Capítulo 9

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Voices by Stray Kids.

Incluso Jezel, quien tendía al insomnio, a veces se quedaba frito tras tantos días de estar vagando de un lado a otro

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Incluso Jezel, quien tendía al insomnio, a veces se quedaba frito tras tantos días de estar vagando de un lado a otro. Pero trataba de que, si se quedaba dormido, fuera lejos del alcance de los demás o'gans debido a la fortaleza de su telequinesis, la cual, contra toda su fuerza de voluntad, se hacía cada vez más y más fuerte al grado de ser despertado flotando a varios metros del suelo con todas las cosas a su alrededor de igual forma.

Todo.

Desde cosas tan fáciles de cargar con los dedos de la mano hasta cosas en las que necesitó, en su tiempo, el mover sus manos para poder llevarlas de un lado a otro con su mente. Ahora nada de eso hacía falta, la fuerza era extraordinaria en pelea que tendía a utilizarla de forma inconsciente para minimizar los daños y salvar a cuantos estaban a su alrededor, hacerles creer que podrían hacer las cosas que en realidad no podrían.

Fueron años de arduo entrenamiento porque, después del golpe inicial durante aquella pelea con Vanessa, las cosas se hicieron mucho más tediosas. Pasó de levantar tres veces un bote de basura a solo ser capaz de empujar delgados y marchitos pétalos de flores que a veces se encontraba en la ciudad. Tan quebradizos a veces que el simple hecho de recogerlos con sus dedos era difícil e imposible sin escuchar cómo tronaban.

Por lo que, realmente, tenía miedo de irse a dormir. Un profundo miedo que solo crecía y crecía conforme era incapaz de dejar de escuchar aquellos susurros en su cabeza que, incluso con la ayuda de Nozomi, ya era insoportable. Trató, bajo todos los medios posibles, el no dormirse incluso con Daniel allí. Había dormido en aquellos días separados, pero siempre encontraba una manera de no dormir cuando el humano andaba cerca.

Incluso cuando fingía intentar dormir cuando él llegaba y solo no lo hacía al final para distraer su mente. A pesar de saber que estaba a punto de caer rendido.

Muy a su pesar, Jezel se quedó dormido en la silla, dejando que el resto de su cuerpo quedara en una posición bastante incómoda, pero el cansancio había ganado finalmente una batalla de tantas en aquellos largos días en los que solo esperaba a que Daniel pudiera ponerse en pie para volver a casa y, desde allí, ver cómo ayudarlo en lo que obtenía una respuesta de los superiores de su padre debido a la rehabilitación que Daniel tendría después de tantas fracturas en sus piernas.

Fracturas que, aunque estaban sanadas, él no tenía la fuerza necesaria y todo gracias a que su sangre ya no funcionaba en él a causa de aquel extraño líquido que le fue inyectado. Necesitaría de una muy buena rehabilitación y de alguien capaz de tener la paciencia necesaria para forzarlo a caminar y recuperar sensibilidad en su mano.

Las ideas comenzaron a dar tantas vueltas en su mente, incluso dormido, era imposible tener un momento de paz.

Iban y venían los recuerdos dolorosos en su cabeza, así como pensamientos que se transformaban muy a pesar de saber que jamás ocurriría algo así. Estar sumergido en los sueños era algo que de verdad odiaba con toda su alma. Porque estaba tan indefenso que ni siquiera su telequinesis era capaz de defenderlo de ello. No sabía qué era peor, si mantenerse con los ojos abiertos y ver todo desde una tercera perspectiva o cerrarlos y encarnar todo aquello que más le aterraba.

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