CAPÍTULO 24.

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TW: Alerta bomberos🔥. Coged agua e hidrataos bien, no quiero desmayos. Escenita +18, disfrutadla. Mirad quién narra.


| La normas están para romperlas |

ADLER

Me agaché frente a la puerta y saqué la llave que guardaba en la zapatilla cuando salía a correr. Estuve más de dos horas fuera. El sudor había empapado mi camiseta y el pelo se pegaba a mi frente. Por una parte quería volver a casa pero por la otra me ponía nervioso saber que Zayra estaría esperándome, probablemente sentada en el sofá frente a la tele o peor, dándose una ducha.

Cogí aire e introduje la llave en la cerradura. Abrí la puerta despacio con intención de escuchar antes de anunciarme. Un olor riquísimo llegó a mis sentidos e inspiré hondo.

—¡Hola! He vuelto ¡Si estás desnuda tápate! —grité desde la entrada. —¡O mejor no!

Puse una mano sobre mis ojos dejando los dedos entreabiertos. Llegué hasta el salón y vi a Zayra de espaldas en la cocina, con los auriculares puestos meneando la cabeza probablemente al ritmo de la canción. Estaba cocinando. Bajé mi mano y me quedé observándola, antes de que se diera la vuelta y me descubriera allí parado frente a la isla. Aquel simple escenario me calentó el pecho.

Como vi que no tenía intención de darse la vuelta me acerqué hasta la nevera para coger agua. Fue entonces cuando me percibió y sus ojos salieron de su órbita, llevándose una mano al pecho.

—¡Me cago en todos tus muertos! ¡Adler! —las carcajadas salían de mi boca sin control. Me reí tanto que tuve que sujetarme la tripa y apoyar una mano en la encimera. Zayra se deshizo de los cascos y me miró furiosa recuperando el aliento.

—Deja de reírte —me amenazó con la cuchara de madera. Pero no podía parar. Seguí riéndome hasta que le contagie la risa. Y Zayra se estaba riendo conmigo. —Vale, vale, tú ganas. Pero para, por favor —dijo entre alientos —La próxima vez no aparezcas de golpe.

—Tenias que haberte visto la cara —dije recuperando la compostura. Me llevé la botella de agua a los labios y sentí como el líquido frío recorría mi garganta. Por el rabillo del ojo analizaba lo que estaba cocinando. En ese momento Zayra volvió a mirarme.

—No sabía si querrías cenar, o si has cenado ya... Pero, me estaba haciendo...  y... bueno, he- he hecho para los dos. ¿Te gustan los noodles?

—Me encantan —tampoco iba a confesarle que me comería cualquier cosa que hubiera cocinado ella. —Gracias, Z. Voy a darme una ducha —. Bajó su vista hasta los puntos donde mi camiseta se pegaba a mi cuerpo y la apartó rápidamente.

—Bien —dijo dándose la vuelta.

Me quité la camiseta con una mano por el camino, arrastrándola por la cabeza. Me paré frente a la puerta de mi dormitorio y me percaté de que a partir de ese momento tendría que limitar el desvestirme a la privacidad del cuarto de baño o mi habitación.

Cogí el pijama, toallas limpias y fui derechito al baño. Estaba ansioso por cenar con Zayra así que me di más prisa de lo normal. Pasé la toalla por la cintura y alborote el pelo con mis manos, fui a salir del baño, pero me detuve. Esto iba a ser difícil. Me deshice de la toalla y me vestí antes de salir.

Mucho mejor.

Cuando volví al salón encontré a Zayra de pie mirándome con un plato en cada mano.

—No- no sé dónde sueles cenar —había muchos nuevos hábitos a los que nos tendríamos que acostumbrar.

—¿Quieres ver una peli? —ofrecí.

Quiéreme en silencio y dime lo que calla tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora