capitulo trece

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Resultó que Taehyung era del tipo pegajoso y besucón, en esos momentos era el muchacho de mechas azules quien se veía en la necesidad de tomarse un respiro, alejándose de la boca del hombre que evidentemente no podía tener sus manos lejos de él.

Se pasaron las siguientes horas así, acostados en la cama del más joven mirando el techo vacío y hablando de lo que habían hecho en los últimos meses. Taehyung le contó todo lo que había pasado y como se había sentido, también acerca del porque le había dicho tales palabras antes de que Jungkook partiera.

El padre Kim, había crecido con un tío alemán desde los once años. El hombre englobaba perfectamente la palabra cruel. Contó, que hubo días en los que simplemente no comió y lo mandó a cuidar de su huerta, esa de la que su madre ya no podía hacerse cargo debido a un accidente —aquel provocado por su propio padre— en el que su pierna había sido rota. Sin embargo, hubo días en los que el pequeño Taehyung fue inmensamente feliz allí en su jardín. En la primavera, solía sembrar con ayuda de su padre muchas legumbres y flores silvestres, entre ellas las amapolas. Muchos colores rodeaban todo el campo y a su acogedora cabaña.

De cualquier manera, Taehyung había sido feliz con lo que se le dió. Fue así como poco a poco tomó ese apego por la religión y con ello a su Dios, ese del que su madre aún tenía fe y probablemente iba a permanecer durante largos años, incluso si ya había muerto hace mucho.

—¿Y que es de tu madre? —pregunta, Jungkook voltea a mirarlo— Debía volver hace unas horas.

—Quiza se entretuvo con una de sus amigas, es bastante parlanchina con las vecinas del mercado.

Taehyung se carcajeó, sus dedos temblaron por su risa contra el pómulo suave del muchacho que estaba aferrado a su cintura.

—Ouh, pobre señora Jeon. Yo creo que deberías ir a buscarla —bostezó— Ya es demasiado tarde y ella no regresa, Kook. Además debo irme, si tu mamá vuelve no creo que piense bien si me ve en tu cama.

—Pero te ves bien en mi cama, Hyung.

El pelinegro abrió los ojos y de un salto se sentó sobre las mantas, mirando a los ojos divertidos del chico que reía como un pequeño niño travieso.

—¿Me llamaste Hyung? ¡Dilo otra vez, dilo otra vez! —emocionado, Jungkook se negó— Por favor, por favor. Se siente muy bonito, dime Hyung otra vez. Anda~

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no entendiste la entonación que le dí —dijo, su sonrisa expandiéndose al ver el ceño fruncido del hombre— Lo sabía, aún es muy pronto para todo lo que quiero de ti, dulzura.

—Soy un sacerdote, no un estúpido. Puedo entenderte muy bien.

—No dije que no, pero hay cosas que probablemente no sepas. Y es mejor así —luego añadió— Por el momento.

—¿Eso que significa? —riendo, el muchacho se puso de pie y camino hacia el ropero. Taehyung lo siguió con la mirada, curioso— ¿Saldrás?

—Sí, tienes razón —tomó un abrigo del perchero— Mamá ya se ha tardado mucho y además tengo hambre, no creo que esté muy lejos y ya ha dejado de llover.

La cama crujió cuando Taehyung se levantó de ella y camino descalzo hacia el chico, él siguió acomodando sus ropas para luego tomar el par de botas que había traído de la ciudad. Luego, se alzó y tomó entre sus manos el rostro del pastor que se sobresaltó por el toque repentino.

—Volvere pronto, si quieres puedes quedarte o volver a tu casa —Taehyung asintió, el dejo un beso en su mejilla antes de soltarlo— Pero abrígate bien que aún hace frío.

Jardín de Amapolas  敌人  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora