capítulo cuatro

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El vapor del agua caliente empañó los espejos de su baño, frotó con fuerza todo su cuerpo sintiéndose sucio por todos lados. No, no... Taehyung respiro profundo y continuo su ducha, ignorando su reflejo que parecía juzgarlo. Los chorros de agua cálida apaciguaron su agonía.

Una vez su cabello húmedo descanso en la almohada, cerró los ojos e intento conciliar el sueño. Tenía el cuerpo tenso y las rodillas le ardían, apenas llegó a su hogar se hincó y comenzó a rezar hasta que la garganta le ardió y su boca se seco. Eran pasadas las doce cuando por fin dió por terminado su castigo.

— Oh, dios... Perdóname mi señor, perdóname — Taehyung susurró, lleno de angustia. — Y perdona a ese muchacho, quita esas ideas de su mente. Ayúdame.

Incluso mientras dormía el continuo suplicando un perdón que no había que pedir, llorando en sus sueños al saberse de todo lo que aquello iniciaría y sintiendo una presión en su pecho que lo llevo a tener los sueños más desagradables luego de tantos años de haber descansando en paz.

*

Habían transcurrido apenas cinco años de la guerra que marco la historia, los estragos de la lucha seguían vívidos en la memoria de los viejos e iban a persistir en las siguientes generaciones a través de los niños. Era algo que a Jungkook no le hubiera gustado saber, tener que ignorar todo y partir lejos del país, pero era tan solo un iluso muchacho con un vacío en el corazón por el dolor de una perdida.

Apenas asomó los primeros rayos de luz, Jungkook salió de casa en completo silencio y camino por los senderos de tierra. Una brisa acaricio sus mejillas y suspiro, completamente abrumado por sus propios pensamientos e ideas descabelladas. El entendía que su madre no merecía más angustias, había sido reprochado una y otra vez por su actitud y dolía. Quería hacerle entender a su madre que no debía preocuparse por él, estaba a casi nada de ser un adulto y tras varios años ahorrando esperaba salir del pueblo que había marcado su infancia.

— ¿Por qué estás fuera tan temprano? — preguntó la voz de Yoongi, su vecino.

El joven castaño le palmeo la espalda cuando paso junto a el, caminando directo hacia la hilera de casas que esperaban leer las noticias matutinas. Jungkook siguió su paso.

— Eso debería preguntar yo.

— Nah, ya sabes — sacudió los papeles en sus manos — Tengo que entregar las noticias antes de que den las siete.

— ¿Algo nuevo?

— Por el momento está todo tranquilo, pero leí un artículo que hablaba sobre una posible disputa entre las dos coreas.

— Suena interesante — musitó afligido, su mirada en la tierra.

Yoongi dejo a un lado el montón de periódicos con sus labios apretados, preocupado se acercó a su amigo y lo rodeo por los hombros, intentando hacerlo reír lo sacudió despacio buscando llamar su atención.

— Te ves triste, Kook. ¿Qué pasó?

— Es mamá, ella aún sigue detrás de mi todo el tiempo. Y ayer no dejo de buscarme hasta bien entrada la noche.

— Pues claro, es tu madre ¿no? — burló Yoongi, el de mechas azules le dió una mirada. — Ah, mira. No entiendo mucho porque haces lo que haces, tampoco quiero entrometerme; pero deberías dejar de huir y superar lo que sea que haya sucedido. ¿Uhm, qué tal? De todos formas, sabes que siempre tendrás aquí a tu mejor amigo.

Jungkook le golpeó la costilla, sacándole una entrecortada carcajada al castaño.

— ¿De cuándo aquí eres mi mejor amigo, eh?

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora