19. Padres.

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El sol volvía a salir, iluminando la entrada de la cueva.
Sin ningún ruido u movimiento, todo era tranquilo a comparación de como había sido media hora antes.
Después de una gran batalla violenta y sangrienta, ahora todo era pacifico.

– ¡Lauren!.

– ¡Camila!.

– ¡Gabriel!.

Los gritos de los padres gritaban los nombres de sus hijos.
Habían desaparecido desde el día anterior sin "rastro".
El profesor, que había sido manipulado por Normani, y sus compañeros, solo pudieron decir que actuaron "extraño" saliendo al baño todos y desapareciendo.

– ¡Aquí! ¡Encontré algo!.

Alejandro y Michael corrieron en dirección a los gritos del hombre.
Divididos por grupos para buscar a todos los chicos, el padre de ambas chicas se habían juntado con otros vecinos, en busca de sus hijas.
Llegaron con el hombre que había llamado su atención.
A sus pies, habían varias bicicletas amontonadas.

Es la bicicleta de mi Lolo – dijo Michael al revisar entre todas las bicicletas.

Está es de mi kaki.

Al verla con más detalle, encontró pequeñas gotas de sangre.

Dios mío... Mi niña – paso sus dedos por las gotas secas de sangre.

Tranquilo, Alejandro. Estamos cerca, las vamos a encontrar – ánimo Michael – Sigamos las pistas, estén alertas. Te necesito Alejandro – se arrodilló a su lado – Te necesito para buscar a nuestras hijas.

Alejandro miró la bicicleta de su hija, aterrado en encontrar una razón por la cuál había sangre.

Está bien.

– Muy bien, vamos – Michael estiró su mano para ayudar a Alejandro a reincorporarse – Vayamos amigo.

¿A dónde? – pregunto otro hombre.

Soy cazador de algo debe servir – murmuro Michael – Tu, informa a los demás sobre nuestra ubicación. Necesitaremos ayuda aquí.

Alejandro siguió a Michael junto a otros hombres.

¿Cazador? – pregunto Alejandro.

Ambos iban a la cabeza del grupo, siendo guiados por Michael.

Venía con mis hijos de cacería. Les mostraba lo que sabía. Eso fue hace tiempo.

Michael intentaba seguir un rastro en el suelo.

Alguien estaba herido. Se notaba que cojeaba un poco – Michael señaló al suelo.

Alejandro solo veía tierra, hojas y ramas. Aunque confiaba en la palabra del hombre a su lado.

– ¿Por qué vendrían solos al bosque? – pregunto Alejandro – Paso algo muy malo.

– Lo sabremos al encontrar a nuestros bebés. Todo estará bien – Michelle no quería pensar en cosas negativas.

Alejandro tenía miedo de que a su hija le hubiese pasado algo malo. Era lo único que le quedaba y no la quería perder.
Pasaron varios minutos siguiendo a Michael, siguiendo un rastro que solo el veía. Un rastro a la profundidades del bosque.

Se siente tan pesado aquí. Cómo si el aire pesara – dijo un hombre.

No tiene sentido – murmuró otro – ¿A qué niño se le ocurre venir hasta aquí?.

¿Los Han Visto?. Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora