XIV: Resistencia

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Mis ojos se sintieron pesados al momento de abrirlos, la imagen frente a mí no era lo suficientemente nítida como para saber identificar en dónde estaba.

Sabía que me había emborrachado hasta no saber de mí, pues después de unos momentos todo a mi alrededor se volvió oscuridad, me olvidé de lo que hice todas esas horas por completo.

Palpé el suelo cuando sentí algo de líquido frío a mi alrededor rozando mi mejilla, cuando mi vista se pudo acostumbrar pude percibir todo en un tono traslúcido, pero podía distinguir un poco de lo que esas sombra sin sentido podían significar.

Los restos de la botella estaban inertes a solo unos centímetros de mí.

Y además me percaté de algo más, dolor.

En mis manos, en mi rostro.

Había sangre seca y un sabor metálico llegándome al paladar, me había excedido de más, tanto que llegué al punto de hacerme daño físico.

Pese a la terrible resaca que obviamente me había venido a visitar, hice todo lo humanamente posible por incorporarme y como mínimo quedar sentado.

La cabeza me dolía horrores, al principio todo me daba vueltas y hasta tuve que cerrar los ojos esperando a que los mareos fueran drenándose.

Pero quizás había sido mejor haberme quedado así en vez de ser consciente de las cosas tal y como eran.

Frente a mí un terrible escenario hizo aparición de forma súbita, era demasiado para que yo pudiera asimilarlo como la realidad de la que yo también era parte, no podía ser.

La sala de estar era un desastre, había objetos quebrados por doquier, cosas tiradas en el suelo, muchas de mis pertenencias terminaron rotas, como si una estampida hubiera hecho alboroto en mi casa, al menos me había contenido en dejar el televisor intacto.

Supe que ya era el día siguiente, y que pasé toda la tarde y la noche actuando bajo los impulsos que el alcohol había desencadenado en mí.

¿En serio Shisui? ¿Pudiste llegar a tanto?

Me fui arrastrando hacia el baño cuando sentí la obvia necesidad de ir a vomitar, no fue algo inmediato, tuve que meter mis dedos hasta mi garganta hasta generarme arcadas, fui escandaloso, qué más daba, era yo solo y un animal, nadie podría juzgarme, no tenía nadie a quién preocupar.

La única familia que tenía se había ido para dejarme a merced de mis propios demonios, aquellos que tantos años estuve ahuyentando y ahora permanecen detrás de mis espaldas, listos para atacarme ahora que soy débil.

Con el dorso de mi mano limpié los restos de vomito que se habían quedado colgando en mi barbilla y en la comisura de mis labios, me sentía tan patético y sin chiste, era capaz de cometer cualquier locura ahora, lo sabía, mis pensamientos eran demasiado tóxicos y dañinos, apenas era el primer día y ya estaba muriendo, lento y en vida.

Me quedé ahí tirado en medio del suelo del baño, miré el techo, aún lo veía hacer círculos en mi cabeza, todavía sentía malestar en el estómago, pero mi mandíbula ya se había cansado como para aguantar otra ronda destinada a desechar todo lo que había comido.

Tuve un rato de felicidad, o lo que yo interpreté como un espacio en el que podía sentirme libre y fuera de toda esta mierda de vida, pero solo cerré el telón un momento, y volví a hundirme en un abismo mucho más profundo.

Pude olvidar a Itachi.

Dejar de ver su rostro.

O eso fue lo que yo creí, todo el desastre que había dejado afuera me decía lo contrario.

El ayer que olvidé ━━ 𝘚𝘩𝘪𝘴𝘶𝘐𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora