5. Nσʂ Tҽɳҽɱσʂ

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Joaquín no esperó a recibir una respuesta al mensaje que envió a su misterioso amigo. Dejó su celular en la mesita de noche y rápidamente se metió dentro de la cama.

Allí estaba todo lo que por largas semanas había añorado. El cuerpo de Emilio descansaba a su costado, con un semblante lleno de paz y una suave calidez emanando a través de su piel; y en aquel momento el castaño podía jurar, que junto a él estaba todo lo que necesitaba para vivir.

Lo acarició por largos minutos, sus dedos rozando con sublime delicadeza cada parte del rostro del menor. Sus emociones de pronto se sentían ingobernables y el brillo de sus ojos delataba las fuertes emociones que inundaban su alma.

Cuándo el cansancio y el sueño comenzaron a hacerse presentes en su cuerpo, se atrevió a poner su cabeza suavemente sobre el pecho de su amado; un gesto sencillo, pero que implicaba tanto para la historia de ambos y sin duda, aquel cercano contacto y el poder escuchar los latidos del oji-café, eran lo que Joaquín más extrañó durante esos 3 meses.


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Polo y Diego se quedaron en el bar por varias horas; la botella de whisky aún permanecía medio llena, pues más que beber, lo que los tenía encantados era su compañía.

El rubio descubrió que Diego necesitaba sólo un par de tragos para tomar una actitud mucho más sociable. El peligris reía con fuerza con cada divertida ocurrencia del ojiazul y en el par de horas que llevaban charlando ya se habían contando detalladamente sus vidas.

Había momentos en que se descubrían observando casi embobados al otro; pero de alguna extraña manera, ambos se sentían tan avergonzados y temerosos de dar algún indicio de intención romántica.

Cuándo ya eran cerca de las 4 de la madrugada y por fin el whisky se había terminado, Diego decidió llamar un taxi, ya que él y Joaquín habían llegado juntos en el auto del castaño. Pero Polo rápidamente detuvo su intención, ofreciéndose cómo chófer, para llevarlo hasta su departamento.

Diego tuvo ciertas dudas al respecto, porque la verdad era que de los dos, el que lucía más afectado por el alcohol era el ojiazul.

- ¿Te parece si yo manejo?, puedes quedarte en mi departamento y mañana cuándo estés más repuesto de la borrachera te vas a tu casa... Lo digo por seguridad - Diego hablaba con una media sonrisa dibujada en el rostro, esforzándose mucho por sonar lo más casual posible.

- Ehhh si, me parece - Polo por su parte no sonó para nada casual, sino más bien bastante ansioso por aquella proposición.

Diego fué bastante precavido a la hora de conducir, por lo que llegaron sin ningún tipo de problemas a su departamento. Se estacionaron justo al lado de un Jeep de color azul, que para el ojiazul le resultó bastante familiar.

- ¿Sucede algo, Polo? - el peligris preguntó al verlo mirando fijamente al auto.

- No, es sólo que éste auto me pareció... muy lindo...-

El Tiempo En Tu Alma // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora