Epílogo

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Sentado sobre la cama de la habitación que le habían asignado, Akutagawa se quedó mirando la foto que alguna vez encontró en el escritorio de su superior. Los labios de Chuuya y Dazai tan cerca que casi se tocaban, esbozando ambos una sonrisa cómplice. Y, por supuesto, los anillos que ambos portaban, el de Chuuya de oro y el de Dazai de plata.

Cuando vió la foto por primera vez tenía muchas preguntas. ¿Por qué el pelirrojo, quien se jactaba de tanto odiar a Osamu, se dejaría tomar una foto tan comprometedora?

¿Por qué Dazai escribió "para que siempre recuerdes esa noche" en la foto?

Ahora sabía las respuestas. Esa noche fue la noche en que se casaron, poco después de que el castaño desertara. Por eso estaban tan cerca, estaban a punto de besarse para sellar la unión. Por eso llevaban anillos, por eso Chuuya había permitido que le tomaran la foto y que Dazai la firmara. No quería olvidar cuando se casó con el hombre que amaba.

"¿Querría Atsushi que nos casemos también?" Se preguntó.

No sería una mala idea. Pero tal vez se estaba apresurando demasiado. Tan sólo llevaban un par de meses juntos. Y aunque cada día se convencía más de lo mucho que lo amaba, no se sentía preparado para una responsabilidad tan grande.

Como si sus pensamientos lo hubieran invocado, Atsushi entró a la habitación del hotel.

—Hola —Saludó—. ¿Te molesta?

—En absoluto —Negó el azabache—. ¿Sucede algo?

-Kunikida-san se está alterando mucho. La boda es en unas horas, no quiere que nadie llegue tarde.

—Yo no podría llegar tarde, es demasiado importante para Chuuya-san y Dazai-san.

Atsushi sonrió y se sentó a su lado.

—¿Miras la foto de nuevo?

—Sí, me parece muy linda. ¿Crees que intenten recrearla?

—Tal vez. Para eso primero necesitan ir a la boda y casarse...

Akutagawa frunció el ceño y lo miró confundido.

—¿Qué insinúas con eso?

Atsushi sonrió con picardía.

—Oh, mierda, ese par de estúpidos...

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Ya era la hora de la boda, y ni Dazai ni Chuuya aparecían por ninguna parte.

Los buscaron por todo el hotel y todo el salón de bodas. Incluso mandaron a Lagarto Negro a buscarlos por todo el maldito Paris. Ellos simplemente no aparecían.

Los buscaron en el museo Louvre, en el Arco del Triunfo, en la Catedral de Notre Dame y hasta en la Torre Eiffel.

A ninguno de ellos se le ocurrió que un manipulador de la gravedad podría alejarse muy rápido sin que nadie lo notara.

Por su lado, Dazai y Chuuya se encontraban en la Roque-Gageac, teniendo una cita romántica antes de casarse de nuevo. Antes de la boda necesitaban aclarar un par de asuntos.

—¿No te parece una velada maravillosa? —Cuestionó Dazai.

—Lo es. Me calma los nervios un poco —Confesó el pelirrojo.

Intercambio (Soukoku & Shin Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora