C3 Aquella chica terca.

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Harry Potter acababa de comprar su varita  cuando una chica bajita entro en la tienda, ella vestía un atiendo Muggle de una apariencia más vieja que el suyo propio, su cabello era rubio y sus ojos eran azules de un tono casi plateado. Harry se quedó mudo por un segundo ante la belleza de la chica que acababa de entrar.

Al parecer su nombre era Tanya, la chica huérfana de la que Flitwick se estaba haciendo cardo, por lo que el pequeño profesor les había contado se separó de ella cuando los encontró a ellos dos.

Hagrid, inconsciente del estupor de Harry se acercó a saludar y Harry se sorprendió una vez más por la elegancia que aquella chica parecía desprender; Tanya le dirigió una mirada por un par de segundos inspeccionando lo de pies a cabeza con un par de ojos afiliados que le dieron escalofríos. Por un segundo Harry pensó que ella iba a comenzar a ladrar sobre la pureza de la sangre como el otro chico rubio de más temprano pero en su lugar Olivander intervino en la situación.

Tanya escuchó las palabras de Olivander sobre cómo la varita escoje al mago con una mirada arrogante y dío un paso hacia las cajas inspeccionando las ligeramente.

"Maldición, todas estas cajas son varitas ¿Serán hechas en masa o manufacturadas?"

Tanya acercó sus manos a una de las cajas cuando Olivander se aclaró la garganta interrumpiendola.

— Señorita Smith, antes de probar una varita permítame tomar sus medidas.

Tanya suspiro ligeramente antes de dar un paso atrás.

— Señorita Smith, parece bastante impaciente. ¿Hay alguna prisa por seleccionar la varita?

Tanya pensó por un segundo en el doctor Schugel y en los infernales días para probar orbes de cálculo mientras miraba la amable cara del anciano, ella entonces pensó sus palabras por un segundo intentado no ofender al vendedor de varitas ni llamarlo científico loco.

— Creo que si voy a confiar mi vida a una herramienta prefiero elegir la herramienta por mi cuenta después de descartar entre una variedad de opciones en lugar de confíar mi destino a la suerte.

Olivander suspiro ligeramente mientras terminaba de medir.

— Muy prudente por su parte señorita, debe ser alguien que aprecia la seguridad y las reglas, ¿Y cuál crees que es la cualidad más importante en una varita?

Tanya pensó por un momento antes de responder.

— La estabilidad, si voy a estar alterando la realidad prefiero algo que no explote en mi cara.

Olivander asintió ligeramente mientras guardaba la cinta.

— Aunque a veces hace falta romper un par de huevos para hacer un pastel, no hay nadie que no amé un poco de paz y bien estar. ¿Tienes algún conocimiento sobre varitas?

Tanya respondió de inmediato.

— Sé que las varitas tienen distintas capacidad en base al material y al núcleo que las componen y probablemente existan combinaciones que encajan mejor con algunas personas que con otras. Sin embargo y me apena admitirlo, pero desconozco sus composiciones internas pues este es mi primer año en contacto con el mundo mágico.

Harry trago saliva, esa respuesta ya era bastante más de lo que Harry sabía y si era una huérfana que creció en el mundo Muggle de una manera similar a la que el creció con los Dursley el no tenía ni idea de cómo había averiguado todo sin contacto previo con el mundo de la magia. Para Harry el mundo simplemente no terminaba de dar vueltas y vueltas sobre su mismo asombrandolo cada vez más; Talvez el resto de magos de hecho eran tan inteligentes como Tanya y la gente esperaba que el fuera igual de avispado. ¿Pero como lo haría? Tanya se veía tan segura y confiable...

Tanya la serpiente de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora