— No Hernán, me llevas una diferencia de veinte años, eso no tiene nada que ver.

— ¿Entonces? ¿Has visto a alguien más? ¿Te gusta otro hombre?

« Sí, tú hijo »

— No, no es eso, solo no quiero compartir cama contigo porque sé que nunca cambiarás, nuestro trato seguirá en pie, solo ante los demás.

— En privado seguiremos siendo fantasmas — Asentí — ¿Qué gracioso, no?

— Hernán, dime una cosa... Solo una cosa y puede que me quede contigo en cuerpo y alma. — Él asintió e hice la pregunta — Hoy estarás solo en casa ¿Hubieras llegado a dormir? ¿Hubieras estado solo esperándome?

Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora