XIII: Terminar con todo

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El cuerpo caliente de Itachi descansaba en mis brazos, inerte y jadeante, no tenía idea de por qué había llegado a este punto si cuando lo dejé ya estaba bien y su temperatura ya estaba a nada de ser normal, pero justo ahora era todo lo contrario.

Me las arreglé para levantarme mientras lo cargaba, pesaba mucho más así. Solté varias quejas en el camino por el ardor que generaba malas sensaciones en mis pies, cada paso era un verdadero martirio, y con un peso encima era una tortura mucho menos fácil de sobrellevar.

Cuando deposité a Itachi sobre la cama me tomé cierto tiempo para ver mis heridas, los cortes habían sido cubiertos por un líquido rojo e intenso que había dejado rastro por toda la extensión que había recorrido desde el inicio hasta la cama.

Dolía mucho, sí, pero no tenía tiempo como para concentrarme en ello, ignoré aquel pequeño detalle y traté de hacer como si nada, repitiéndome una y otra vez que el dolor solo era psicológico, yo nada más lo hacía existir en mi mente y podía controlarlo por un par de minutos, mínimo en lo que lograba que Itachi volviera a estar bien.

Rápido y cojeando me dirigí al baño, abrí la llave de la bañera, primero con agua fría y luego con caliente para estabilizarla hasta que quedó tibia en mis manos, tampoco quería que le pareciera tan helada, lo metería a bañar para que volviera a bajar su temperatura, ojalá que funcionara.

Regresé al cuarto tratando de no resbalarme con mis propias manchas de sangre desperdigadas por el suelo, no veía ningún tipo de mejoría, lo incorporé para que así fuera mucho más fácil quitarle la ropa, primero empecé por la parte superior junto con la inferior, dejando únicamente su ropa interior, repetí la acción de cargarlo en mis brazos, metiendo los brazos de a poco en su espalda y la mitad de sus piernas.

Una vez en el baño, con sumo cuidado fui introduciéndolo en el agua, soportando que él se removiera incómodo haciendo la tarea más complicada, pero al final pude dejarlo sentado, y como hace un rato abría los ojos y luego los cerraba, parecía luchar por mantenerse aquí y no caer en un posible sueño profundo una vez más.

Tomé un bote para echarle agua en el pelo, eso le desagradó, lo supe por la expresión en su rostro que no cambió en todo ese tiempo, pero cuando le puse el champú y empecé a masajear su cuero cabelludo lo sentí mucho más relajado, parecía que lo que estaba haciendo le gustaba, me aseguraba de no jalarle el cabello a pesar de que tenía uno que otro nudo por ahí, siempre los desenredaba con cuidado, metiendo con mis dedos y tallando con la yema de éstos.

Cuando su cabello negro se llenó de espuma volví a vaciar el agua sobre su cabeza para retirar todo el jabón que había quedado, esta vez no dijo o hizo nada al respecto, sin embargo ya lo veía un poco más consciente y adaptado.

Ya podía sentirme algo aliviado.

Sin embargo permaneció con el mirada perdida y la espalda curvada cuando dejé que reposara ahí un rato después de que le puse el acondicionador en las puntas de su cabello, como él decía que era.

Presté mucha atención en cada detalle de su ser, no me permitía hacerlo desde hace un buen de tiempo.

En su mirada oscura y preciosa.

En sus rasgos finos y piel nívea.

Sus ojeras, sus hombros blancos, su cuello.

Podía sentarme por horas y admirar lo hermoso que era, nunca podía dejar de serlo, para mí Itachi era igual de lindo a cuando lo conocí, y nada me haría cambiar de opinión.

Cómo me gustaría poder desvestirme, ir con él y besarlo, tocarlo, recorrer con mis dedos cada parte de su cuerpo desnudo y húmedo, que él hiciera lo mismo conmigo, añorando mis toques y mis besos, importándonos poco si derrabamos agua en el suelo si nuestros actos eran un poco salvajes, pero claro, eso no iba a pasar justo ahora, incluso en mi imaginación eso ya era mucho.

El ayer que olvidé ━━ 𝘚𝘩𝘪𝘴𝘶𝘐𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora