31. [No es lo que parece]

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31. [No es lo que parece]

•Un mes después •

Adeline:

El tiempo había pasado, no podía estar más feliz; me encontraba en un lapso de felicidad que nadie podía arruinar.

Atlas estaba trabajando en un hospital cercano a mi universidad, aunque fuera arriesgado y algunas veces me hacía sentir paranoica porque sentía miradas sobre mí, salíamos a almorzar juntos, Hernán no había vuelto a dormir en la casa, solo regresaba los sábados y todo ese tiempo que tenía a solas con mi hijastro, me hacía disfrutar al máximo; conocerlo y saber de sus más profundos secretos.

Faltaba una semana para que mi contrato se venciera, mi graduación sería al final del mes, exactamente dos semanas después de mi divorcio.

Estaba agradecida porque por fin terminaría mi esclavitud; por fin dejaría de ocultarme de Hernán porque ya no habría nada más que nos uniera.

« El acuerdo de matrimonio ya no existiría »

Hernán no hablaba mucho conmigo, sabía que se quedaba en la casa de su secretaria pero tenía días de no verlo.

« Era algo común en él »

Atlas me aseguraba que su padre estaba bien, tan solo quería privacidad y disfrutar de la vida como la hacía antes, como lo hacía con Fiorella.

« También le había hecho la vida imposible a ella»

« Hernán no era un hombre de compromisos »

Mis clases estaban siendo agotadoras, terminar un periodo era algo complicado; los exámenes finales ya habían terminado pero aún habían muchos proyectos y tareas que tenía que entregar para cerrar mi técnico medio.

Atlas me apoyaba, algunas veces me ayudaba con las clases particulares de matemática básica; la contabilidad me gustaba pero habían algunos temas que aún no comprendía del todo.

« Altas era mi instructor »

Mis abuelos estaban bien, Gilberto cuidaba más su alimentación y aunque Atlas algunas veces le practicaba exámenes de sangre para saber sus niveles de glucosa; mi abuelo decía que él estaba bien y que no necesitaba nada de eso.

Ya era tarde, Atlas no tardaría en llegar a cenar; había preparado una lasaña con carne molida para la cena, quería sorprenderlo y compartir un momento tranquilo con él.

Aún no teníamos nuestra relación definida, Atlas no podía ser mi pareja oficial porque aún seguía siendo la esposa de su padre; el periodo que faltaba para que mi divorcio fuera legal era muy poco, después de eso teníamos que conversar para saber qué queríamos hacer con nuestras vidas.

« Con nuestra relación sentimental »

Coloqué los cubiertos en la mesa, tomé un vino de la cocina y esperé a que mi acompañante llegara para poder contarle de mi día.

— Adeline — Altas entró al salón, aún no me acostumbraba a verlo con el traje completo de doctor, llevaba una gabacha blanca al igual que su pantalón; sus ojos se veían cansados y aunque sabía que era lo que él amaba hacer, también sabía que siempre se encontraba agotado por sus extensos turnos de cuido.

« Mi hijastro era muy responsable con su horario»

— Hola — Saludé con una sonrisa — ¿Cómo te fue hoy? Te ves cansado — Me acerqué y antes de escuchar su respuesta, lo abracé fuertemente.

« Lo había extrañado tanto »

« Mi día mejoraba cuando estaba entre sus brazos»

— Me siento mejor ahora que estoy contigo. — Besó mis labios con cariño, tomó mi mano y continuó hablando: — Hoy llegó una niña pequeña con eficema pulmonar, me dolió mucho saber que fue causa de su madre que siempre fumó cigarros cerca de mi paciente.

Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora