Capitulo 21. Lo siento Caleb

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No se el tiempo que pasó tirada en el suelo, veo como el sol se filtra por la ventana de la habitación, alguien abre la puerta e instintivamente me hago un ovillo. No quiero que ese ser me vuelva a tocar, me repugna, lo odio, lo odio con todo mi ser.

Una señora de mediana edad, se acerca a mi, me ayuda a levantarme. Coge mi cadena y me lleva hasta el baño. Allí me limpia y cura lo mejor que puede mis heridas.

Veo que mientras me limpia alguna lágrima se le escapa, en cambio a mí ya no me quedan más lágrimas, me he quedado vacía.

Me ayuda a ponerme un vestido corto rojo y me lleva hasta el espejo, mi cara está entre negra y morada, tengo un ojo prácticamente cerrado. Me falta cabello en varias zonas de la cabeza y mi boca...
Lo que puedo ver de mi cuerpo no está en mejor estado. Y este vestido no ayuda para nada.

Es como si dijera aquí está tu putita, que no es mentira porque eso es lo que soy. Su putita.

La señora me ayuda a meterme en la cama, me trae una bandeja de comida y me pide que coma.

Me niego, no es que tenga hambre que es que dudo que pueda comer me duele tanto la mandíbula y se que me faltan varias piezas dentales.

— Lo siento... no tenias que haberle provocado, ha salido de viaje por unos días. Así al menos tendrás tiempo de recuperarte—

— Que fácil es decirlo, si esta es la vida que me espera me quitaré la vida pronto-

— No eres la única que sufre por él— dice mostrándome una cicatriz que cruza toda su pierna.

Asiento con la cabeza y me recuesto sobre la cama, dónde estás Caleb? Con ese pensamiento me quedo dormida.

Después de dormir por varias horas, me levanto de la cama y voy hasta el baño al menos esta cadena me deja moverme por toda la habitación.

Extrañamente me puedo mover mejor y casi todo el dolor ha pasado, al acercarme al espejo veo que mi cara ya no está hinchada, mi ojo está casi normal, los moratones ahora son en un tono amarillento. Abro mi boca y veo que en verdad me faltan varias piezas, pero todo está curado.

Mi cabeza aunque porta sendas calvas no tiene heridas ni nada, como puede ser qué en unas horas me haya curado tan rápido? Esto no se si es bueno o malo, ya que estaré eternamente así, él me molera a palos y después me recuperare. Si Caleb no me encuentra no quiero vivir y menos así.

Pero si lo hace y me encuentra, no me perdonará jamás el haber yacido con ese ser. Como podré explicarle que yo no he querido en ningún momento, que simplemente no podía defenderme más...

Lo siento Caleb, Lo siento tanto...

Si te hubiese escuchado y hubiese dejado mi orgullo atrás, solo tenía miedo de cambiar mi vida, tenía miedo de volver a amar y volver a perder. Ahora lo se. La Diosa lo puso en mi camino por una razón y yo no puse las cosas fáciles.

Unas semanas después...

Es la tercera vez que nos mudamos, si antes tenía poca idea de dónde me encontraba ahora la tengo todavía menos.

Hoy tiene invitados por lo que me ha traído una peluca igual a mi cabello y me ha pedido que no hable para que nadie pueda ver mi dentadura, si no obedezco ya se lo que me va a pasar, desde hace unos días no quiere poseer mi cuerpo, dice que mi aroma ha cambiado y le repugno no más de lo que me repugna el a mi. Agradezco a la diosa su rechazo pero lo siento por la chica que comparte su habitación, no debe de tener más de dieciséis años, la escucho llorar en las noches cuando él se va del dormitorio...

Termino de arreglarme y bajo hasta el comedor, hoy me ha dado un vestido más correcto por decirlo de alguna manera. Pasó y saludo educadamente, me siento a su lado y me fijo en los invitados. Al fondo puedo ver a mi abuela María Teresa, está me sonríe y me guiña un ojo.

Un destello de esperanza se filtra hasta mi corazón, ceno en silencio como el me pidió y sonrío con la boca cerrada.

Después de los postres los caballeros pasan a otra sala y las mujeres nos quedamos en el comedor. El ser se acerca a mí y me susurra en el oído que es momento de abandonar la reunión.

Me levanto de la silla, pongo la mano sobre mi boca y me dirijo a las señoras:

—Si me disculpan, estoy muy cansada ha sido un placer compartir la cena con todas ustedes.—

Soy patética, me he convertido en una marioneta, se que solo lo hago para sobrevivir pero a qué precio?

Mi abuela se levanta de la silla y se acerca rápidamente hacia mi. El ser se interpone.

— Alessander se que es tú mujer, pero creo que puedo saludar a mi nieta— dice María Teresa en voz alta.

Todos los miran, por lo que se aparta y me dedica una mirada cargada de rabia.

Mi abuela se acerca más y me abraza, mi primer instinto es el de rechazarla. Pero en cambio me quedo quieta y estática, ella me besa la mejilla y me susurra al oído:

— Cariño, aguanta un poco más, en unos días te sacaré de aquí—

Sonrió y me voy al dormitorio, en el camino me encuentro a la chica nueva. Me acerco con cuidado y veo que sigue llorando.

—Qué te pasa?— pregunto tontamente, ya que se la respuesta.

—Él me hace daño, me hace cosas horribles...—

— Lo se también me lo hace a mi.—

— Mis padres me vendieron, no tengo a donde ir y solo me quiero morir— dice sollozando.

—Intenta aguantar un poco más...—

— Qué hacéis?—dice Alessander enfadado.

— Lo siento señor, me he caído y ella solo me estaba ayudando a levantarme —responde la chica y agacha la cabeza.

—Vamos necesito quitarme la presión de la cabeza —dice cogiendo a la pobre chica y metiéndola en su habitación.

Desde mi habitación la escucho gritar, me tapo la cabeza con la almohada pero tengo sus gritos y lamentaciones metidas muy dentro de mi cabeza.

Si tan solo pudiera ayudarla, pero cómo...

Destinada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora