capitulo dieciséis

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Al mediodía se tomaron las manos y caminaron rumbo al pueblo, está vez una bonita sonrisa adornaba sus mejillas. Sin embargo, no duró mucho al avanzar unos cuantos metros. A mitad de camino fue que escucharon un estruendo, seguido de gritos y para su sorpresa algunos disparos. Jungkook sostuvo más fuerte la mano del pastor cuando lo notó tenso y dispuesto a correr hacia el peligro.

—¡Tae, espera! —gritó el muchacho, abrazando la cintura del mayor para pegarlo a su pecho mientras lo arrastraba detrás de unos árboles— Cálmate, por favor... ¡No puedes ir!

—¿Qué no oyes? Jungkook, está pasando algo allá. Los niños, la iglesia... ¡Dios, tu madre está ahí también!

—Lo sé, cariño. Pero espera por favor, es peligroso. Podrías salir herido —Taehyung comenzó a respirar agitado, sus dedos se encontraban aferrados a la ropa del menor— Estarán bien, amor, todo estará bien. Aguardemos aquí un poco ¿Bien?

Aún con esa aura cansada y angustiada, el pastor asintió y se apego a su pecho, suspirando y tratando de calmar el timbre que aturdía a sus oídos mientras que en el fondo aún se oían algunos disparos y más gritos. Por otro lado, Jungkook no entendía que sucedía, pero sus dedos estaban fríos y las piernas le temblaban. Estaba tan asustado ahora y a pesar de que el pelinegro era el mayor de los dos, sentía en su corazón esa necesidad de protegerlo y brindarle un hombro en el que apoyarse. Al menos hasta que las cosas se calmaran podría mantenerse de pie solo por su pastor y aguardar a que todo saliera bien, sin tener que seguir asustados por el futuro.

—Creo que ya pasó.

—No oigo nada, parece que sí —susurró— ¿Qué habrá ocurrido?

Jungkook negó, aferrado a la mano del pastor y comenzando a caminar fuera del bosque. Ambos miraron a todos lados, sin hacer ruido llegaron a la enorme piedra que marco su inicio y al cruzar las primeras casas notaron el enorme desastre que se había armado. Muchos de los abarrotes de los abuelos habían sido saqueados y algunas verduras estaban aplastadas y tiradas por todo el camino de tierra. Las casas tenían algunas puertas abiertas a la fuerza, aún habían residuos de las cenizas producto de las antorchas de anoche y marcas de botas en el lodo.

Taehyung guardo las manos en sus bolsillos cuando Jungkook soltó su mano y ambos caminaron cautelosos, había un silencio abrumante a su alrededor. Caso asfixiante mientras daban pasos hasta llegar a la avenida en la que deberían separarse.

—Ire a ver la iglesia, temo que hayan saqueado las cosas del almacén.

—Esta bien, Hyung. Ten cuidado —sonrió— Yo iré a ver a mamá. Y no te preocupes, quizá esto fue obra de los forasteros.

Dispuestos a darse un último abrazo, Jungkook se acercó un paso y fue justo la voz de un viejo que conocía a la perfección lo que hizo que se detuviera. Sus ojos se abrieron junto a los del pastor que había comenzando a sudar.

—Vaya, vaya... Así que mi hija no mentía —dijo, detrás de él comenzaron a salir varios de los pueblerinos con antorchas en mano— El padre Kim no es más que un desviado, usando el nombre de Dios en vano. ¿No le da vergüenza, Taehyung?

—¿De qué habla? —refutó el menor, dando un paso lejos del mayor— ¿No fue su hija la que siguió e insinuó al padre Kim, intendente?

Taehyung se percato de la presencia de Jisel a un costado de su viejo padre, ella tenía los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión fría y aparentemente de asco adornada esa cara que ahora solo le producía náuseas. No podía creer que ella en verdad se había atrevido a seguirlos, y temía que incluso los hubiera visto. Pero no podía ser, Taehyung se había asegurado de que nadie lo viera al salir de la iglesia. Al parecer se había equivocado.

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora