Llegué a casa y no podía dejar de dar vueltas. Antarki estaba dolido, inquieto y violento. Y me odiaba en estos momentos. Pero era mejor así. Ella no era la indicada para Wolfland.
Wolfland merecía algo mejor que alguien volátil de la que no se sabía exactamente que se podía esperar. Espera Kellan, tú eres peor de volátil que ella. Era verdad pero mis dones como alpha no eran peligrosos para mi manada. Miles de vidas dependían de las decisiones que yo tomara. Debía pensar realmente en lo que iba a hacer. Porque...Diablos, ella era exquisita. Esos ojos. Y
esa boca... Dios... Que le haría a esa boca. Era sumamente atractiva y Antarki moría por probarla. Era verdad. Podía pensar en estar con ella y si las cosas se ponían muy feas. Podía dejarla, negarla ante los ancianos y luego simplemente tomaría como luna a Delpphine que toda su vida había sido preparada para eso. Ella era la indicada. Llamé a Delpphine pues necesitaba saciar esta sed que tenía y ella conocía mis gustos algo bruscos en cuanto al sexo. Ella contestó al tercer timbrazo. Ella iba a estar aquí en media hora. Iba a intentar conocer a la chica. Podía hacer eso. Pero aun no iba a dejar a nadie que supiera que ella era mi mate. Ni siquiera a Delpphine. Mucho menos a Delpphine. Mi querida y delgada pelirroja. Amaba su fortaleza. Su practicidad. Su frialdad ante las cosas. Yo necesitaba una mujer no una adolescente llorosa de diecisiete años. Aunque... Qué adolescente. Tomé un vaso y serví algo de whiskey. Tal vez esto aplacaría mi sed de ella. Los pantalones empezaban a sentirse apretados, así que decidí ponerme unos mas cómodos. Había decidido conocer un poco mas a la niña esa y si daba problemas contaba con ayuda de algunas cuantas personas que hacían el trabajo sucio en la manada. Sonreí pensando en que nada podía salir mal.
Hoy era el día en que me mudaba a la casa de Kellan. No lo había visto desde la cena en casa de sus papas y estaba realmente nerviosa. No estaba de acuerdo con esta decisión pero yo no quería seguir siendo una carga para mis padres y tampoco quería causarle problemas a nadie.
Era verdad que vivir con un extraño iba a ser realmente raro pero prefería eso a ver todo el tiempo a mi padre tenso. Kyrian me aseguró que la casa de Kellan contaba con muchas habitaciones y que yo no me iba a sentir incomoda. Las cosas irían a mi propio ritmo. Eso fue lo que dijo exactamente. Y la verdad es que yo sabía que Kellan y yo no tendríamos absolutamente nada mas que fría cordialidad por un gran detalle: me odiaba y el era un patán egoísta. Realmente no aspiraba a conseguir su amor. Así como no quería llevarme mal con el. Era verdad que era una niña y alguien como el nunca se daría siquiera la oportunidad de conocerme. Era justo.
-¿Y bien preciosa? ¿Está todo listo? - preguntó papá.
- Sí. De hecho. Casi no tuve que guardar nada. Ya que recién acababamos de llegar de Nueva York.
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Débil Luna
WerewolfNo podía creerlo, no era posible... ¡No, maldita sea! No podía ser posible que siendo un alfa, ¡Un maldito alfa, ella fuera mi eterna compañera! No había tardado doscientos veinticinco años en encontrarla para que fuera una simple y débil mortal ¡Pe...