Capítulo 1

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Daniel entró a su salón, observando todo a su alrededor con un cansancio gigantesco, incapaz de concentrarse en nada más que llegar a su lugar al rincón de ese enorme salón de clases. Apenas podía moverse, arrastrarse en el mejor de los casos, para llegar a su objetivo. No quería y no volvería a delegar sus deberes para el último día de entrega. Además, se conocía tan bien que aquella promesa quedaría en el vacío. Por mucho que lo intentase, en el mundo humano siempre se iba mucho más leve en comparación al activo mundo de O'im. Llegó a su lugar, donde aventó la maleta a un lado de su mesa y se tiró, estirado como si de un cadáver se tratase.

Alzó la mirada, encontrando a unas tres personas en el aula, incapacitándole el sentirse mal al respecto. Ninguno podría molestarlo en su intento de descansar o, en su defecto, verse afectado por la pérdida de sus pertenecías, no importaba en realidad. La noche previa apenas durmió una hora dividida en varios minutos donde se quedaba dormido hasta llegadas las cinco de la mañana, descansando quizás, otros veinte minutos más antes de que su alarma sonase, indicándole el inicio de otro día de actividades escolares. Dobló sus brazos sobre la mesa, dejando su cabeza caer entre ellas.

Agradecería demasiadas cosas al final de ese largo día, como pensaba sería. Una vez concluida la última clase, podría considerarse un hombre libre por las vacaciones de invierno hasta el momento de la reinscripción y, de allí, esperar al regreso en el próximo semestre. Daniel soltó un largo bostezo, se sentía muy cansado. Sin embargo, también se sentía muy emocionado. Solo ese día y estaría de vuelta. Su corazón estaba atrapado en una ansiedad llena de anticipación. Con los ojos cerrados por un momento, pudo escuchar los latidos retumbando con tanta fuerza en su pecho que se sintió débil.

Las punzadas en su cabeza no tenían nada que ver con los latidos en su corazón. Era algo común vivir con ese dolor de cabeza que las aspirinas se habían vuelto sus aliadas en aquel momento. Acomodó sus brazos sobre la mesa, dejando caer su cabeza en ellos, respirando un poco. Necesitaba dormir, pero no podía hacerlo, solo quería escuchar algo importante, un mensaje.

Su cuerpo se quejó por la posición. No solo las punzadas de la cabeza, sino también la espalda debido a la mala posición al haber realizado sus deberes el día anterior, trabajando entre la cama, el escritorio y el mismo piso. Su laptop acompañándole junto a notas desperdigadas por toda su habitación junto a los apuntes que Jorge le había entregado. Se removió, acomodándose un poco más en su lugar, pensando al respecto.

Había vuelto a la Tierra a principios de agosto por muchas casualidades que había odiado. No cumplía ni los veintitrés años cuando tuvo que resignarse a estar en el planeta azul. No era una molestia en sí, porque amaba cada centímetro del lugar donde nació, pero también su corazón estaba dividido en dos lugares a la vez. Porque estaba casado y porque tenía una mejor amiga en aquel otro mundo por el cual su vida se había visto fragmentada tantos años en el pasado. Muchos de sus compañeros, tras los primeros dos años de entrar en aquel errático comportamiento, dejaron de preguntar qué hacía con su vida en aquellas semanas de vacaciones, sin embargo, si alguno de ellos se atreviera a preguntar al respecto, quizás en aquel año en particular él explicaría que, finalmente, se había casado.

No había un anillo en su mano, porque lo tenía en su cuello, colgando todo el tiempo afín de no perderlo en algún descuido. No le haría eso a aquel con el que había sido su novio por más de seis años completos de la vida de ambos, donde solo uno de ellos había cambiado en el físico para madurar y alcanzar al otro.

Recordándole solo un poco a la película protagonizada por Brad Pitt y Cate Blanchett, el curioso caso de Benjamin Button, en donde solo un momento dado ambos llegaban a verse de la misma edad. Solo que en el caso de Jezel y suyo, era sobre los veinte y no en los cuarenta. Además, su esposo no rejuvenecería en ningún momento, también envejecía, solo que, de un modo muchísimo más lento de lo esperado, mientras que él continuaría con su envejecimiento normal, para un humano cualquiera.

DawnusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora