13.- Linaje

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Cuando abro los ojos todo es blanco a mi alrededor. Estoy nuevamente en el limbo, pero estoy viva, esto no es posible.

—Si lo es. —conozco esa voz perfectamente. Me giro hacia atrás y allí está, justo como la recuerdo.

—¡Mamá! —grito eufórica mientras corro hacia ella que me abre los brazos.

Me abrazo a mi madre por la cintura como cuando era niña y las lágrimas comienzan a escapar de mis ojos. Le he extrañado mucho.

—No llores, mi niña, todo estará bien. —murmura consolándome mientras desliza la mano por mi espalda.

—No quiero que me vuelvas a dejar.—me aferro fuertemente a ella.

—No lo haré, siempre estaré contigo— me toma por los brazos y me separa de su cuerpo.

Lleva sus manos a mis mejillas y limpia mis lágrimas.

—¿Qué hago aquí? —pregunto mientras busco sus manos y las aferro fuertemente.

—Es momento de que conozcas quién eres en realidad.

—¿Tu lo sabías? —pregunto ahora con curiosidad.

—No.

—Entonces.

—Te mostraré lo mismo que me mostraron a mi hace un tiempo, donde comienza nuestra línea de sangre.

Me toma por la mano y comienza a caminar conmigo. Justo adelante hay un enorme sofá, nos sentamos y ella me sonríe levemente antes de mirar hacia el frente.

Delante de nosotros como si estuviésemos en un cine, comienzan a aparecer imágenes de mi madre conmigo, en orden inverso. Comienzan desde la ultima vez que nos vimos, hasta la primera vez que me recibió en sus brazos apenas nací. Ver todo esto es increíble. Son recuerdos de ella que nunca jamás pensé que podría conocer.

Cuando vuelvo a mirar a mi lado, ya no está mi madre. Ahora quien me toma la mano, es mi abuela. Las lágrimas vuelven a saltar de mis ojos y me tiro sobre ella para abrazarla.

—No sabes cuanto te he echado en falta. —murmuro en su cuello mientras las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas.

—Mi niña, yo siempre he estado contigo, o acaso has extrañado mis buñuelos. —sonrió mientras me limpio las lágrimas.

Ella tiene razón. Siempre ha estado conmigo.

Frente a nosotras comienzan nuevamente imágenes mías junto a ella hasta mi nacimiento. Y a partir de ahí, comienza imágenes de ella con mi madre hasta el nacimiento de ella. Puedo ver que mi abuela en su juventud se parecía mucho a mi madre. Me limpio las lágrimas de los ojos. Y entonces las imágenes que comienzan son de mi abuela mucho más joven junto a su madre.

—Me debo marchar ya.

—¡Espera! Necesito que me respondas algo. —ella me mira con una sonrisa—. Los buñuelos, ¿de dónde es la receta?

—Esa receta me le enseñó mi madre. Te dejaré con ella, tu bisabuela. Ella es el comienzo de nuestra línea de sangre.

Me abrazo a mi abuela y mientras lo hago esta se desvanece. Miro a mi alrededor y entonces veo a una mujer joven parada a unos metros de mí. Está dándome la espalda. Me acerco a ella.

—¿Bisabuela? —la mujer se gira hacia mí y me sonríe.

Doy un paso hacia atrás. Esto no me lo esperaba. Es como si me estuviese mirando en un espejo. Es idéntica a mí, excepto por el color de los ojos, que son color miel.

—Tenía ganas de conocerte. Ven déjame mostrarte lo que conozco de mi vida.

Mientras nos sentamos nuevamente las imágenes comienzan desde el nacimiento de su hija y terminan con una chica de unos dieciocho años parada en medio del Mardi Gras. En sus manos, sostiene un periódico en blanco y negro. En su parte superior el año 1911. Luce asustada y desorientada.

Puro Fuego©✔️(+18) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora