Mensaje a mi padre

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Hoy es una fecha triste e inolvidable para mí. Te marchaste físicamente de mi lado, sin un adiós, sin un abrazo. A pesar del transcurso de  algunos años, aún siento en mi piel y  en mi corazón, que fue ayer.

El destino así lo dispuso y lo odié durante un largo tiempo, porque nunca quise que te fueras bruscamente. Comprendí a duras penas que estabas en un mejor sitio, en tu paraíso.

Rodeado de mis antepasados, conocidos y queridos amigos. Te pienso a menudo, en varios instantes al día, no te has ido completamente porque tu espíritu me acompaña, me cuida.

Me ayudas a levantarme de mis caídas, me fortaleces, me estimulas a continuar a pesar de que a veces dejo escapar a la esperanza. Me recuerdas que solo soy un ser humano, con buenos sentimientos.

Gracias, te daré infinitamente, por nunca abandonarme, por ser mi sostén, desde mi nacimiento hasta tu dura partida. Cuando sentí que me faltaría para siempre un hombro donde llorar mis penas.

Te quiero y siempre lo haré hasta el final de mi existencia. Trataré de borrar ese recuerdo que me atormenta, tu cuerpo tendido en esa cama de hospital, con tu último suspiro perdido en el horizonte.

Lo suplantaré con el sonido radiante de tu sonrisa, el brillo intenso de tus ojos cuando la familia completa se reunía para celebrar una ocasión especial y la ternura con la que me besabas y abrazabas.

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