21 - La Propuesta

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Sigma y Nikolai estaban dando vueltas por toda la habitación. El albino de repente soltó una carcajada.

—¿De qué te ríes? —Preguntó Sigma, irritado.

—Es divertido —Contestó el ucraniano con simpleza—. Ya quiero saber qué castigo te pone Kamui...

—¡Eso no es nada divertido! —Protestó el otro— No fue mi culpa que los mercenarios no cumplieran con su parte del trato, ¡hice todo lo que pude! ¡No es justo que me castiguen por algo que no fue culpa mía!

—Tal vez, pero la justicia no es para todos, al parecer. ¿No te parece maravilloso, el libre albedrío? ¡Sea o no tu culpa, Kamui va a castigarte igualmente, porque quiere, puede, y nadie lo va a detener!

La puerta se abrió, dejando ver la figura de Fukuchi. Sigma tragó saliva y Gogol se puso a reír a carcajadas.

—Y hablando del rey de Roma...

El Perro de Caza avanzó con prontitud hacia el joven de cabello bicolor y le dio una bofetada. Nikolai tapó su boca con su capa para que no vieran la sonrisita divertida que tenía.

—Eres un inútil —Aseveró el mayor con desagrado—. Tenías un trabajo, que era si plemente recoger el veneno, y aún así lo arruinaste todo.

—¡No es culpa mía que no fueran personas confiables!

—¡Es tu culpa ser tan débil!

Sigma se quedó en silencio, con la mano en la mejilla golpeada y conteniendo lágrimas. Apretó la mandíbula; no iba a llorar. No enfrente de Fukuchi.

No le daría esa satisfacción.

—Sin embargo —Prosiguió—, aprovechaste la oportunidad que te dio Nakahara. ¿Qué información le diste, y cuál tomaste de él?

—Le mostré dónde estaba Dazai. Luego, me llevé la información de cada uno de los escondites y pasillos secretos de la mafia.

Fukuchi enarcó una ceja. Gogol intervino.

—¿Que no Tachihara se los sabe también? —Preguntó.

—No todos —Aclaró Sigma—. Parece que el jefe empezó a sospechar de él, y le ocultó ciertas cosas. Pero a Chuuya le tiene completa confianza, porque además es un ejecutivo.

—Muy bien —Le tiró un mapa—. Señala los pasajes y los escondites.

Luego de fulminarlo con la mirada, extendió el mapa en el suelo y sacó un lapicero, con el cual empezó a señalar e indicar cada uno de los lugares que la mafia tenía controlados. Cuando terminó, señaló uno con el dedo.

—Este es muy bueno. Si se van por aquí, se separan en tres caminos. Lo usual sería que se separen, para que por lo menos dos escapen. Y este camino —Señaló un pasillo al lado— tiene una lancha, con la cual podrían escapar. La puerta se abre únicamente por un miembro de la mafia.

Fukuchi emitió un sonidito de aprobación, se dio media vuelta y se fue sin siquiera despedirse. La puerta sonó al cerrarse, y Sigma esperó diez segundos. Luego gritó de desesperación y lanzó el lapicero hacia la puerta.

—¡Púdrete! —Chilló, para luego caer al suelo y taparse el rostro con las manos.

Nikolai se acercó a él y se sentó a su lado en silencio. Sigma descubrió su rostro.

—Era una trampa, ¿no es así? —Preguntó— Querías deshacerte de mí. Tú y Dostoyevski.

—No confundas las cosas. Jamás fue nuestra intención "deshacernos" de ti —Contestó el albino—. Necesitábamos la información de Chuuya. Dos-kun sabía que la probabilidad de que nos traicionaran era alta, y tú eras el único que podía sacar provecho de la situación. Todavía eres valioso, no podríamos dejarte.

Intercambio (Soukoku & Shin Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora