Xio
-¿Entonces iremos con Kyrian Foy no se qué a cenar hoy papi? pregunté con voz de bebé. Si, si. Casi tenía dieciocho y aun utilizaba esa voz, cuando no quería ir a ningún lugar.
-Iremos cariño, es tu futuro el que se va a decidir en esa cena. Kyrian es amigo mio hace años pero el, su hijo y Allegra quieren conocerte, y mientras mejor les caigas, mas dedicados estarán a ayudarnos confesó besando mi frente. Amaba a papá era un grandulón realmente atractivo para las chicas, astuto pero sobretodo amoroso.
-Te amo papá -dije besando su mejilla -Y si ellos no quieren ayudarnos pues yo... Me puedo alejar de aquí -susurré rota de pensar que tendría que alejarme de ellos por culpa de mi linaje.
-No harás eso- negó rotundamente mama - Ve a ponerte algo bonito, de preferencia recatado pero sexy dijo seria a lo que papá gruño.
-Mi hija no se pondrá ninguna cosa sexy hasta no desposarse- aseguró entre dientes. Tan anticuado.
- Deja en paz a la niña ella va a ponerse lo que quiera. Y lo que ella quiere es el vestido de Balenciaga que le compré hace unos días-dijo besando su mejilla. Mamá definitivamente sabía convencer a papá con esos voluptuosos labios y esos hermosos ojos azules. Subí las escaleras de la nueva casa y me dirigí a mi nueva habitación. Busqué entre las cajas el vestido rojo pasión y cogí un bonito abrigo negro, creo que esto estaría bien. El vestido tenía un escote en v muy lindo y era solo unos centimetros por encima de la rodilla. Agradecí en estos momentos las horas de entrenamiento que mi madre me exigía a la semana. En nuestro antiguo hogar en Nueva York solíamos ir al gimnasio cinco veces a la semana, decía que era parte de los hombres lobos el tener que mantenerse fuertes y atléticos, estaba en su naturaleza el tener un gran desgaste de energía diariamente y estar en condiciones de protegerse y protegerme... Pero había un problema... Yo no era un maldito hombre lobo.
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Débil Luna
WerewolfNo podía creerlo, no era posible... ¡No, maldita sea! No podía ser posible que siendo un alfa, ¡Un maldito alfa, ella fuera mi eterna compañera! No había tardado doscientos veinticinco años en encontrarla para que fuera una simple y débil mortal ¡Pe...