14 - La Pista

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—Así que —Dijo Chuuya— entraste a mi oficina sin mi permiso porque un guardia te dijo que alguien había dejado un ramo de rosas en mi escritorio ¿verdad?

Akutagawa se retorció los dedos con nervios.

—Lo lamento, Chuuya-san, pero ¡pudo haber habido una bomba en el ramo! ¡No era mi intención husmear, lo juro!

 A ver, rebobinemos un poco ¿quieren?

Chuuya y Atsushi iban en el auto en dirección a la sede de la Port Mafia. Aparcaron el auto y subieron a la oficina del pelirrojo, donde Akutagawa estaba mirando una fotografía de Dazai y Chuuya cuando tenían dieciocho en la que estaban tan cerca que sus labios casi se tocaban.

Para colmo, la fotografía en una esquina tenía un mensaje que Dazai había escrito, y decía "Para que te acuerdes de esa noche. Con amor, 'Samu".

Según Akutagawa, en cuanto llegó a la sede un guardia le informó que por correo había llegado un ramo de rosas y que lo habían dejado en el escritorio del ejecutivo, pero que le parecía muy sospechoso, así que decidió entrar a mirar, ya que creyó que podría ser una bomba escondida. Bueno, no había ninguna bomba. Sólo la comprometedora fotografía antes mencionada.

Para su mala suerte, cuando llegó su superior estaba ensimismado mirando la foto. Y Chuuya parecía a punto de gritarle mil barbaridades. Y el azabache, pobrecito, parecía al borde del llanto.

Y Atsushi no sabía si reír o llorar.

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Chuuya respiró profundamente.

—Akutagawa, entrégame la foto —Pidió con la voz peligrosamente tranquila.

—No, espere, Chuuya-san —Protestó el adolescente—. ¿Qué pasó esa noche? ¿Y por qué usted y Dazai-san están tan cerca uno del otro?

—Eso no es tu asunto, Akutagawa —Nakahara empezaba a impacientarse—. Dámela.

—No, quiero respuestas.

—Devuélvela ahora, Ryuūnosuke.

Akutagawa tragó saliva. Atsushi tragó saliva. Que su superior lo llamara por su nombre de pila era porque la situación era grave.

—Eh, Akutagawa—Llamó el albino—, comprendo que idolatras a Dazai-san, pero esto es demasiado suicida de tu parte.

Akutagawa se mordió el labio, pero desistió y entregó la fotografía a Chuuya. 

—Gracias —Dijo éste ya más calmado.

Atsushi tragó saliva y se atrevió a poner una mano sobre el hombro del azabache.

—Eh, Chuuya-san —Agregó el albino—, no se olvide del ramo de rosas.

—Oh, sí, es cierto.

Metió la foto en uno de los cajones del escritorio y tomó el ramo para inspeccionarlo.

Intercambio (Soukoku & Shin Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora