11. Uɳ Cιҽʅσ Qυҽ Mҽ Iʅυɱιɳó

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Todo se sintió cómo un completo caos. Luego de que Kenny se sintiera sobrepasada por los recuerdos, por el dolor y la rabia, dejó tras de ella una marea de incertidumbre y tristeza.

Romina no podía contener su llanto, la sensación de culpa, ira y asco la estaban consumiendo, y un incrédulo Polo corría a abrazarla y a darle algo de contención, mientras que Diego notoriamente nervioso iba a la cocina en busca de un vaso de agua para la castaña.

Emilio dió un fuerte suspiro. Aún no juntaba el valor para ponerse de pié e ir a explicarle las cosas a su hermana. Aquello era algo de lo que no quería hablar, no se sentía preparado para compartir la vergüenza y la pena que sentía con sus seres queridos; y es que en el fondo creía que con hablar, y provocar sufrimiento en más personas, no encontraría la calma a su pesar.

Lo peor, era que sentía la firme y acusadora mirada de Joaquín a su costado. Podía imaginar su preocupación, quizás su tristeza, e incluso su molestia por no haber compartido con él algo tan importante.

El rizado seguía con la cabeza clavada en el suelo, mientras que sus manos unidas le servían de apoyo para sostener su rostro. De pronto levantó la vista, cuándo vió que inesperadamente Joaquín se ponía de pié y se alejaba de él.

Se sintió abrumado, por no recibir una palabra, una última mirada, ni siquiera una pregunta. El castaño simplemente se alejaba sin ningún tipo de explicación. Y Emilio sólo podía verlo, caminar en sentido contrario a él, sin comprender muy bien que estaba por suceder.

Diego y Polo también fijaron sus ojos en Joaquín, ambos también imaginaron que el ojimiel estaba molesto, pero la verdad era que su rostro no mostraba expresión alguna.

De pronto todo fué claro. Joaquín dió un giro a la derecha y tomó el pasillo que llevaba a la habitación de Kenny, dejando a todos bastante sorprendidos, pero también mucho más tranquilos.

- Cariño, ¿puedo pasar? - el castaño abría sutilmente la puerta, y se encontraba con la imagen de la pequeña niña que aún lloraba con gran desconsuelo tendida en la cama.

- Si, adelante - la niña se inclinó rápidamente mientras secaba sus ojos, estaba notoriamente sorprendía por la presencia de ojimiel.

Joaquín se sentó en el borde de la cama junto a la pequeña, y luego de darle una triste mirada la tomó con fuerza entre sus brazos, y comenzó a acariciar suavemente su cabello.

Sin que ella pudiera entender muy bien el porqué, Kenny volvía a romper en llanto, pero ésta vez más fuerte, y con mucho más sentimiento. Y eso era precisamente lo que Joaquín buscaba, ser ese soporte para la niña, ese lugar seguro en el que pudiera depositar toda su angustia. Y es que el castaño sabía perfectamente lo que era sentirse desolado, y estaba completamente seguro que aquello era lo que en ese preciso instante, la pequeña necesitaba.

Después de unos minutos, Joaquín logró juntar el valor para hablar, se separó de la niña, y mientras acariciaba su rostro con gran ternura, mencionó con su voz entrecortada.

- Ya está cariño, todo vá a estar bien... Escúchame, nadie te vá a obligar a ver a quién tú no quieras. Tu papá y yo nos encargaremos de eso y cuidaremos de tí, te lo prometo

Kenny miró a Joaquín con una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.

- Gracias Joaco...


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El Tiempo En Tu Alma // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora