La vida de Ivy Suzuki cambia drásticamente cuando conoce a Takemichi, un chico que a simple vista parece débil pero que le demostrará todo lo contrario.
Romances. Amigos. Familia. Rivales.
¿Sabrá Ivy estar a la altura en todos los acontecimientos...
—¿Qué haces aquí? —se extrañó —. ¿A ti también te han llamado?
¿Qué?
—No, no me ha llamado nadie.
—¿Entonces...? Oh...
Desvié la mirada, no me atrevía a ver sus ojos.
—Te llamaban líder, ¿cierto? —preguntó, aunque más bien solo quería confirmas sus sospechas.
—Sí...
—Así que eres la líder de Vries...
Poco a poco, iba descubriendo más sobre esto, pero no se mostraba muy afectado.
Pensándolo bien, ¿alguna vez se ha mostrado excesivamente mal por algo?
Nunca, así que no me sorprendería.
—Lo siento, Mikey. Te prometo que quería deshacerme de esto...
—Has traicionado a ToMan. Has mantenido esto en secreto.
—Lo sé —admití.
Se me pasó por la cabeza la posibilidad de mentir acerca de esto. Pero eso no ayudaría a nada, acabaría enterándose de todas formas.
—¿Alguien más sabe de esto? ¿Que trabaje contigo?
Pensé en Sanzu y Kokonoi... Estuve a punto, de verdad, de meterlos a ellos también, pero no pude. Las palabras no me salían, así que terminé negando con la cabeza.
—¿Sabes lo que le pasa a los traidores? —se acercó peligrosamente a mí, y su mirada era fría e intimidante. Me limité a negar de nuevo, estaba demasiado cerca como para tan siquiera respirar —. Mueren.
Esas palabras hicieron eco por toda la habitación.
¿Iba a matarme?
Mis ojos se abrieron como platos ¿Era capaz de hacer eso? No, él nunca me haría eso.
—ToMan lo es todo para mí, no permitiré cosas de ese estilo en mi presencia. Pasaré por tu casa esta noche. Espérame, tenemos que hablar —añadió.
El chico salió, y yo no pude evitar pegar una patada a la mesa que había allí.
«¡Mierda!»
Todo había acabado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi pierna subía y bajaba a una gran velocidad.
Estaba nerviosa.
Mikey venía a casa, y no sabía que iba a decirme o hacerme.
Lo cierto es que no lo noté excesivamente enfadado, aunque sí frío.
¿Vendría a acabar esta extraña relación que teníamos?
