Encierro

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Veo pasar los días, uno tras otro, nada tiene importancia. No hay cambio alguno que los diferencie. La misma rutina, la maldita incertidumbre y la esperanza de vacaciones en otro destino.

Por más que lo pienso, intento darme motivos para creer que todo marcha bien. No lo logro porque estoy cuerda, no tengo demencia gracias a Dios y no encuentro vías de solución.

Con las manos y los pies cruzados, atados con demasía sin poder soltarlos, la circulación se altera. Mi piel se torna cianótica, no logran circular los nutrientes que la puedan curar y salvar.

Solo espero una liberación que no llega, que se hunde cada vez más en un pantanal de un gran terreno y nadie la puede liberar. La agonía circula en el aire que respiramos, no existe repelente para alejarla.

Varada en mi puerto desolado, sin faro, solo queda la opción de subsistir. Sin reclamos, sin gritos para expulsar lo que siento. Encerrada en una celda al aire libre, en espera de un juicio que no llega.

La vida en versos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora