4. Uɳ Rҽƈυҽɾԃσ Eƚҽɾɳσ

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La mezcla de vergüenza, sorpresa y miedo que sintió Emilio al ver a Joaquín tras su espalda, fué de inmediato reflejada en su rostro.

Las ganas que decía tener de llamarlo idiota, fueron extintas en el mismo segundo que miró el miel de sus ojos.

El castaño lo miraba con nostalgia; efectivamente había escuchado todo y a pesar de oír que Emilio admitía amarlo intensamente, no podía evitar sentirse completamente miserable por ser el causante de su tristeza.

En ese momento sus planes de vengarse de Seidy pasaban al olvido, porque nada en el mundo de Joaquín podía ser más importante que Emilio. Y viéndolo ahí borracho y triste por su culpa, sólo podía pensar en una cosa; en las ganas inmensas que tenía de estar junto a él y decirle cuánto lo amaba.

- Sé que piensas que soy un idiota Emilio y de muchas formas lo soy... Pero yo no te he olvidado y no hay nadie más, yo te amo a tí... Sólo a tí

Un silencio incómodo e interminable se hizo presente justo después de que el ojimiel, diera esa tierna y sincera declaración de amor. Emilio sólo pudo observarlo con una expresión de nostalgia. Las palabras que con tanto ahínco le había estado recitando a su amigo, ahora habían quedado completamente extintas ante la inesperada presencia de Joaquín.

- Chicos, que gusto verlos - Polo rompió el silencio en un intento por ayudar a distender el ambiente.

- Hola Polo...- Diego correspondió el saludo del rubio con una sonrisa incómoda.

- ¿Quieren sentarse con nosotros un rato? - el ojiazul sintió en ese momento la mirada asesina de Emilio sobre él, pero decidió ignorarla.

- No queremos incomodar Polo...- Joaquín nuevamente alzó la voz, y agregó con tono nostálgico.

- Por mí está bien... Me dá igual - Emilio se encogió de hombros, sintiéndose de pronto algo valiente por el alcohol en la sangre. Ó era que en el fondo simplemente quería que Joaquín se sentara a su lado.

La mesa dónde estaban era rectangular, pero pequeña y los asientos eran tipo butacas alargadas, en las que cabían dos personas. Diego se apresuró a sentarse junto al ojiazul, dejando a Joaquín sin opción; tendría que sentarse junto al rizado.

Diego puso sobre la mesa una costosa botella de whisky, la cuál había pedido en la barra del lugar antes de darse cuenta que Emilio y su amigo se encontraban allí.

- ¿Quieren beber un poco? - el peligris preguntó mientras servía un vaso para sí mismo.

- Si por favor...- el oji-café respondió apresuradamente.

- ¿No crees que ya has bebido demasiado, Emilio? - Joaquín preguntó en un suave tono de voz.

- Soy lo suficientemente adulto cómo para decidir cuánto quiero beber, Joaquín - el menor respondió algo molesto; aunque en el fondo sabía que seguir bebiendo era una idea tan mala, cómo mezclar licor destilado con fermentado. Sobretodo si eres una persona que no suele beber.

Diego sirvió un segundo vaso para Emilio y luego uno para Joaquín, en tanto Polo hacía lo que podía intentando generar conversación.

- El día de hoy ha sido bastante frío para ser primavera...- el rubio comentaba casual, pero ni Emilio ni Joaquín parecían prestarle atención y Diego lo miraba con cara de "¿enserio hablarás del clima?".

Emilio bebió su whisky de un sólo trago, mientras Joaquín lo miraba atentamente pensando en lo hermoso que se veía incluso estando en el papel de borracho despechado.

- Me sirves otro más Diego - el oji-café mencionó mientras dejaba su vaso de un golpe sobre la cubierta de la mesa.

Diego observó el rostro de Joaquín antes de aceptar la solicitud de Emilio, ciertamente estaba de acuerdo con su mejor amigo y no creía que fuera una buena idea que el oji-café continuara bebiendo, pues se veía bastante mal para ese momento.

El Tiempo En Tu Alma // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora