capitulo ocho

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Taehyung tiene una piel delicada, pensó Jungkook.

Allí en sus brazos, notó el color que adornaba sus mejillas y la humedad de sus lágrimas. Alternaba entre verlo a él y al camino, rogando no tropezar con alguna raíz sobresaliente y siguió el sendero que luego de tantas visitas se había grabado.

Cuando volvió a cruzar la cornisa verde, se dirigió al pequeño fuerte que había hecho con algunas ramas y plantas. Detrás de unas rocas, el viento dejo de correr y  con cuidado soltó el cuerpo inconsciente del hombre, acariciando sus cabellos y apartando unos mechones de su rostro. La tierra aquí junto a la hierba, eran muy suaves así que Jungkook se acomodó a su lado y lo rodeó con sus brazos, tirando de Taehyung hacia sí mismo. Podía sentir aún el temblor que daba y se obligó a creer que se debía al frío.

No pensaría más ahora, le pesaban los párpados y en lo alto del firmamento; la luna fue testigo de algo que heriría dos corazones. Se durmió entonces, su dolor entremezclado con su ira le hizo arder la cabeza y en el fondo se oyeron aullidos y el chillido lamentable de una liebre.

*

Al amanecer, el canto de las aves y el caudal del río lleno los oídos de un Taehyung adormilado. Tenía los ojos hinchados y el cabello revuelto cuando se puso de pie tambaleante, acercándose al estanque a beber un poco de agua. No vio a Jungkook cerca y eso le produjo un alivio, respiro hondo y se dejó caer en la hierba.

Taehyung quería irse pero entendía que ya había hecho el ridículo al salir corriendo sin tener idea de cómo llegar al pueblo. Además, el muchacho había sido muy atento al tener que cargarlo todo el camino de vuelta. Casi se sonrojo con la imagen de Jungkook sosteniendo detrás de sus rodillas y apoyando la cabeza en su pecho.

Casi.

Dejo se pensar en ello al oír los pasos del chico acercarse a él. El pastor se dió la vuelta y una margarita fue lo primero que sus ojos vieron, luego subió al rostro del menor y vio las ojeras que rodean unos ojos dulces y que no apartan la mirada frente a su escrutinio.

—¿Por qué?

—Te ves... triste, Taehyung —dijo— Lamento no haberte llevado al pueblo, pero ya era muy noche. Sería peligroso para ambos.

—Lo sé, no te preocupes —musitó, luego tomó en sus manos lo que le ofrecía apegando la margarita a su pecho después de oler su aroma. —Gracias, Jungkook.

Caminaron de regreso en silencio, cada uno sumergido en sus propios pensamientos intrusos, solo mirando al frente o la tierra húmeda. El padre decidió contar los pasos que deban y dejo una marca cerca de un árbol para poder orientarse. En el fondo, Jungkook se llenó de calidez al creer que el hombre a su lado planeaba regresar en algún momento a su pequeño y hermoso lugar.

Debatió entonces en si disculparse por lo sucedido la noche anterior, por su arrebato, pero Jungkook no se arrepentía. No existía un ápice de duda en el, ni inseguridad porque había sentido lo que Taehyung al besarlo. Lo intuía y estaría dispuesto a todo por él, esperaría. Incluso si se equivocaba. Entonces, tomó la mano del pastor y entrelazó sus dedos, ignoro la presión en su pecho cuando Taehyung intento soltarse y lo sostuvo más fuerte, siguiendo el sendero que tenía tatuado en su memoria y viendo poco a poco las casas del pueblo alzarse.

Cuando pasaron por la singular piedra en la que siempre se encontraban, inhalaron hondo y vieron a su alrededor procurando no ser vistos por nadie. Taehyung tiró de su mano y soltó la suya en un movimiento brusco, Jungkook se tambaleó en su sitio y lo observó preocupado.

—Te dije que no volvieras a hacer algo así, ¿No lo entiendes?

—¿Qué tiene de malo? —preguntó con el surco de sus cejas frunciéndose.

—Es incorrecto, Jungkook. Sabes que no está bien —el se aparto y dió los primeros pasos lejos de el. El alba llegaría muy pronto y entonces los pueblerinos saldrían a hacer sus tareas diarias— Me iré ahora, la iglesia aguarda.

Pero Jungkook no lo dejo ir, sostuvo su muñeca y apretó ahí. Sus ojos dejaron de ser cálidos y lo sacudió.

—¿Qué con esa mierda? —dijo entre dientes— ¿Te irás así y ya, Taehyung?

—Sí, déjame ya.

—No te irás hasta que me digas que pasa, dime. ¿Fue por qué nos besamos?

Inmediatamente Taehyung volteo a verlo asustado y tiro de su brazo sin poder soltarse aún, se sacudió con fuerza soltando un quejido cuando los dedos del muchacho lastimaron su piel por el movimiento. Jungkook se preocupó y sostuvo la otra con suavidad, tratando de calmar al hombre que intentaba con toda su fuerza soltarse.

—Ya basta, ¡basta, déjame! —gritó furibundo.

—Para, para... ¡Taehyung, estas lastimándote!

—¡Entonces suéltame ya!

—¡No voy a dejarte así! ¡Dime qué pasa!

—¡Dije que me dejes!

—¡Dímelo!

Taehyung lo vio a los ojos y su miedo lo cegó completamente, no quería tener esa clase de emociones, las odiaba. Él debía castigarse, debía hacer que Jungkook lo dejara en paz.

— Me das asco, eso es lo que pasa —dijo por fin, mirando sus ojos y dejando de forcejear. El agarre del chico titubeó— No te quiero cerca de mí de nuevo, eres un sucio, blasfemo. Cómo pudiste pensar siquiera en que dos hombres... En qué nosotros... Ah, creo que ya lo entiendes.

Jungkook lo soltó y dejo caer los brazos a sus costados, sus labios estaban entreabiertos al igual que sus ojos húmedos. Taehyung retrocedió y miró a otro lado, evitando decir algo más cuando escuchó el primer sollozo.

—Lo entiendo, pero no tienes idea de cuánto me duele... —musitó bajito.

—Bien, no me importa. Ahora vete —él no se movió, su voz tembló— ¡Dije que te fueras!

—¡Vete tú! ¡Lárgate si eso es lo que quieres! Yo creí... —se detuvo, respirando hondo y limpiando sus mejillas— Puedes irte a la mierda, padre. Espero que tu porquería te consuele y sepas cargar con ello. Carga con esta cruz, Taehyung.

No soporto escuchar más y el pastor salió corriendo, ignorando las miradas curiosas al pasar por los primeros puestos abiertos en las avenidas, corrió al único lugar que consideraba su refugio y se encerró en el. Viendo su reflejo en el espejo de su baño, entendió porque lo miraban. El no había dejado de llorar y sus ojos, inyectados en sangre e hinchados, mostraban un inimaginable dolor que creía no sentir. Pero no entendía, ¿Por qué, por qué...? Si eso era lo correcto, si eso era lo que había leído. Si esa era su palabra. ¿Lo era?

Golpeó el lavamos y saco sus ropas con prisa, dejo que el agua fría escurriera, no importo el castañear de sus dientes por el cambio de temperatura. Frotó su cuerpo con fuerza, tallando la piel y dejando un rastro enrojecido en el camino. Su mente traicionera no dejaba de susurrarle lo mismo, en un repetitivo tono miserable y luego alzando tanto la voz que su cabeza comenzaba a pesar.

Sucio, sucio. ¡Sucio!

Dejo correr más fuerte la regadera y se cubrió de pies a cabeza, el frío menguo su inminente migraña y tembloroso se dejó caer en la tina. Pasos minutos ahí, casi una hora mirando a la nada, sin pensar en nada más. Sus dedos habían perdido color y yacían arrugados en las puntas, había caído un poco de agua fuera de la tina y su piso estaba mojado. Incluso con el goteo molesto del agua el primer sollozó del muchacho seguía claro en su memoria.

Después de unos días, Taehyung se enteró que el hijo de la señora Jeon había partido a la ciudad y no tenían idea de cuando regresaría... o si lo haría. Él volvió a repetir el mismo proceso, torturando no solo su cuerpo sino también a su mente y corazón.

*

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora