capitulo doce

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"Tu historia se cuenta a través de mis dedos, que reflejan el amor que un día tuve y que se me fue arrebatado"
Kim Taehyung - 1968

*

La calidez de su hogar lo hizo aspirar hondo, ese calorcito abrazador siendo atraído hacia su cuerpo frío y mojado fue lo que Jungkook amaba tanto en su vida.

Le recordó a los días en los que salía a jugar con los niños del pueblo y volvía a casa con raspones en las rodillas, su papá para ese entonces aún cuidaba de él. Sanaba sus heridas con pañitos húmedos y dejaba besos llenos de cariño. El muchacho jamás fue tan feliz. Y en ese instante, mientras veía a Taehyung quitar su túnica completamente mojada al igual que sus cabellos, Jungkook supo que esa felicidad de alguna u otra manera había vuelto a él.

-Puedes dejarla en una silla, traeré un poco de ropa para tí -el pastor asintió.

A lo largo del pasillo, el de mechas azules noto que su madre aún no estaba en casa. La idea comenzó a picar en su cabeza, era extraño que ella aún no volviera o quizá se había resguardado de la lluvia en casa de alguna vecina. Jungkook quería aferrarse a esa posibilidad, pero incluso si quisiera ir a buscarla tenía que hablar con Taehyung. Y si sonara egoísta, no importaría. Él en verdad quería oír todo lo que el hombre sentía sin importar si dañaba su propio corazón.

Recogió entonces unos pantalones suyos que había dejado de usar y una camisa que guardaba en el fondo de su cajón. Sin sonar pretencioso, la mera idea de que Taehyung usará sus ropas le hacía inflar el pecho de orgullo. Cómo si fuera un joven cachorro que busca marcar su territorio. Él dió un suspiro y camino de regreso al pastor, que sentado en el viejo sillón, cubría su cuerpo con una manta que reposaba en el apoyabrazos. Jungkook se mordió la lengua para evitar decir algo inapropiado.

Los dos eran hombres, dios santo. Taehyung no tenía nada que él no haya visto en su propio cuerpo.

-Ten, no sé si te queden pero solo será un rato. Hasta que sequen tus ropas -le entregó las telas y el pastor las tomo con cuidado de no dejar caer la manta- Avísame cuando estés listo, mientras haré un té.

-Sí... gracias, Jungkook.

-Uhm.

El muchacho se dió la vuelta, las manos en sus bolsillos se apretaron en un doloroso agarre víctima de sus nervios y camino hacia la cocina. Taehyung observo su espalda hasta que finalmente se alejó de su vista y procedió a cambiarse.

Mientras esperaba que hirviera el agua, Jungkook fue a su propio cuarto y se cambió. Casi había olvidado que aún tenía las prendas mojadas y que estás se habían calentado brevemente por su piel, suspiro de alivio cuando por fin tuvo la comodidad de sentirse ligero sin toda esa ropa húmeda y se vio en el espejo. Acomodó su cabello que aún tenía las puntas mojadas y lamió sus labios, palmeó sus mejillas y se sonrió así mismo incrédulo por todo lo que evidentemente hacia para lucir agradable a ojos del hombre que esperaba en su sala.

Espabilo al oír el chillido de la tetera y corrió a apagar la hornilla.

-¡Tae! ¿Estás listo? -gritó mientras colocaba dos tazas sobre la mesa de madera- Si es así, puedes venir aquí.

La cabeza pelinegra del pastor se asomó por el marco de la puerta, sus ojos curiosos miraron atentos lo que él muchacho hacia y la fluidez de sus movimientos preparando un simple té. Él dió pasos dudosos cuando se adentro y los ojos de Jungkook se posaron en él y como su ropa le quedaba. Taehyung apretó los dedos en los bordes de la camisa del chico e hizo lo que pudo para no permitir que sus pómulos se sonrojaran. Además traía el pantalón un poco flojo de los muslos y evidentemente le quedaban algo sueltos, rogó porque estos no cayeron al suelo.

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora