capitulo nueve

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Fueron interminables los días luego de lo que aconteció, porque Jungkook se había marchado y no sabía si el muchacho volvería. No hubo despida ni aviso, Taehyung lloriqueó al recordar el momento exacto en el que su boca no dejo de soltar palabras hirientes. Lo entendía y muy a su pesar, sabía la razón detrás de esa precipitada decisión. Sin embargo, evito pensar en eso las semanas siguientes. Se concentró en los niños y cuidar de su iglesia, mantuvo su mente ocupada de esa manera. Paso días enteros yendo y viniendo de la casa de la señora Jeon al centro del pueblo, luego corría al orfanato y jugaba con los niños. Ellos indudablemente fueron un sedante a los pensamientos que carcomían su cabeza y le causaban migraña.

Paso la nochebuena encerrado en su casa, oyendo la algarabía afuera, se aferró a sus sábanas y se forzó a dormir. Había sido invitado, por supuesto, más no se encontraba con los ánimos usuales así que se negó amablemente. Daba igual, el no bebía y el ruido le molestaba demasiado. Solo se dispuso a dormir y al día siguiente continuar con sus tareas habituales.

Al despertar, sintió el cuerpo frío y los labios resecos. Ofuscado se dirigió al baño y comenzó su aseo, había pasado días sin tocar las ropas de la iglesia así que sintió un peso en su hombros al momento de estar listo y con el cíngulo aferrado a su cintura. Partió a la iglesia cuando el sol poco a poco se asomaba, no vio al jardinero y asumió que el hombre llegaría tarde.

—Oh, padre. Buenos días —alzó la vista frente a la voz del intendente— Lamento la intromisión.

Taehyung se inclino y saludo al hombre, la muchacha a su lado hizo lo mismo. Él la reconoció como su hija, al parecer había llegado al pueblo por vacaciones.

—No se preocupe, intendente —sonrió— ¿A qué debo el honor de su visita?

Mientras conversaban, se dirigieron al interior de la iglesia. Taehyung se fijó en que la muchacha traía la cabeza baja y las mejillas sonrojadas, extrañado se volteo a ver al hombre y dirigió su total atención en su conversación.

—He estado visitando ciertas partes del pueblo, joven Kim. Me han contando cosas —musitó, Taehyung tragó saliva— Todo ha ido muy bien por aquí, por lo que he podido ver. ¿Es así?

—Por supuesto, la misa se hace con regularidad y cada vez son más los que asisten. Es agradable.

— ¡Que noticia! Era justo lo que esperaba, padre. Usted a sido de gran ayuda —una sonrisa extraña adorno su boca— Por eso me he tomado el atrevimiento de organizar un almuerzo, joven Kim. ¿Estará libre hoy por la tarde?

—Oh, señor. No es necesario...

—Insisto, padre. Permítame agradecerle con un buen plato, los ganaderos han dado sus mejores terneros. Comerá como los reyes y mi hija —él tiró de la muchacha y la puso en frente, sin delicadeza— Mi tesoro estará encantada de servirlo ¿No es así, Jisel?

— Sí, padre —ella lo miro a los ojos, tomándose el atrevimiento de sostener sus manos— Por favor, diga que sí.

Taehyung respiró hondo y suavemente retiró sus dedos de entre los de la muchacha, la sonrisa en su boca flaqueo al verlo cruzar sus brazos detrás de su espalda. El intendente soltó un bajo suspiro y se negó a voltear los ojos, el tipo delante suyo parecía reacio a aceptar su oferta.

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora