Visitantes (Chaelisa-Jensoo-Seulrene)

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Pov. Seulgi

Al salir de la escuela dejé a Irene en su casa, no sin antes extenderle la invitación a ella y a su familia a cenar en casa esta noche; sería nuestra primera comida oficial como pareja y estoy que no quepo en mi cuerpo de los nervios y la emoción, todo debe salir perfecto. Pasé por el mercado comprando las cosas que mamá me había pedido después de llamarla y avisarle sobre la cita. La tarde entera me la pasé preparando la comida con mi madre, y Ji nos ayudó en algunas cosas, es muy trabajadora y le encanta compartir las tareas conmigo.

–Seulgi, hermanita, deja de dar vueltas en el mismo lugar que nos estás mareando a mamá y a mi-se quejó mi enana abultando sus mejillas, negué regando su cabello con una sonrisa–Y ve a bañarte y vestirte que ya es hora de que Irene y su familia vengan-ordenó e hice saludo militar para luego subir a mi cuarto.

Registré mi clóset varias veces, algunas más desesperadas que otras llegando a la única conclusión de que no tengo idea de lo que me pondré, la ropa me parece demasiado común para una ocasión tan especial, pero tampoco quiero verme muy llamativo y fuera de lugar.

–¡Ay mi vida! Te conozco tan bien-mi madre entró a mi habitación ya cambiada rodeándome con sus brazos desde atrás; suspiré puchereando antes de dejar caer mi cabeza sobre su hombro–Sabía que te volverías loca al no saber que ponerte. Por eso-hizo una pequeña pausa dejándome libre y desapareciendo de mi vista por un par de minutos–te he comprado esto, es ideal para esta noche-extendió una bolsa de compra con una sonrisa adornándole el rostro. La abrí sacando un hermoso vestido azul con mangas que deja al descubierto los hombros, con una cadena dorada adornando la cintura y por encima de las rodillas, es simplemente...

–¡Perfecto, es perfecto!¡Gracias mamá!-me tiré sobre ella besando repetidas veces sus mejillas, es la mejor madre del mundo, siempre sabe lo que sentimos o necesitamos incluso antes de que nosotras nos demos cuenta; no podríamos desear una mejor–Me voy a duchar, casi llegan, estoy tarde-atropellé las palabras cogiendo lo necesario y dirigiéndome al baño escuchando a mi progenitora reír. Demoré alrededor de quince minutos; me vestí y cubrí mi cabeza con una toalla corriendo descalza hacia el cuarto. Terminé de arreglarme escuchando nuevas voces en la planta baja, me asomé observando a Irene con Seulji en su regazo; sonreí escaneándola con la mirada, se ve perfecta está noche, incluso más de lo que es normalmente, es un milagro de la naturaleza convertido en mujer, una divinidad en esta tierra de simples humanos mortales.

–¿Es posible que los ángeles existan? Porque estoy viendo uno en este instante-alagué con una sonrisa coqueta bajando las escaleras; ella dejó a mi hermana sobre el sofá y se acercó a mí rodeándome la cintura con los brazos, pasé los míos por su cuello dejando nuestros rostros a escasos centímetros uno del otro–Eres perfecta-aseguré en un susurro antes de unir nuestros labios en una fabulosa bienvenida, se movieron al compás de su propia melodía, en una sincronización digna de envidia para los astros que detuvieron su andar para observarnos, para contemplar la muestra de amor más pura y sencilla, pero a la vez eterna.

–Eso es porque tus ojos me miran con amor, y el amor hace que hasta el gesto más sencillo, parezca extraordinario-murmuró al separarnos aún sin abrir los ojos, sonreí acunando su mejilla negando en silencio; podrá no creerme, podrá invalidar mis palabras millones de veces, y aún así seguirá siendo perfecta para mí y se lo recordaré cada día, en cada oportunidad, y no me rendiré hasta que me crea, hasta que acepte la verdad en mis palabras.

–Nos encanta ser partícipes de su hermoso e infinito amor, pero aquí hay personas que tienen hambre-Ji interrumpió nuestro momento señalando a los gemelos y luego a ella con una ceja alzada-Además de que se enfriará la cena y saben que aquí todos odiamos la comida fría excepto tú-recalcó su punto cruzándose de brazos, mi queridísima novia y las adultas soltaron sonoras carcajadas ante el comportamiento de mi hermanita gruñona. Saludé a mis pequeños cuñados prometiéndoles ir mañana por golosinas después de la escuela.

–Ya deja de ser tan pesada enana-revolví su cabello cargándola y haciendo que me rodeará con sus piernas–lo entenderás cuando te enamores, y en ese momento yo seré la que te moleste a cada segundo, te haré cuidar a tus sobrinos cada vez que quieras tener tiempo a solas con tu persona especial-amenazé dejándola en su silla–seré un verdadero dolor en el culo-pellizqué sus costillas haciéndola removerse entre risas. Los demás tomaron asiento en sus respectivos lugares y servimos la cena comenzando a comer.

–Espero estar incluía en ese futuro también-comentó mi pelinegra por lo bajo acariciando mi mano.

–No querría a ninguna otra como mi esposa y madre de mis hijos, quiero que seas tú mi persona para toda la vida-aseguré besándole el dorso de la mano, «también quiero que seas mi persona especial» susurró centrando después su atención en el plato frente a ella. El resto de la noche pasó tranquila entre chistes malos, anécdotas de cuando éramos niñas y muchas dudas y preguntas de nuestros familiares sobre nuestra relación y las cosas que que hemos... y no hemos hecho; fue bastante incómodo la verdad. Ya a la hora de despedirnos pedí permiso a mi madre para dormir fuera de casa, a lo cual aceptó enseguida. El problema fue cuando preguntamos por salir un rato antes a dar una vuelta, caminar por el parque, recostarnos en el césped a ver las estrellas, o todo eso.

–Está bien, pero en casa de Irene antes de la una-habló poniéndose de pie para guardar los utensilios de cocina ya secos–y nada de peros que ustedes aún son unas niñas para andar solas tan tarde en la noche-bufé bajito antes de asentir, no era lo que queríamos, pero algo es mejor que nada.

–Está bien mamá, te amo. Nos vemos mañana-nos despedimos doliendo de casa con las manos entrelazadas, llamaríamos a las chicas cuando la noche terminara, seguro están ansiosas por saber cómo nos fue, son las mejores.