ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ꜱᴇᴠᴇɴ
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Ya había olvidado lo mal que me hacían sentir los hospitales. Cuando bajé del taxi y mi mirada se golpeo con el luminoso cartel del sanatorio donde se encontraba James, cada músculo de mi cuerpo se puso en tensión. Me obligué a caminar a pesar de mi nerviosismo pero una vez dentro, fue imposible. Todo era igual a la noche en la que había perdido a Lexi, incluso tratándose de otro establecimiento. El infernal pasillo blanco resplandeciente, el color azul marino de los asientos de espera, la luz intensa y blanca... Era una pesadilla en la vida real.
Una mano apretó mi hombro, sacándome de mis pensamientos.
— Disculpe la molestia, me preguntaba... — me di media vuelta al oír la voz de Jennifer, la cual al mirarme a los ojos, dejó al descubierto una brillante sonrisa. Sus brazos rodearon mis hombros y me abrazo con fuerza. — ¡POR DIOS, JAKE, SI VINISTE!
Su grito había sido demasiado fuerte. Preocupado, me apresuré a colocar una mano en su boca mientras la dirigía hacia el elevador. Fue cuando estaba por presionar el botón para llamarlo que su codo fue a parar hacia mi abdomen. Solté un quejido mientras aflojaba su agarre y ella apretaba los puños mirándome enfadada.
— ¿¡ESTAS LOCO?! — me gritó con los ojos relampagueando.
La tomé del brazo cuando las puertas del ascensor se abrieron y me apresuré a marcar el piso de internación. Una vez con las puertas cerradas, Jennifer volvió a hablar.
— NO ES UNA AGRADABLE FORMA DE SALUDAR, ¿SABES? — reí mientras su semblante se relajaba un poco. Ella también esbozó una sonrisa. — Me alegra mucho que hayas venido
— Sabes que lo prometí, Jenna — respondí con voz suave. — ¿Alguien más esta aquí además de Noha?
— La hermana de James — murmuró. Su mirada se apago un poco mientras esbozaba una mueca. — No nos llevamos muy bien
No respondí pero estaba seguro de saber lo que iba a encontrarme una vez arriba. Estaba en un error.
Cuando el elevador abrió sus puertas en el tercer piso pasamos a la sala en silencio. No podía evitar sentir un dolor atroz en el pecho pero al ver la mirada perdida y algo triste de Jennifer, supe que tenía que ser fuerte por ella.
La primera figura con la que nos topamos fue la de una mujer de cabello color miel, un par de años mayor que ambos. Frenó a Jenn con voz gélida y supe entonces de quien se trataba.
— ¿Porqué estabas abajo? — su semblante se mostraba aún más arisco que su voz. — ¿James estaba solo?
— Tuve que buscar a un compañero del trabajo en planta baja — respondió con una sonrisa amigable, señalándome. — Y James estaba con la enfermera, no te preocupes
— ¿Porqué siento que no te importa para nada lo que le pase a él, Jennifer? — bramó la mujer. Jenny bajó la cabeza, con lágrimas en los ojos.
— Sabes que no es así, Megan — su susurro se sentía tan roto que temí perderla en ese preciso instante. — Yo solo...
Su voz quebró. Tomó una bocanada de aire antes de seguir.
— Hago lo mejor que puedo — luego, levantó la cabeza con una mirada retadora. — Y sabes que probablemente, él nota más mi presencia que la tuya
La mujer se abalanzó sobre ella y en un segundo, sin siquiera pestañar, la puse detrás de mí, protegiéndola del golpe. La mujer intento esquivarme pero no lo logró.
— No vas a poner una mano sobre ella — solté, con tono calmado. — Aléjate.
La rubia, aún con la ira corriendo por sus venas, se dio media vuelta mientras maldecía en voz baja. Finalmente, antes de desaparecer tras las puertas del ascensor replicó:
— James debería haber dejado que te dispararan
Jennifer no tardó en comenzar a llorar desconsoladamente en el suelo. No supe que hacer.
— ¿Jenny?
La voz de Noha retumbó en todo el pasillo. Al ver a la chica, corrió hacia ella para luego envolverla en un fuerte abrazo. Nadie dijo nada hasta que logró respirar con un poco más de normalidad.
— Lamento esto, Jake — murmuró mientras se ponía de pie, avergonzada. — Vamos, quiero que veas a James antes de irnos a dormir
Asentí con la cabeza sin demasiada convicción. El agente seguramente me detestaba.
Caminamos frente a unas cuantas puertas hasta llegar a la número 251. Una vez dentro, pude verlo. Tumbado en una camilla cubierto de vendas y con una aguja inyectada en el brazo. El cabello alborotado, la mirada perdida y la postura relajada. A su alrededor había flores y peluches pero no parecían incomodarlo. Seguramente había estado bien acompañado.
Sus ojos brillaron al ver a Jennifer pero casi al instante, su semblante se tornó frío y serio al verme entrar a la habitación.
— ¿Qué hace él aquí? — su mandíbula se tensó mientras hablaba. Jenn lo miró con compasión.
— Vino a verte y a apoyarme — respondió con una sonrisa. La postura del chico no se relajó. — Ya puedes dejar la rivalidad ¿okey?
— Te apuntó con un arma en la sien, cielo — le recordó sin ningún tipo de tacto. Estaba alerta. — No puedo dejar esta rivalidad cuando estuvo a punto de matarte
No dije nada, solo me limité a sacar un arma de mi bolsillo y apuntarlo. Él esbozó una sonrisa arrogante mientras Noha y Jennifer me miraban confundidos.
— ¿Vas a dispararme? Hazlo, sabía que esto pasaría a penas cruzaste esa puerta. — James alzó las manos.
— Jake, baja la pistola — tartamudeó Jenn. La miré mientras apretaba el gatillo hacia el techo.
Esperaron escuchar un ruido pero nada se oyó.
— No suelo usar armas cargadas de forma imprudente y mucho menos contra la mejor amiga de mi primo. Jamás atente contra la vida de Jenn — dije sin perder mi media sonrisa.
— Gracias... Supongo — respondió descolocado. — Acércate un poco antes de irte
Obedecí y a paso firme me acerqué a su camilla. Una vez a su lado, susurró:
— Intenta tocarla y no dudaré ni un instante en dispararte con un arma cargada
No respondí y me limité a sonreír, sabiendo que jamás tendría la oportunidad de hacerlo.
Jennifer y Noha eran la familia más cercana que tenía.
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Nota:
Un capítulo bastante largo pero fuera de lo que esperaba escribir. El próximo capítulo lo voy a subir antes pero antes quería plantear estas escenas.
Les gustó el capítulo?
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Detrás de la pantalla - Duskwood
FanfictionDe lo poco que sabemos de él, Jake Danforth jamás tuvo una vida normal. Un desconocido para sus hermanastras, un prófugo de la FBI y un personaje que nos enamoró a todos. ¿Qué hubiese pasado si el misterioso pelinegro hubiese narrado Duskwood? ¿Qué...