Parte 5: De ti y de mi

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-Ven sígueme, no te quedes atrás... lenta- me dijo el

-Ya voy, y deja de hablarme así- le dije

Salimos de la bodega por un oscuro callejón, que a la parte de atrás daba a un viejo ferrocarril.

-Espera hay- me dijo mientras me jalaba muy fuerte de mis muñecas que habían sido atadas por el mismo. Por dentro podía sentir el dolor entrar por todo mi cuerpo, como se me pasase una cuchilla muy afilada por mis venas, ese dolor lo había experimentado antes, pero no me importaba lo que pudiera sentir, pero ahora en estos instantes me dolía como nunca en la vida.

Él se miró la palma de su mano y vio algo de sangre, se limpió con su pantalón como si no le importase y camino un poco más lejos de donde yo estaba. -Tenemos que esperar que pase lo que nos va a llevar donde vamos- dijo mientras miraba a todos lados. -¿y dónde vamos?- le pregunte. No me dijo nada solo me observo, y quito la cara.

Pasaron unos 40 minutos, cuando llego lo que parecía ser nuestro medio de transporte, y me dijo -Cuando se acerque solo sube-. Con lo que asentí con mi cabeza.

El tren se acercaba muy rápidamente, cuando vi que el salto hacia a dentro de golpe, y supuse que yo debía hacer lo mismo. Corrí, hasta que logré saltar y sostenerme de una manija que estaba por fuera. Cuando logre incorporarme del salto que di, me di cuenta que de mi muñeca derecha corría sangre, una pequeña lagrima broto de mí y callo sobre mis mejillas, no quería que el idiota ese me viera llorar, después ha de creer que soy una niña y no se aguantar. Así que me seque las lágrimas y deje mi brazo sobre el suelo de madera de aquel tren.

El venía caminando como si nada del otro lado del tren, me miro y me dijo -¿Que te paso no eres lo suficiente fuerte para aguantar eso? -

A lo que no respondí y solo ignoré su comentario. Pasó más de una hora y aun seguíamos en el tren, mis muñecas se pusieron moradas, ambas, pero la que me había lastimado al subir al tren ya estaba casi negra. - ¿Te duele? - responde -¿Y qué pasa si digo que si me duele?- le dije mirándolo de lado. -Nada diría que eres una niña, por no aguantar eso, pero como necesito que luches no te lo diré-

- ¿Que luche? -

-Sí que luches-

-Dame tus muñecas- dijo tratando de tomarlas

-No, porque tendría que confiar en ti, ¿Que no ves lo que me has hecho? -

- ¿Y qué te he hecho yo, sino más que ayudarte? –

-Sí, muy bien que me has ayudado- dije con sarcasmo.

-Dámelas ya- me dijo ya serio

Y al ver que no hacia ningún gesto por enseñarle mis muñecas, me las arrebato a tal grado que me hizo gritar como si me hubiesen apuñalado.

-Te dije que me las dieras, tú no me hiciste caso-

Tomo dos pedazos de tela y me los ato uno a cada brazo. Y mientras hacia todo esto yo me preguntaba si él sabía algo de mis padres por lo que decidí preguntarle.

- ¿Cómo sabes tanto de mí y de mis padres? -

-Bueno eso es algo que no te voy a decir aún-

- ¿Por qué? -

-Solo porque no quiero- me dijo casi riendo

Eres un tonto dije entre dientes. Y al parecer el escucho algo de lo que dije que me apretó la venda como para decir te escuche.

-¿Y cómo te llamas?, si es que me puedes decir- le dije

-Me llamo Matthew Evans, tengo 19 años- dijo mostrando su hilera de dientes

-Yo me llamo Jannie- le dije sin que él me hubiese preguntado

-¿Solo Jannie?- dijo curioso

-Si solo Jannie-

-¿Por qué?, ¿No tienes otro nombre o apellido?-

-Supongo que sí pero el día de los asesinatos cuando me encontraron inconsciente, yo desperté de milagro y había olvidado todo, solo recuerdo parte de lo que paso ese día, y lo que está pasando ahora, y sé que me llamo así porque así me llamaron en el hospital-

-Entiendo- dijo como si tratara de comprender lo sucedido

Quite mi mano de la de él, cuando ya por cierto estaba terminando de ponerme las vendas, por alguna razón me sentía algo incomoda. Me fui caminando hasta la parte más oscura del vagón del tren y me quedé ahí por un largo tiempo pensando. Así que, en un lapso de tiempo, daba la noche, y caí dormida en un profundo sueño.

Nadie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora