Capitulo 6. Durmiendo con mi enemigo

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Hoy hace exactamente una semana que empecé a trabajar en la clínica. La verdad es que nunca podría haber llegado a pensar que me podría sentir tan realizada. Y más en un sitio como este.

Me he resignado y aceptado que no podré volver a la casita del bosque, pero ya no lo veo tan mal, ya que la abuela se mudará a la Manada en una semana. Ella dice que últimamente se ciernen muchos peligros en el bosque.

Yo no he escuchado nada sobre ningún peligro, por lo que creo que más bien se siente sola y me echa de menos.

Le he dicho que puedo vender la casa si es demasiado grande para ella y comprarle una más pequeña. De todos modos yo no la utilizo y este Alfa no me permite vivir en otro lado. Ahora ya es decisión de ella lo que hacer con la casa. Total a mí no me trae buenos recuerdos y no me importa deshacerme de ella.

Mañana tengo que empezar a entrenar el doctor no tuvo otra mejor idea que decirme que ya estaba totalmente recuperada delante del Alfa, por lo tanto mañana no me puedo librar. El trato es que si trabajo puedo entrenar.

Vuelvo a casa, bueno a su casa después de ayudar en la tienda a Sara y a Jhon, eso se ha vuelto ya una constumbre los ayudo y así pasó tiempo con ellos. En esa casa me siento tan sola...

Subo a mi dormitorio, y veo como tengo una pila de cajas en un rincón. Supongo que tarde o temprano tendré que colocar está ropa.

— Por qué sigue todo eso ahí?— pregunta Caleb desde la puerta.

— Porque está no es mi habitación es la tuya, esperaba a que me dieras una para mí.—

— No lo veo necesario, esta es nuestra habitación—

— Para ser tu habitación no veo que la uses— nada más pronunciar esas palabras me arrepiento de haberlas dicho. Veo como se acerca y sus ojos pasan a dorado.

Diosa en qué lío me he metido, mientras está a unos metros de mi, todo es más fácil pero cuando está tan cerca mi cuerpo se revoluciona.

— A partir de esta noche dormiré aquí contigo pequeña...— responde tan cerca de mi oído que puedo notar su respiración sobre mi cuello, esa sensación vuelve locos a mis sentimientos, me aparto de él lo más rápido que puedo y me voy al lado de las cajas.

Este sale de la habitación y por primera vez en todo el tiempo que llevo aquí, lo escucho reírse.

Yo y mi bocota! Es que no se mantenerme callada por unos minutos cuando él está en la misma habitación. No la señorita no puede! Ahora he conseguido que el esté más pegado a mí. Ya bastante me cuesta no arrojarme a él y que haga conmigo lo que quiera para ahora compartir la cama con él.

En unas horas tengo toda la ropa colocada, su armario es más grande de lo que pensaba y bueno yo tampoco tengo mucha ropa que digamos. No es como si tuviese vida social.

Bajo a cenar algo y veo como el está reunido. Todos me miran de arriba a bajo pero ninguno dice nada. No me paro y sigo hasta la cocina.

Hoy la cocinera no está, cosa que agradezco ya que no me deja hacer nada. Abro el frigorífico y sacó un tupperware con sobras y un refresco, lo llevo todo a la isla de la cocina y me siento en una de las banquetas.

Miro mi viejo móvil y veo que está demasiado anticuado. Con lo que voy a cobrar en un mes no me llega para comprar uno bueno. No entiendo por que son tan caros. Al menos tengo uno para usar.

— Qué cenas?— dice esa voz a mi espalda produciendo en mi un escalofrío que hace que lance mi móvil por los aires.

Me levanto de la banqueta y veo que la pantalla está totalmente rota. Unas ganas tremendas de llorar me invaden. Guardo mi destrozado móvil en el bolsillo y recojo la cena, ya no tengo ganas de comer nada.

— No pretendía asustarte, tu teléfono está bien?— pregunta él de una manera amable.

Voy a responder pero de mi boca no sale nada, tengo un nudo en la garganta que está apunto de explotar.

Asiento con la cabeza y me marcho a toda prisa. Cuando llegó a las escaleras ya mi cara está bañada por las lágrimas. Se que no debería llorar y menos por una tontería, un teléfono se puede reemplazar pero ahora mismo no tengo dinero suficiente para poder comprarme uno. Y lo que más me apenas que no podré hablar con la abuela todos los días.

Cojo el pijama del armario, ropa interior limpia y unas toallas, paso al baño y me meto en la bañera. Necesito relajarme un poco. No entiendo lo que me pasa... últimamente mis emociones están a flor de piel.

Salgo del baño y veo que el no está aquí, doy un suspiro y me meto en la cama. Apagó la luz e intento dormirme antes de que el llegue.

Doy varias vueltas, hasta que escucho la puerta y su aroma embriaga toda la habitación. Cierro los ojos fuertemente y me hago la dormida.

— Se que estás despierta, así que no hagas dramas—

Abro los ojos y veo como se quita la ropa, quedándose solo con unos boxers negros. Diosa me quiero arrancar los ojos, solo con mirarlo noto como la humedad se escurre entre mis muslos, rezo para que él no se de cuenta.

— Por qué te quitas toda la ropa?—Pregunto asustada, e inmediatamente me doy cuenta de mi error. De verdad que soy estúpida, qué pensaba que le iba a dormir con su ropa de diario.

— No me lo he quitado todo, pero si gustas me quedaré sin nada—responde con un brillo dorado en sus ojos.

Me levanto y me voy al baño, antes de llegar a entrar el me sujeta por la muñeca, eso no hace más que empeorar mi estado, mi sangre arde, lo reconozco este hombre me produce una  excitación inimaginable.

— Tu aroma se ha vuelto más intenso, se que te gusta lo que ves...—

Mi cara se vuelve de color rojo al instante, me armo de valor y lo interrumpo.

— Es por este maldito vínculo, pero no te preocupes no te voy a tocar—

El comienza a reírse, en ese justo momento me suelto de su agarré y me meto al baño.

Me acerco al lavabo y mojo mi cara, no es suficiente el calor dentro de mí no se apaga. Necesito tranquilizarme el no me puede ganar.

— No tienes permitido tocarte— dice desde el dormitorio. Eso me enciende de una manera irrefrenable, una idea cruza mi mente. Lo que voy a hacer es vergonzoso pero quiero que pruebe su propia medicina.

Me acerco a la puerta y cierro el cerrojo, quitó mis pantalones y mis braguitas y comienzo a tocarme. Los suspiros y los jadeos llenan el baño...

— Pequeña no sigas con eso o tiraré la puerta...—

Ahora mismo no puedo parar, así que lo ignoro para segundos después alcanzar el clímax.

Destinada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora