| Hope |
ZAYRA
La cafetería se llenó como de costumbre y cada mañana servía los mismos cafés a las mismas personas. Aunque de vez en cuando llegaba alguien nuevo, siempre hay gente que viene y va. Pero lo habitual era ver caras conocidas.
Me sabía los nombres y pedidos de cada uno de ellos. Era reconfortante ver como siempre volvemos a aquello que nos hace felices. Algunos intentaban innovar, pedir algo diferente, pero antes o después, me ponían esa mirada que decía "dame lo mismo de siempre". Y no siempre las costumbres son malas. Simplemente confirman que a veces, tener algo estable, transmite paz, descanso, seguridad... Algo o alguien a lo que sostenerte. Aunque sea un café con leche y sirope de vainilla con canela en polvo.
Ese café, puede ser lo único que no cambia en tu vida. Porque tu decides que así sea.
Will, el universitario que estudiaba medicina, pedía un café largo con leche y sin azúcar para llevar. Ginebra era una mujer que se había mudado a Londres hace siete años, era española y pedía un mocca blanco junto a su cookie de chocolate favorita, eran la especialidad de Marjorie. El panadero de enfrente, Oliver, pasaba por aquí todos los jueves para recoger el pedido de dos cafés que encargaba el día anterior. Uno con leche y otro de café solo para él y su marido. Sophie y Amelia eran dos amigas que aparecían a media mañana a la hora de su descanso, ambas trabajaban en una tienda de maquillaje. Sophie tomaba té verde con limón y Amelia un cappuccino.
No me aburría la rutina, me había acostumbrado a mi nueva vida. Cuidaba de mi hermana, trabajaba y Marjorie y Robert eran lo más parecido a unos padres que había tenido en los últimos años.
Llevaba exactamente cinco años trabajando en este lugar.
Lo encontré de casualidad, sin tener intención de acabar aquí. La mañana que salí en busca de ayuda, tras coger un tren desde el pueblito donde vivíamos y recorrer muchos metros caminando, acabé bajo la cornisa de la fachada donde se encuentra la cafetería.
Marjorie me encontró tiritando de frío con Hope envuelta entre mantas, la tenía pegada a mi pecho para conservar todo el calor que pudiera. Era muy pronto por la mañana y apenas había locales abiertos. Por suerte Marjorie estaba horneando galletas antes de abrir el local al público y me vio a través del cristal del escaparate. Nos invitó a entrar y me sirvió un té calentito. No estoy muy segura de cómo pasó pero me derrumbé allí mismo. Comencé a llorar y entre tartamudeos logró que le explicara lo que me pasaba. Todo lo que nos había sucedido. Aquella desconocida me arropó con su abrigo y fue gentil conmigo.
Enseguida llamó a su marido y ambos se ofrecieron a ayudarnos. No dejaron que me negara. Tampoco estaba en condiciones para hacerlo. Nos acogieron a Hope y mi en su hogar. Cuidaron de nosotras y desde entonces los considero mi familia. Me permitieron trabajar en la cafetería a cambio de un sueldo justo.
—Trabajarás aquí, estábamos pensando en contratar a alguien para ayudarnos con el negocio. No te preocupes, cariño. Todo saldrá bien. Estáis a salvo —fueron las palabras de Marjorie. Era una mujer de mediana edad, con el pelo rubio un poco más corto que la altura de los hombros. Su voz era dulce, agradable, segura. Tenía una mirada tierna y era una mujer bondadosa. Me abrazó entre sus brazos y pude sentir el calor de una madre, alguien que deseaba cuidar de mi.
Con lagrimas en los ojos, miré a esos dos ángeles caídos del cielo, y les di las gracias. Prometí no dar problemas, cuidar de Hope y aportar económicamente para el cuidado de mi hermana y la casa. Aunque eso último no me lo permitieron. Aun así ahorré ese dinero para cuando Hope se hiciera mayor y tuviera que ir al colegio. No podía permitir que Robert y Marjorie lo pagaran todo.
En aquel momento eche mucho de menos a mi padre. El fue un hombre bueno y trabajador, quería a su familia. Pero cometió el error de casarse con una mujer que no tenía espacio en su corazón para nadie más que para sí misma. Él estaba locamente enamorado de mi madre. Una mujer alta, esbelta y morena. Una belleza exótica. Pero con un corazón marchito.
Cayó enfermo. Y cuidé de él hasta que dejó de acurrucarse sobre su butaca frente al fuego. Hasta que ya no tuve que volver a la biblioteca a por nuevos ejemplares. Hasta que su último aliento nos abandonó. No conoció a su hija y Hope no conoció a su padre. Y desde entonces no permití que nadie, excepto Robert, Marjorie y Ava, entrará en nuestras vidas.
Solo tenía una amiga. Ava. No necesitaba a nadie más. Ella me había demostrado estar conmigo a muerte. En los peores momentos.
Y Robert y Marjorie nos dieron un techo, una oportunidad, me dieron esperanza. Y de ahí nació el nombre de mi hermana.
Hope.
Dos días después. Cuando Hope y yo estuvimos asentadas y tranquilas. Fuimos a denunciar el abandono de mi madre. Pero surgió un problema nuevo. Les rogué a los servicios sociales que no se llevaran a mi hermana. Que cumpliría dieciocho años en menos de un mes, que yo sería su responsable legal. No podían quitármela. Me dijeron que mi única posibilidad era que no hubiera un testamento donde nuestra tutela legal recayera sobre algún familiar cercano. Y por suerte, no lo había. Pero eso no fue todo. Seguía siendo menor de edad y no podía hacerme cargo de un bebé. Alguien debía adoptarnos o si no iríamos a una casa de acogida.
Marjorie y Robert no se lo pensaron dos veces. Asumieron toda la responsabilidad legal.
Nunca tuvieron hijos. No podían. No estoy segura de si fue el destino, ellos lo llamaron así. Su oportunidad de tener hijas. La esperanza de ser padres.
Zayra y Hope Morgan-Jones. Teníamos un nuevo hogar. Una nueva vida.
Sin embargo, las pesadillas me acechaban cada noche.
...
Hola ratones!!! Espero que hayáis disfrutado este segundo capítulo... y poco a poco conozcáis un poquito más a mi niña Zayra.
¿Qué os parece?
Quería agradeceros la buenísima acogida que tuvo el primer capítulo, así que hoy tenéis doble actualización!! CAPÍTULO 3. YA DISPONIBLE!!
Muchísimas gracias por apoyarme siempre! Nos vemos en Instagram para comentarlo TODO (@_gilgar)
Chao bacalao :)
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Quiéreme en silencio y dime lo que calla tu mirada
RomanceZayra Morgan tiene 24 años y su corazón es inquebrantable. Adler Devon tiene 26 años y creía que era incapaz de encontrar el suyo. Dos desconocidos no tan desconocidos dispuestos a odiarse. Dos almas perdidas. Dos corazones que sanar. Silencios y...