Decidió entonces que volvería al pueblo.
Fueron días en vela lo que le llevo a tomar dicha decisión, Jungkook solamente podía pensar en las palabras de Eunwoo y la expresión en su rostro cuando comenzó a llorar por el amor de un hombre. Había sentido por primera vez que era entendido y no juzgado. Él había sentido ese afecto que durante tanto tiempo le había hecho falta y que lamentablemente su madre no había sabido darle.
Por supuesto, dejo pasar unas semanas ya que no le gustaba la idea de dejar su trabajo y todo lo que había conocido en los últimos días. Evitó a toda costa conocer a alguien más, incluso si las muchachas se acercaban con la intención de obtener más que una amistad; Jungkook las rechazo amablemente alegando que en casa espera por el su amada. Ese fue otro golpe a su corazón, el no poder decir libremente que la persona que amaba era un hombre.
Probablemente sería burlado y humillado, quizá ellos no serían tan extremos como la gente del pueblo pero eso no quitaría el como sería apartado, como si tuviera una peste.
Fue a fines del mes de marzo que Jungkook partió de regreso a sus tierras.
Ese día se despidió solo de Eunwoo, ya que sus padres aún no volvían de sus viajes, les dejo una carta y un poco de dinero a su primo antes de fundirse en un abrazo en el que casi derrama un par de lágrimas. El hombre le prometió irlo a visitar en algún momento, ya que él había tomado su puesto en la panadería sin ningún problema. Jungkook se alegro por eso, así su primo ya no se sentiría tan solo y aburrido en la enorme casa.
—Se valiente, Kook —dijo, las manos en sus hombros— Y lucha por el pastor Kim si él es lo que tu corazón pide.
—Gracias, Eunwoo. No sabes cuánto aprecio este tiempo contigo —sonrió— Volveré pronto, si las cosas no salen bien. También intentaré convencer a mamá, no quiero que siga viviendo allí.
—Mucha suerte, hermano.
Jungkook alzó sus comisuras, sus ojos cálidos al darle una palmada a Eunwoo que ya tenía los ojos húmedos.
Ese fue el adiós, el de mechas azules ajustó su bolso con la mayoría de sus cosas en la parte de atrás de su moto y luego se montó en ella. Hizo rugir el motor y una vez encendió, le dió una última mirada al hombre que seguía en la puerta de su casa, luego le alzó el puño con un pulgar arriba y partió.
Si esa era la última vez que se verían, Jungkook estaba plenamente feliz y seguro de que no se arrepentía haber compartido con él todo como si fueran verdaderos hermanos.
*
Una vez estubo en las afueras del pueblo, se detuvo y apoyo la moto en el montón de tierra. Se quedó viendo durante un breve instante las casas que se alzaban en picos ya viejos y como reinaba en ella el silencio. Jungkook notó inmediatamente la diferencia del pueblo y la ciudad, porque en ella el se había sentido bastante vivaz con toda la algarabía que se arma en las avenidas, pero ahora en este decadente pueblecito... Si pudiera describir el sentimiento con algún color, él definitivamente escogería el gris.
Encendió nuevamente su moto y condujo hasta la calle en la que encontraba su casa.
Evitó pensar en la idea de correr a los brazos de Taehyung porque aún se sentía herido y no tendría idea de que decir un vez lo tuviera en frente. Quería hacer muchas cosas apenas pisó tierra, pero se abstuvo y una vez tocó la puerta de su hogar, aclaro su garganta y acomodó su chaqueta.
—¿Hijo? —fue su madre la que habló primero, su rostro decaído se iluminó al ver la sonrisa de su muchacho— ¡Jungkook, hijo!
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Jardín de Amapolas 敌人 kookv
FanfictionSiendo un fiel creyente del libre albedrío, Jungkook asegura que no está en la obligación de tener que creer en algún Dios. Mientras que Taehyung, el sacerdote del pueblo, cree fielmente que puede encaminar a cada joven antireligioso con el que se t...