Capítulo 24 | Inicio

185 23 4
                                    

—En el fondo me duele pelear contra ti —confesó —. Con lo mucho que te he querido yo, eras mi alma gemela. Estábamos destinados.

—Nuestra relación era tóxica, eras un puto maltratador.

—¿Qué dices, cariño? Si te he golpeado alguna vez es por el amor que te tengo, igual que hacía tu tutor, ¿o me equivoco?

—Sois los dos unos demonios. Os odio.

El castaño se llevó una mano al corazón, exageradamente.

—Auch, ¿escuchas eso? Es mi corazón partiéndose en pedazos. No me digas esas cosas tan feas, Ivy.

—Me das ganas de vomitar —puse una mueca de asco, por su estúpido teatro.

—Acércate, Ivy —dijo con la voz seria. Cambiando totalmente de registro de voz.

No le hice caso, por lo que se acercó él y me golpeó.

—Que te acerques —repitió.

Como una hipnosis mis pies comenzaron a andar hacia él.

—Buena chica. Ahora, intenta golpearme.

Levanté mi brazo para propinarle un golpe, pero antes de llegar a su cara, se detuvo solo.

—¿Lo ves? Eres débil, no puedes tocarme. Me tienes tanto miedo, que no puedes defenderte. El maltrato físico ha dado sus frutos, ahora tengo total control sobre ti.

Y así, golpe tras golpe hizo que cayera hacia atrás y perdiera el conocimiento.

~Hace 10 años~

—Cariño, este hombre será el que te cuidará durante el tiempo que papá y yo no estaremos.

—Pero ¿adónde vais, mami? ¡Quiero ir con vosotros!

A la edad de 7 años, mis padres me abandonaron. Nunca volví a verlos más. Tampoco los echo de menos.

Mi tutor, que fue la persona que me cuidó desde entonces, al principio era el padre soñado.

—Voy a ir a trabajar, cariño. ¿Quieres que te compre algo?

«Nada», se me pasó por la mente «El simple hecho de que estés conmigo es suficiente»

—¡Un balón de fútbol! —dije, en su lugar.

Pero ese sentimiento de cariño cambió cuando Aiko llegó a casa.

—Está es tu hermana, Ivy. Cuida bien de ella y quiérela mucho.

Nunca me gustaría saber quiénes son los padres, y siempre esperaba que, al menos, no fuera de él.

Una mala inversión del hombre comenzó a llevarlo a la desesperación y no había ocasión que no lo pagara conmigo.

—No tenemos dinero, mierda —miraba las facturas.

—No te preocupes, puedo ayudar a lo que necesites —me ofrecí.

—¿Ayudar? Soy pobre porque tengo dos bocas más que alimentar. Si esos cabrones de tus padres no se hubieran largado, estaría sin pensar en deudas.

Desde ese momento, supe que me veía como un lastre. Una carga. Al principio, solo me dañaba con palabras, pero sin darme cuenta, empezó a dañarme físicamente.

—Tienes que perdonarme, amor mío —decía siempre después de golpearme —. Tú sabes por lo que estoy pasando, ¿verdad? Nunca te haría daño, yo te quiero más que nadie.

Una pura mentira. Siempre que su cuerpo rozaba un poco de estrés, se desquiciaba conmigo. Era su puto saco de boxeo.

Un día, emprendía mi camino a casa después de estar en la escuela. Ese sitio era el único momento del día donde podía dejar de pensar en todo. De las pocas personas a las que le gustaba ir. No quería volver a casa.

Hassle | Tokyo Revengers x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora