El resentimiento era una emoción bastante dura y carente de raciocinio, Taehyung lo sabía mejor ahora debido a su situación y casi siempre había leído sobre aquello en los libros de la iglesia. Cada acontecimiento pudo haber sido evitado con tan solo charlar y dejar el pasado atrás. Pero los hombres no entendían aquello, se aferraban a su imperiosa sed de venganza con un impetu casi devastador.
Preso de su tristeza, el pastor abrazo sus rodillas y oculto la cabeza entre sus piernas que yacían contra su pecho. Las paredes llenas de moho y probablemente lodo seco —Taehyung quería creer que era eso y no algún otro residuo— destilaban un hediondo olor. Era asfixiante y al parecer no planeaban sacarlos de ahí, ya habiendo pasado por lo menos unos dos días sin comer ni beber nada más que angustia. Jungkook incluso había llegado a perder la conciencia y el rugido de su estómago hacia eco en el miserable calabozo al que habían sido arrojados. Nadie había escuchado de razones o siquiera los habían visto a los ojos, el pastor se quedó de piedra cuando a lo lejos entre toda la trifulca, la mamá de su pequeño ciervo veía todo con los ojos rojos y llorosos. Esa mujer sollozaba contra las palmas de su mano y aunque la distancia era mucha, Taehyung pudo sentir el dolor en aquel gesto y entonces solo pudo bajar la cabeza lleno de vergüenza.
En ocasiones, Taehyung se soltaba a sollozar y permitía que el muchacho de mechas azules lo presionará contra su pecho. De alguna manera, la calidez que Jungkook le brindaba hacia que su miedo se redujera considerablemente, adormeciendo sus sentidos durante breves intervalos de tiempo en los que se permitía soñar que corría por el enorme pastizal de su lugar secreto y que su Jungkook lo perseguía entre risitas y tropezones. En esos momentos era cuando se daba cuenta de que la guerra no era el mayor de sus problemas, ni la decepción en los ojos de las personas que decían quererlo podía hacer que el pastor se retorciera de agonía como la mera idea de ver morir a un joven tan dulce como lo era Kook.
—¿En qué piensas, Hyung? —preguntó, su pulgar frotaba en círculos sobre su pómulo— Haz estado llorando mucho y además en silencio.
Taehyung sorbio la nariz.
—Solo no quiero que te lastimen, Jungkookie. Eres demasiado joven, no puedes morir por algo como esto. No es justo.
—No pienses más en eso, Tae —con una sonrisa de labios cerrados, el menor besó su frente y lo acomodó contra su pecho dándole un abrazo— Hace frío, así que no dejes de abrazarme. ¿Bien?
—Bien.
Tras un breve silencio, Jungkook volvió a hablar
—Y deja de llorar, Hyung —susurró bajo y débil, preocupando al pastor— No hay nada más que me duela que verte de esta manera, así que por favor... Se fuerte ¿Bien? Saldremos de esta, lo prometo.
—Está bien, cariño. Está bien... —Taehyung rodeó su torso y lo atrajo hacia él, enterrando la cabeza en su cuello— No tienes que prometer nada, amor.
En esa oscuridad, los sollozos del muchacho se escucharon bajos contra la piel del pastor. Sus dedos inestables y sucios se aferraron a la ropa del otro y permanecieron una noche más de esa manera, en el suelo de una mugrienta caja que condena sin pensar.
*
Frente a la casa del intendente, una lúgubre luz anaranjada resplandecía contra sus ventanas. El hombre con las manos en la espalda y víctima de su dolor de cabeza, se paseo de un lado a otro caminando alrededor de la sala. Y en un sillón, yacia su hija que bebía tranquilamente una taza de té, ajena al bullicio que había fuera de su casa.
—¿Qué te tiene tan preocupado, papá?
Aún sin mirarla, él respondió. Su voz cargada de puro desespero y mera angustia.
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Jardín de Amapolas 敌人 kookv
FanfictionSiendo un fiel creyente del libre albedrío, Jungkook asegura que no está en la obligación de tener que creer en algún Dios. Mientras que Taehyung, el sacerdote del pueblo, cree fielmente que puede encaminar a cada joven antireligioso con el que se t...