La vida de Ivy Suzuki cambia drásticamente cuando conoce a Takemichi, un chico que a simple vista parece débil pero que le demostrará todo lo contrario.
Romances. Amigos. Familia. Rivales.
¿Sabrá Ivy estar a la altura en todos los acontecimientos...
Hoy habían anunciado a Kokonoi e Inui como miembros oficiales de ToMan.
Me alegraba mucho por ellos, no sabéis como. Podríamos trabajar juntos.
¡Y habían echado a Kisaki de ToMan por su traición!
Estos últimos días habían pasado muchas cosas, estaba cansada y volvía de regreso junto con Draken.
—¿Eres amiga de Inui y Kokonoi? —preguntó, levemente sorprendido.
—Era —recalqué —. Uno me odia y otro estoy en proceso de volver a ser su amiga.
—¿Y por qué dejasteis de ser amigos?
—Uf. Es una larga historia. Para resumir, según me ha dicho Inui, los amenazaron a los dos para que se alejaran de mí. Me enteré de eso hace pocos días.
—Debe ser duro...
—Nah, ya todo va mejor. Intento reconstruir mi vida.
—Qué bien, enana. ¿A dónde vas ahora?
—A casa de los Sano. He dejado a mi hermana allí.
—Ya veo... —esbozó una sonrisita extraña —. Suerte.
—¿Suerte? ¿Por qué?
Pero el chico ya se había ido.
Entré en su casa, ya que poseía unas llaves, Emma y Aiko veían una película.
Ya la había visto, así que sabía que todavía quedaba un rato para que terminara.
Subí a la habitación de Mikey, tan solo para charlar un rato, pero parecía que no se encontraba en casa. Así que, bajé de nuevo las escaleras para preguntar.
—¿Sabéis dónde está Mikey?
—Ni idea. Estará con Draken —dijo Emma, distraída. Claramente estaba enfocada en la película.
—Si acabo de verlo solo.
—Pues no lo sé.
Suspiré, frustrada por no tener ninguna información sobre él. No estaba preocupada, no creía que lo raptaran ni nada del estilo. Y si lo hubieran hecho, el que tendría peligro sería el propio secuestrador.
Como si de una casualidad se tratara, mi teléfono comenzó a vibrar y lo cogí al instante.
—¿Sí?
—Ivy.
—¡Mikey eres tú! —me alegré por escucharlo —. Justo acababa de ir a tu casa, pero no estabas.
—Ya, por eso. Quedemos a las nueve en el lugar donde te llevé con la moto el día que nos reconciliamos. ¿Te acuerdas?
Como para no olvidarlo. Tuve que llevarlo en brazos todo el camino a casa porque se le ocurrió dormirse.
—Sí.
—Vale, pues nos vemos luego, Ivy.
—Adiós, Mikey —colgué.
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