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12 de febrero de 1979

Había días en los que tú solo no querías ir a la escuela. Levantarse temprano, correr para encontrar el autobús, correr por los pasillos para no llegar tarde a clase, y finalmente soportar ocho horas de cualquiera sea la materia que te toque simplemente no era algo muy bonito. La asistencia perfecta no era posible, creía Taehyung, porque habían "n" razones por las cuales podía ocurrirte algún percance y no podrías ir. Oh, él había usado "n" para decir algo así, una razón más para no ir, la escuela lo estaba traumando.

Descansar un par de días le haría bien a su cerebro, aun si sus exámenes finales estaban muy cerca. Y es que tampoco quería levantarse del sofá y despertar a Jungkook. Esa corta siesta que supuestamente iban a tomar terminó siendo toda la noche y siendo las siete de la mañana, seguían ahí. Su cuello dolía un poco por no haberlo apoyado correctamente, pero eso no importaba.

Era lunes, el día perfecto para faltar ya que tenía clases de física y debate. No veía motivos para debatir algo cuando él sabía perfectamente que su posición era la correcta.

Pero quién sabe, así siempre han enseñado y seguro continuarán enseñando dentro de unos cincuenta años.

Jungkook se despertó y sobó sus ojos con su puño. Su cara gritaba un: "¿Qué hago aquí? ¿Cómo me llamo? ¿En dónde estoy parado?"

"Buenos días, Kook." Dijo Tae tocando el mentón del contrario. "Me golpeaste toda la noche y me tocaste todo el abdomen mientras dormías pensando que era tu almohada." Acusó. El rostro de Jungkook se puso todo rojo y trató de recordar si había hecho alguna otra cosa pero el contrario solo rio. "Estoy bromeando, y aunque lo hicieras, no me molestaría."





Pasaron un par de horas ordenando algunas de las cajas y dejando un par más en la puerta de la casa. Los encargados del envío debían venir a recogerlo en cualquier momento. Jungkook había aprovechado para escribirle una carta a su madre explicándole su decisión y la había metido en una de las cajas.

Lo más probable era que su madre ni se molestara en llamar y simplemente se olvide de su existencia pasados unos días.

Pero esperaba que aunque sea acepte su decisión y le haga saber que ella estaría bien por su cuenta.

Era un lunes en la tarde, las calles estaban algo vacías ya que todo el mundo estaría trabajando o en la escuela. Ambos se pusieron un abrigo y se escabulleron dentro del colegio para ir al salón de artes. La idea de vender su trabajo había sido buena. Al menos así hacía algo que disfrutaba y sacaba provecho de ello, ¿verdad?

Los chicos armaron un lienzo y lo colocaron en el caballete frente a ellos. Había una imagen que no salía de la mente de Jungkook hacía un tiempo. En su mente veía un chico con la mirada perdida. El chico en su mente estaba llorando.

Entonces aplicó una primera capa de pintura que sería la base, y encima empezó a hacer trazos al aire. Primero pintó el boceto con pintura negra y comenzó a hacer detalles con pinturas de colore. Finalmente aplicó más pintura negra para crear las sombras y con la pintura blanca hizo unas pequeñas luces. Las lágrimas las había hecho con color negro, como si fuera algún liquido que caía de sus ojos sin parar. Y el contraste entre los colores y lo oscuro solo hacían esa pintura mejor. La mitad del rostro resaltaba los colores vivos y la otra mitad los colores más oscuros.

Taehyung había estado pintando también, pero en vez de usar un lienzo grande, él había optado por unos más pequeños y había empezado a dibujar una persona con una máscara.

Así pasaron las horas y cuando dieron las siete de la noche y sonó el timbre del fin del último club, limpiaron todo y salieron. Para un primer día no estaba nada mal. Pero había una cosa, cuando hacías algo así, te daban ganas de quedarte con ello porque tenía algún tipo de significado para ti. Pero necesitaba empezar a venderlos cuanto antes. De igual manera podía sacarle una foto y guardarlo en su portafolio.

Las nuevas etapas de tu vida no tenían por qué ser algo malo. Siempre había un lado bueno en el que podías confiar.

Obviamente extrañaría a su mamá. Era la persona que más amó por la mayor parte de su vida. Y aunque le doliera, ya no era así. La quería muchísimo aún, pero no podía fingir que todo estaba bien con ella. Igual la iba a extrañar. Pero aprendería a vivir sin ella rápidamente. Porque sin darse cuenta, era lo que había estado haciendo ya por bastante tiempo: vivir solo.

Y aunque Jeon Jiwoo estaba físicamente en su casa, parecía más un cuerpo sin alma que otra cosa. Jungkook se había empezado a acostumbrar a las cenas en silencio. A las noches ruidosas mientras su madre hablaba sola después de tomar. A ser ignorado cuando le hablaba de algo.

Pero todo eso iba a cambiar ahora que Taehyung estaría más seguido con él. En vez de silenciosas comidas, iban a ser llenas de risas y conversaciones. En vez de preguntas sin respuestas, habría un mar de preguntas y respuestas que tardarían en contestar toda la noche. Su casa dejaría de sentirse como un mero techo bajo el cual dormir, y comenzaría a sentirse más como un hogar.

Porque un hogar no era tanto así el lugar donde vivías. Sino el lugar en el cual te sentías cómodo y en el cual eras feliz. Un hogar podían ser personas y no una estructura. Un hogar podían ser los momentos vividos y las sonrisas dadas.

 Un hogar podían ser los momentos vividos y las sonrisas dadas

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The Last Wish | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora