Parte 4: ¿Y Quién eres tú?

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Al terminar de leer la nota me quedé atónita, no comprendía la razón tendrían para matar a mis padres, y que era lo importante que debían saber. Un sentimiento de culpa irrumpió todo mi cuerpo, por que aquella enfermera que me había ayudado, la habían matado por mi culpa. Después de la muerte de ellos debo admitir que me volví un poco más fría, y de camino acá podía ver cualquier cosa y me daba igual, ya no me importaba nada. Pero siento cierto grado de responsabilidad ya que creo que esto tiene que ver en gran parte conmigo. En estos momentos no tenía a nadie, a nadie en absoluto, soy yo sola con el mundo; y que mundo con el que me encuentro ahora.

Me quede pensando todo esto sentada en una silla que tenía al lado del tocador, mientras veía fijamente la carta. Hasta que algo o más bien alguien me tomó por el cuello y me hizo quedar sin respiración, y caí inconsciente, y no tengo idea alguna de lo que ha pasado.

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Me desperté en un salón oscuro, sin saber dónde estaba, pero era seguro que no estaba en mi casa, tengo las manos y pies atados, la boca amordazada y casi no podía ni moverme.

Una pequeña ráfaga de luz me da, un poco en mis ojos, y junto a ella deja entrar una silueta que así a simple vista me parece conocido. Se acerca lentamente a mí, y con cuidado evita lastimarme, mi rostro más de lo que lo estoy, quitándome la mordaza que tenía en mi boca.

-Te quitare esto ahora, pero si hablas te lo vuelvo a poner-

- ¿Y quién eres tú?

-He cuida tus palabras, chiquita. Deberías agradecerme que te tenga aquí.

-Sí y ¿Por qué tengo que agradecerte?, ¿Por tenerme atada de pies y manos y de milagro quitarme la mordaza? -

Me levanto la cara con su mano e irónicamente me dijo -Sí, agradécemelo-

El desato mis manos y mis pies. Para que yo pudiera levantarme bien. Cuando lo logre pude ver mejor como era, su cabello era negro, alto, ojos de un café muy pero muy oscuro, y vestía con una chaqueta color negra, una camiseta negra y pantalones y zapatos del mismo tono, parecía que la oscuridad reposaba en el en todo, en como vestía y su misma forma de ser, lo cual para mi sorpresa al cabo de mirarlo un rato su forma de ser tenía algo especial que llamaba la atención en mí. El solo me miraba como yo sobaba mis muñecas y pies que estaban casi rojos a punto de sangrar, y me miraba de una forma extraña ha de ser por que iba vestida de la forma más estúpida posible, yo llevaba una camisa a flores y un pantalón color jean azul claro y zapatos bajos.

Yo tenía toda la ropa rasgada de supongo la arrastrada que me tuvo que haber dado al hacerme venir, claro que inconsciente acá. Se dio la vuelta y me dijo -Sal, y vístete tu nueva ropa está afuera, con lo que cargas puesto hay sí que te matan y te descubren.

-No me voy a cambiar lo que cargo puesto, y menos aquí que es lo que te pasa no se ni quien eres y ya quieres venir a darme órdenes.

-Mira bonita...-

-No te permito que me hables así...- le dije mientras ponía los ojos en blanco-

-Bueno mira, si quieres que te maten y te descubran por ser la chica de la carta, haya tú, no me culpes por lo ingenua que eres. ¿Que no quieres que te hable así tampoco? - dijo mientras me gritaba

- Me la cambio no porque tú me lo digas, sino porque quiero... ¡Escuchaste...! -

El solo siguió caminando e hizo como si no hubiese escuchado nada. Me cambie la ropa, por la que me dio, pero lo bueno que era algo a lo que estaba acostumbrada a vestirme solo que esta ves todo de negro. Eran una chaqueta de manga larga, un pantalón negro muy ajustado y unas botas negras de tacón, me recogí el cabello con una sola coleta y mientras caminaba a donde se encontraba el, iba pensando...

-Que es lo que quiere este tipo conmigo, y si quiere ayudarme en algo como sabe tanto de mí, y a parte yo puedo sola no necesito de él o nadie más. -

Llegué donde él se encontraba y pude ver que donde nos encontramos era una bodega abandonada. Él estaba sentado con las piernas sobre una silla, mientras muy plácidamente jugaba con un cuchillo.

- ¡Ya! Quiero que me digas, como sabes tanto de mí. ¡Habla!

-Bueno Jannie, ¿Cierto?, así te llamas verdad, se tanto de ti porque estuve contigo desde antes que mataran a tus padres, hasta cuando estuviste en el hospital, y cuando fuiste a tu casa y leíste la carta esa. –

- ¿Por qué me trajiste hasta aquí? -

-Disculpa la forma en que te traje, es que si te hubiera dicho todo hay.... ¿Hubieras venido? -

-Claro que no- le dije

-Y deja de hablarme así...

-Pero si tú lo haces también...

- ¡Dime quien empezó...!, ¿yo te arrastre por las fuerzas hasta aquí o fuiste tú? -


Nadie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora